/ Esto escribió en HAARETZ el 17 de octubre del 2004. Esta terrible denuncia tiene más de veinte años y muestra el genocidio sistemático que Israel viene llevando a cabo, desde hace décadas, contra los palestinos en Gaza y Cisjordania.
Más de 30 niños palestinos han sido muertos en la primeras dos semanas de la Operación Días de Penitencia en la Franja de Gaza. No es sorprendente que mucha gente califique a ese asesinato de niños al barrer como “terror”. En tanto que en el recuento total de todas las víctimas de la intifada la relación es de tres palestinos muertos por cada israelí muerto, cuando se trata de niños la relación es de 5 a 1. De acuerdo con B’Tselem, la organización de derechos humanos, aún anjtes de la actual operación en Gaza, 557 palestinos menores de 18 años fueron muertos en comparación con 110 menores israelíes.
Los grupos palestinos de derechos humanos hablan de números todavía más altos: 598 niños palestinos, menores de 17 años, de acuerdo con el Grupo Palestino de Monitoreo de Derechos Humanos, y 828 muertos de hasta 18 años, según la Media Luna Roja. Tomen nota de las edades también. De acuerdo con B’Tselem , cuyos datos fueron actualizados alrededor de un mes atrás, 42 de los niños asesinados tenían 10 años, 20 tenían siete y ocho tenían dos años de edad cuando murieron. Las víctimas más jóvenes fueron 13 recién nacidos que murieron en un puesto de control durante el parto.
Con estadísticas horrorosas como estas, la cuestión de quien es un terrorista debería haber sido muy complicada para cada israelí desde hace tiempo. Sin embargo, el asunto no está en la agenda pública. Los asesinos de niños son siempre los palestinos, los soldados siempre solamente nos defienden a nosotros y a ellos mismos y al diablo con las estadísticas.
El hecho concreto, que debe ser establecido claramente, es que la sangre de cientos de niños palestinos está en nuestras manos. Nada de explicaciones tortuosas por la Oficina de Relaciones Públicas de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) o por los corresponsales militares acerca de los peligros que representan los niños para los soldados y ninguna excusa incierta de los encargados de relaciones públicas del Ministerio de Relaciones Exteriores, acerca de como los palestinos están haciendo uso de los niños podrá cambiar estos hechos. Un ejército que mata tantos niños es un ejército que no tiene límites, es un ejército que ha perdido su código moral.
Tal como lo dijo el parlamentario Ahemd Tibi (Hadash), en un discurso especialmente emotivo en el Knesset, ya no es posible sostener que todos esos niños han sido asesinados por error. Un ejército no hace más de quinientos errores de identidad día tras día. No, esto no es un error sino el desastroso resultado de una política dirigida por un terrible gatillo fácil y por la deshumanización de los palestinos. Dispararle a todo lo que se mueve, incluyendo niños, se ha vuelto la conducta normal. Aún el momentáneo mini-furor que se desató sobre “la confirmación del asesinato” de una muchacha de trece años, Iman Alhams, no gira en torno a la verdadera cuestión. [i] El escándalo debió haberse generado no solamente por el acto mismo del asesinato sino por lo que sucedió después.
Iman no fue la única. Mohammed Aaraj estaba comiendo un sandwich delante de su casa, la última casa antes del cementerio del campo de refugiados de Balata, en Nablus, cuando un soldado lo mató de un disparo a corta distancia. Tenía seis años en el momento de su muerte. Kristen Saada estaba en el auto de sus padres, volviendo a su hogar después de una visita familiar, cuando los soldados rociaron con balas el auto. Tenía 12 años en el momento de su muerte. Los hermanos Jamil y Ahmed Abu Aziz iban en bicicleta a buscar dulces, en pleno día, cuando sufrieron el impacto directo de una granada disparada por ls tripulación de un tanque israelí. Jamil tenía trece años y Ahmed seis en el momento de sus muertes.
Muatez Amudi y Subah Subah fueron muertos por un soladado que estaba parado en la plaza del pueblo en Burkin y que disparaba en todas direcciones para prevenir que se arrojaran piedras. Radir Mohammed del campo de refugiados de Khan Yunis estaba en un salón de clase cuando los soldados la mataron a tiros. Tenía doce años cuando murió. Todos ellos eran inocentes, no habían hecho nada malo, cuando los asesinaron soldados que actuaban en nuestro nombre.
Por lo menos en algunos de esos casos los soldados tenían claro que estaban disparándole a niños pero eso no los detuvo. Los niños palestinos no tienen refugio: un peligro mortal se cierne sobre ellos en sus hogares, en sus escuelas y en sus calles. Ni uno solo de los cientos de niños asesinados merecía morir y la responsabilidad por sus asesinatos no puede permanecer en el anonimato. El mensaje que se les trasmite a los soldados es que no se trata de una tragedia el asesinar niños y ninguno de ustedes es culpable.
La muerte es, desde luego, el peligro más agudo que confronta un niño palestino pero no es el único. De acuerdo con datos del Ministerio Palestino de Educación, 3.409 escolares han sido heridos durante la intifada, algunos de ellos lisiados de por vida. La niñez de decenas de miles de jóvenes palestinos se desarrolla de un trauma a otro, de horror en horror. Sus hogares son demolidos, sus padres son humillados ante sus ojos, los soldados irrumpen en sus casas en medio de la noche, los tanques disparan contra sus salones escolares. No tienen asistencia psicológica. ¿Alguna vez ha oído de algún niño palestino que sea “víctima de ansiedad”?
La indiferencia pública que acompaña a este desfile de sufrimiento sin atenuantes hace que todos los israelíes seamos cómplices del crimen. Aúin los padres, que comprenden lo que significa la ansiedad para el destino de un niño, miran para otro lado y no quieren oír acerca de la ansiedad que sufren los padres del otro lado de la cerca. ¿Quien habría podido creer que los solados israelíes matarían cientos de niños y que la mayoría de los israelíes se mantendrían callados? Los niños palestinos se han vuelto víctimas de una campaña de deshumanización: asesinar a cientos de ellos ya no es un gran asunto.
Gideon Levy [ii]
Periodista y escritor israelí. Escribe artículos de opinión y una columna semanal para el diario Haaretz.
[i]El 5 de octubre de 2004, en Rafah, Gaza, un capitán israelí “confirmó el asesinato” de Iman Alhams, una escolar palestina de trece años, al dispararle dos balas a quemarropa en su cabeza cuando ella ya estaba en el suelo herida, y entonces después de haber empezado a alejarse caminando, se dio vuelta para rociar su cuerpo con una ráfaga de por lo menos veinte proyectiles, incluyendo siete más en su cabeza. El capitán R., acusado por sus soldados y por testigos palestinos, fue juzgado dos veces, declarado inocente, recompensado económicamente por haber estado unas semanas preso y ascendido a mayor.
[ii] Levy ha declarado que sus opiniones sobre la política de Israel hacia los palestinos no se desarrollaron hasta que se incorporó a Haaretz. «Cuando empecé a cubrir Cisjordania para Haaretz, era joven y tenía el cerebro lavado», dijo en una entrevista de 2009, «Veía a colonos talando olivos y a soldados maltratando a mujeres palestinas en los puestos de control, y pensaba: ‘Son excepciones, no forman parte de la política del gobierno’. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que no eran excepciones, sino la esencia de la política del gobierno» . En una entrevista, dijo que dudaba de que ningún otro periódico israelí, aparte de Haaretz, le diera libertad periodística para publicar el tipo de artículos que escribe.
Levy se define a sí mismo como un «israelí patriótico» y critica lo que considera ceguera moral de la sociedad israelí ante los efectos de sus actos de guerra y ocupación. Se ha referido a la construcción de asentamientos en tierras palestinas privadas como «la empresa más criminal de la historia [de Israel]». Se opuso a la guerra del Líbano del 2006. En 2007, declaró que la difícil situación de los palestinos en la Franja de Gaza, entonces bajo bloqueo israelí, le avergonzaba de ser israelí. Ha declarado que «Mi modesta misión es evitar una situación en la que muchos israelíes puedan decir ‘no lo sabíamos’.
Levy apoya la retirada unilateral de los territorios palestinos ocupados sin concesiones. «A Israel no se le pide que ‘dé’ nada a los palestinos; sólo se le pide que regrese: que devuelva su tierra robada y restaure su autoestima pisoteada, junto con sus derechos humanos fundamentales y su humanidad».
Levy solía apoyar la solución de dos Estados, pero ahora – como Traverso y otros destacados intelectuales – considera que tal solución se ha vuelto insostenible y apoya la creación de un Estado único donde comvivan en igualdad israelíes y palestinos.
Levy escribió que “Israel es un país violento y peligroso, desprovisto de toda moderación y que ignora descaradamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al tiempo que le importa un bledo el derecho internacional», escribió en una editorial.
En 2010, Levy describió a Hamás como una organización fundamentalista y la responsabilizó de los cohetes lanzados contra ciudades israelíes: «Hay que culpar a Hamás del lanzamiento de los cohetes. Esto es insoportable. Ningún Estado soberano lo habría tolerado. Israel tenía derecho a reaccionar». También ha dicho que «Pero la primera pregunta que deben hacerse», continuó, «es por qué Hamás lanzó los misiles. Antes de criticar a Hamás, preferiría criticar a mi propio gobierno, que tiene una responsabilidad mucho mayor por la ocupación y las condiciones en Gaza […] Y nuestro comportamiento fue inaceptable».
Levy apoya el boicot a Israel, afirmando que es «el último refugio del patriota israelí». Ha dicho que el boicot económico es más importante, pero que también apoya el boicot académico y cultural. Actualmente pidió «el levantamiento del asedio criminal a la Franja de Gaza» y publica denuncias contra el genocidio que lleva a cabo Israel contra los palestinos.
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