Un provocador disfrazado de empresario

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Israel es el país más militarizado del planeta y en estos trágicos tiempos el gobierno del corrupto Nethanyahu es el responsable de un genocidio, concentrado en la Franja de Gaza pero que se extiende a todos los territorios ocupados en Cisjordania, con muchas decenas de miles de víctimas civiles, la gran mayoría mujeres y niños.

También Israel ha desarrollado el más inmenso sistema de propaganda, desinformación y soborno para engañar, no solamente a su propio pueblo sino a todo el mundo. Este sistema tiene piezas fundamentales y apoyos en países desarrollados, principalmente en los Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania pero con corifeos en casi todas las naciones.

Opera a través de sus diplomáticos y sistemas internacionales propios de diverso tipo, redes informáticas, medios de comunicación, universidades y organismos presuntamente culturales, artísticos, empresariales y financieros.

Hay que señalar que Israel ha sido, desde su creación como Estado en 1948, el enemigo más consecuente de las Naciones Unidas y de todas las organizaciones que la integran (UNESCO, OMS, OIT, etc.) y que sus fuerzas armadas tienen el triste record de asesinatos de integrantes de instituciones internacionales solidarias y benéficas, escuelas y hospitales, siempre justificadas como “errores”.

Pero todo este monstruoso aparato, que cualquiera puede ver operando con un vistazo a las imágenes que se difunden a diario, tiene una parte oscura, clandestina, disfrazada, que no suele percibirse. Esta red oscura se basa en los intensos intercambios que promueven distintas instituciones israelíes, en casi todos los países, especialmente de las Américas.

Una parte de estos intercambio lo constituyen las invitaciones para visitar Israel, abundantes y muy selectivas, apuntadas a quienes los servicios identifican como “formadores de opinión”, particularmente comunicadores y políticos. Viajes y paseos con todo pago, regalos de diverso tipo, a cambio de lo cual se pedirán notas y declaraciones que corroboren las maravillas del país o den cuenta de los sufrimientos a que se ven sometidos sus habitantes por culpa de los agresores palestinos que consideran como subhumanos.

Otra parte de estos intercambios tiene a su vez dos caras. Una pública que es la visita y las manifestaciones magnánimas de diplomáticos y representantes oficiales del gobierno israelí, así como la participación de personas nacidas en Uruguay (o que se presentan como uruguayos) con residencia permanente y responsabilidades en Israel.

Nada de esto debe llamar la atención porque muchas naciones, de un modo u otro, promueven intercambios, invitaciones y visitas para un conocimiento mutuo y para la mejor relación entre los pueblos.

Sucede, en cambio que en el lado oscuro de estos intercambios suelen aparecer visitantes oficiales que son mucho más parecidos a los agentes del crimen organizado que recorren el mundo. Y no estamos hablando de los instructores militares, los vendedores de armamento y los mercenarios israelíes que recorrieron África, América Central y del Sur.

Nos referimos a un tipo de mafiosos disfrazados, sobre todo como empresarios, promotores de emprendimientos, inversionistas o magistrales embajadores del éxito tecnológico y del progreso. En un altísimo porcentaje se trata de propagandistas, mercachifles oportunistas y en sus peores versiones el disfraz encubre a provocadores, espías, agentes activos de desinformación.

Este es el caso de Salomón Vilensky, un personaje que aparentemente habría nacido en nuestro país y que desde hace 45 años vive en Israel, por lo que tendría doble ciudadanía. Probablemente no figure en el Registro Cívico Nacional pero se declara votante del Frente Amplio (por lo menos en noviembre del 2024 estaba de paso en Uruguay).

El señor Vilensky, que se presenta como “especialista en parques tecnológicos” y se dice que dirige en Israel, desde el 2003, un llamado Parque Industrial Dalton que agrupa a decenas de empresas en Galilea, al norte, a pocos kilómetros de la frontera con el Líbano. Nada más se sabe de su historia uruguaya aunque es presumible que sus años iniciales en Israel, desde 1980, hayan sido en un kibutz.

Es decir que el señor Vilensky, que sus amigos llaman Lalo, ha de haber participado en el proceso que transformó a los kibutz o colonias agrícolas que originalmente tenían una apariencia comunitaria, colectivista y socialista, en enclaves coloniales y racistas al ser fulminados por el neoliberalismo.

Vale la pena hacer una pequeña digresión sobre este punto para después comprender mejor la vileza de Lalo Vilensky. Las sangrientas dictaduras del Río de la Plata (en Uruguay 1973 -1985 y en Argentina 1976 -1983) hizo que muchos compatriotas, amparados por el derecho al retorno aplicado a los judíos, buscaran refugio en Israel.

Los refugiados de entonces cuentan que en aquella época todavía todo era comunitario. Hasta el cuidado de los niños, que no vivían con sus padres, quienes se anotaban voluntariamente en una lista para cuidarlos. Del ideal solidario que fue una de las utopías comunitarias más importantes del siglo pasado no queda nada.

Antes – dicen los que integraban kibutz – el comedor común, los medicamentos y la atención de la salud, la vivienda y la ropa eran gratuitas. Había un fondo común donde según los ingresos, se repartía de manera igualitaria. No existía el no tener dinero. Cobraban todos igual, menos los dirigentes de las fábricas que tenían algunas remuneraciones especiales. Quienes vivían en el kibutz pero trabajaban fuera tenían que aportar su sueldo al fondo común.

Eso se acabó, dicen. Ahora el kibutz tiene ricos y pobres. El comedor está a cargo de un concesionario que vende la comida. Lo que fue un proyecto histórico de trabajo colectivo y de reparto equitativo se convirtió en un movimiento para privatizar las viviendas y los negocios.

Analistas argentinos que vivieron este proceso señalan que desde la creación del Estado de Israel, hubo un fuerte vínculo entre el partido laborista, los judíos europeos y los kibutz. Los principales dirigentes del Partido Laborista y los mejores combatientes fueron siempre askenazis (judíos europeos) salidos de los kibutzim. Cuando empezaron los problemas porque los precios agrícolas cayeron y la productividad bajó, los kibutzim recibieron subsidios del Estado.

Cuando Lalo llegó a Israel las cosas ya habían comenzado a cambiar porque en 1977 los laboristas habían perdido el gobierno a manos del derechista Menajem Begin, que aplicó la motosierra y los subsidios se cortaron.

A partir de 1990 hubo un abandono general de las ideas socialistas y una tendencia hacia el neoliberalismo crudo y duro. Esto terminó de arruinar a los kibutz. Su economía fue paulatinamente entregada a los bancos, porque debieron contraer préstamos para sobrevivir.

Con el ascenso del neoliberalismo quebraron las empresas colectivas y la desocupación se desencadenó. Aparecieron problemas sociales muy graves y proliferaron las privatizaciones. Históricamente los kibutz eran igualitarios pero algunos dirigentes aprovecharon para beneficiarse y promover emprendimientos de lucro puramente personal. En ese proceso también surgieron “parques tecnológicos”, a veces como guaridas fiscales, a veces para agrupar empresas con fines productivos o para eludir el endeudamiento financiero.

El kibutz Farod, donde reside Lalo, es hoy más bien una atracción turística muy promovida que cuenta con un hotel de campo de gran categoría y todo tipo de atracciones para los visitantes, incluyendo la costa mediterránea. De colonia agrícola nada; parece que muestran una antigua prensa para aceite de oliva como pieza de museo.

Pero Vilensky es, ante todo, un agente viajero. Información del INIA, que data del año 2019 (algunas visitas suyas a Uruguay son aún un poco anteriores) le atribuye un título de Licenciado sin que se indique en que materia y donde se otorgó pero lo más interesante es que señala que “ha trabajado en España, República Dominicana, Chile, Uruguay, Francia, Ecuador, Perú, Colombia, Argentina, Paraguay, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Panamá y Honduras”.

¿Qué vende Vilensky? _Seguramente su ejemplo personal y empresarial a estar por sus declaraciones al Semanario Hebreo que reproducimos textualmente: “Como frentista y como uruguayo, creo que debemos priorizar los valores fundamentales de nuestra fuerza política: la justicia, la inclusión y la defensa de la democracia. Y no hay contradicción alguna en trabajar junto a Israel, un país que ha demostrado cómo superar adversidades para construir una sociedad moderna, tecnológica y con un compromiso firme hacia la innovación”.

Uruguay tiene mucho que ganar aprendiendo de Israel, especialmente en áreas como la tecnología y la investigación, que son clave para nuestro desarrollo económico. No se trata de ideología, sino de construir un futuro donde prevalezcan la razón, la innovación y las oportunidades para todos. Es hora de dejar atrás los prejuicios y asumir una posición coherente con los valores progresistas que decimos defender.”

Como frentista, no puedo callar ante esta contradicción. Es inconcebible que, desde el Frente Amplio, sigamos apoyando regímenes y grupos que representan todo lo contrario a los valores de igualdad, justicia y democracia que tanto decimos defender. Me indigna profundamente que se respalden organizaciones feudalistas (sic) y antidemocráticas, cuyo único interés es imponer una visión religiosa excluyente, despreciando a mujeres, personas de diversas orientaciones sexuales y cualquier ser humano que no encaje en su interpretación arcaica de la vida”.

¿En qué momento dejamos de alzar la voz contra estas injusticias? ¿Cómo podemos decirle al mundo que Uruguay, país que tanto ha avanzado en derechos y libertades, apoya regímenes que no solo son opresores, sino que niegan la dignidad básica a quienes no cumplen con sus dogmas? Esto no es solo una contradicción; es aberrante”.

Esta es la basura del revés que vende el señor Vilensky. No es un insulto a la inteligencia, es la muestra de su catadura moral, de que es parte del aparato de mentira y desinformación montado para encubrir un genocidio a través de bombardeos, asesinatos, hambrunas, limpieza étnica, colonialismo. Este sujeto no es ciego, no ignora lo que está pasando. Lo remite a los trágicos hechos del 7 de octubre del 2023 y encubre que en intervenciones propagandísticas anteriores (por ejemplo en una entrevista a Subrayado) reconoce que es una guerra muy larga.

Tiene la arrogancia de tratar a los uruguayos como idiotas y se presenta como frenteamplista en una típica operación de desinformación, una campaña sucia. En los últimos días se ha quitado el disfraz por un momento y ha demostrado que un provocador, no es judío, no es uruguayo y desde luego no es frenteamplista al agraviar a todo nuestro país, a nuestros valientes compatriotas judíos que reclaman la ruptura de relaciones con el Estado de Israel, o las mujeres judías y palestinas que bregan en conjunto por la paz y por el fin inmediato del genocidio.

¿Cómo ha quedado al descubierto el verdadero rostro de este sujeto? _Lo ha hecho al renunciar a su carácter de asesor de una oficina de intercambio entre la Universidad de Jerusalén y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación del Uruguay, agraviándose de la congelación o suspensión del acuerdo para instalar dicha oficina en Israel, que es uno de los frutos envenenados que dejó el gobierno de Lacalle Pou (quien desde luego fue quien nombró a este sujeto como asesor).

No importa que este individuo sea asesor de Zonamérica (que, por ejemplo y según parece es la guarida fiscal del argentino tetra milmillonario, el más rico de su país pero que vive en Uruguay para no pagar impuestos, entre otras cosas). No importa que sea Gerente General de un parque tecnológico en Israel. Eso no lo desmerece. Aunque para los adulones que reciben los regalos del gobierno israelí o tienen su íncubo fascista, la oficina congelada es un “gran beneficio” para Uruguay y este promotor es un mesías de la innovación.

El problema está en que en su arrogancia racista ha insultado al Canciller de la República, llamándole “judío de mierda” y lo que es mucho peor atribuyéndole el carácter de kapo de campo de concentración nazi. Este sujeto no es un ignorante, seguramente sabe que los kapos del sistema concentracionario nazi y en particular en los campos de exterminio, los que verdugueaban a los presos en las barracas y en los patios no eran de las SS pero tampoco eran los desventurados judíos internados que sobrevivían por algunas semanas o meses retirando los cadáveres de las cámaras de gas. Los kapos eran, en su inmensa mayoría los abuelos y los padres de Zelenski, los fascistas ucranianos ferozmente antisemitas.

La tesitura infamante de fondo de Vilensky es que hay judíos de mierda, que son los que se oponen a la política racista y colonialista de Israel, y recurre nada menos que a insultar al Canciller Mario Lubetkin y a través de este a todo el pueblo uruguayo. Al incurrir en esta vileza, a este escupitajo en el rostro del país en que nació, nos muestra cual es su verdadera estofa moral.

Desde luego que hubo y hay uruguayos de mierda, judíos de mierda, alemanes de mierda y/o árabes de mierda pero no son los que pretende enchastrar Vilensky. Él mismo se ha colocado en el lugar que le corresponde.

En el levantamiento del gueto de Varsovia contra los nazis, en 1943, no sabemos donde estaríamos nosotros, si con los combatientes contra los nazis, como Mordejai Anilevich y Mira Fuchrer, o con los policías judíos del gueto que reprimían a los desdichados judíos en él, o con los desgraciados e ingenuos dirigentes del Judenrat que trataron de negociar con los nazis y terminaron suicidándose o enviados a los campos de exterminio al comprobar que con los fanáticos racistas no hay negociación posible.

Lo que si sabemos ahora es que Salomón “Lalo” Vilensky estaría y está con los que encubren los crímenes. Sujetos como Vilensky ni siquiera habrían jugado un papel entre los oficiales de las SS encabezados por el general Jürgen Stroop (ese papel le correspondería ahora a Nethanyahu, a Smotrich y sus secuaces), sino con las tropas auxiliares y la Policía Azul judía.

Las organizaciones judías clandestinas Zydowska Organizacja Bojowa (ZOB), de izquierda, y la Zyowski Zwiazek Wojskowy (ZZW), de derechas, enfrentaron a los nazis. Instalaron puestos de vigilancia en cada esquina y ejecutaron a todo judío acusado de colaborar con los alemanes, incluyendo a policías. Después de un primer enfrentamiento los nazis reunieron 2.054 soldados y 36 oficiales, incluyendo a 821 granaderos de las Waffen SS. Ordenaron a 363 colaboracionistas de la Policía Azul polaca que rodearan el gueto. Con tanques, vehículos blindados, armas químicas, lanzallamas y artillería reanudaron el asalto.

Sabiendo que el final se acercaba, la población de Varsovia se aglomeró en las puertas del gueto, más que todo por curiosidad, porque el racismo y el miedo a los nazis habían ahogado cualquier simpatía hacia la causa judía. Tal vez entre esos espectadores podrían estar los amigos del Lalo. El gueto continuaba siendo arrasado a diario; el general Stroop relató en su diario como “familias enteras se arrojan por las ventanas de los edificios incendiados”. El 6 de mayo registró la captura de 1.500 judíos y asesinato de 365 combatientes, a los que calificó como bandidos.

Debido a las tácticas de guerrilla de los combatientes judíos, los alemanes dejaron de atacar por la noche. Los resistentes judíos y polacos aprovecharon para intentar romper el cerco, pero fracasaron. Los edificios eran ruinas humeantes; en sus sótanos se escondían sobrevivientes, que compartían refugio con los cadáveres, devorados por las ratas. Para el 8 de mayo se totalizaban 20 días de combates continuos. Ese día, los alemanes tomaron el cuartel general del ZOB (calle Mila Nº 18) y ejecutaron a todos. Mordejai y su novia se suicidaron antes de que irrumpieran los nazis. Algunos escaparon por las alcantarillas. Los alemanes incendiaron el gueto, los sobrevivientes escondidos entre las ruinas, padecieron hambre y sed atroces.

El 13 de mayo de 1943, Stroop señalaba en su informe final:

180 judíos, bandidos y subhumanos han sido aniquilados. El sector judío de Varsovia ya no existe. Las operaciones a gran escala finalizaron a las 20:15 horas al hacer explotar la sinagoga de Varsovia. El número total de judíos con lo que se actuó fue: 56.065, incluyendo judíos capturados y judíos cuya exterminación puede ser probada.

Los líderes del ŻOB, Itzhak Cukierman y Zivia Lubetkin, sobrevivieron al exterminio del gueto y años después testificaron en el juicio contra Adolf Eichmann en Israel. Ambos murieron en ese país. No sabemos si el Canciller Lubetkin tiene algún parentesco con Zivia, la destacada combatiente antifascista ( la única mujer en integrar el Comando General de la organización militar judía en Varsovia). Pero vista la actitud de Vilensky podemos considerar que la suya es insultante también para la memoria de los héroes del gueto.

Por fin Vilensky escribe carta disculpándose por haber insultado al Canciller Lubetkin y parece que cree, como el senador Da Silva, que con una disculpa se puede borrar toda una trayectoria de provocación y agravios.

Por Víktor Zinnelman

 

 

 

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