“Misión rescate” Supervivencia en situación extrema

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La supervivencia como mero instinto de conservación o como reafirmación de la vida y radical desafío a la adversidad, es la reflexiva materia temática que propone “Misión rescate”, la última película del realizador británico Ridley Scott.

Este film de ciencia-ficción que se exhibe en formato 3D, es, sin dudas, un proyecto cinematográfico ambicioso, acorde con la identidad de la vasta carrera cinematográfica del autor.

Aunque Scott ha alternado productos de alta calidad artística con títulos realmente olvidables, es reconocido por dos películas de culto, como “Alien, el octavo pasajero” (1979) y “Blade Runer” (1982).

Empero, también sobresalen en su larga carrera “Los duelistas” (1977) y “Thelma y Louise” (1991) y aun “Gladiador” (2000), por su construcción estética y espectacular aliento épico.

Tras dos o tres sonados fracasos más de crítica que de taquilla, el cineasta regresa con un film que le permite recuperar terreno entre los cinéfilos de paladar exigente.

Por supuesto, su desafío era incursionar en un género que bien conoce, pero aportando una mirada diferente que lo desmarcara de propuestas precedentes.

Aunque las referencias más próximas en el tiempo son naturalmente la soberbia “Gravedad” (2013) y la efectista “Interestelar” (2014), parece obvio evocar a las formidables “2001, Odisea en el espacio” (1968) y “Solaris” (1972), dos auténticas obras maestra de ciencia-ficción de intenso vuelo poético e impronta metafísica.

En “Misión rescate”, el tema vertebral es el drama de un astronauta que queda aislado nada menos que en Marte e imposibilitado de regresar a la Tierra.

El protagonista de esta nueva odisea es Marcos Watney (Matt Damon), quien es dado por muerte en medio de una devastadora tormenta y, por ende, abandonado a su suerte a millones de kilómetros de distancia de su hogar.

Aunque el planteo inicial reproduce la dramática situación de la científica encarnada por Sandra Bullock en la sugestiva “Gravedad” del creador mexicano Alfonso Cuarón, el ulterior curso de la narración corrobora que esta película propone un discurso cinematográfico radicalmente diferente.

En efecto, en este caso Scott no soslaya el humor como recurso, aunque pueda contrastar con la compleja situación de emergencia que afronta el astronauta y hasta herir la sensibilidad de cierta crítica convencional y aferrada a los clichés y las fronteras entre géneros.

El relato está fuertemente marcado por la tensión de una contingencia de alta complejidad, en la cual está en juego la vida de un ser humano.

 

Esa es la clave de la peripecia del solitario cosmonauta, quien, aunque logra comunicarse con la NASA y anunciar que aun existe, deberá asumir la proeza de sobrevivir en condiciones particularmente adversas hasta ser rescatado, ya que sólo dispone de provisiones para un mes.

MISION RESCATE (2)

En ese contexto, recurre a sus conocimientos científicos para crear una huerta orgánica abonada por excrementos que le permita cultivar papas y alimentarse, acorde con la imperiosa necesidad de resistir y mantenerse con vida a la espera de un milagro.

Con su reconocida sabiduría artística, Ridley Scott construye una triple escenografía signada por la agobiante incertidumbre, en la cual interactúan -en diferentes espacios físicos- el “náufrago” espacial, los técnicos de Houston en la Tierra y los compañeros de tripulación del infortunado navegante que aspiran a protagonizar un imposible rescate que desafía todo planteo racional.

Esa trilogía de denodados esfuerzos, que para nada está exenta de controversias y mezquindades, reposa sobre la convicción que casi nada es una utopía cuando sobra la voluntad.

Por supuesto, el relato asume un acento profundamente realista, tanto en lo que atañe a las situaciones como a la descripción de los áridos paisajes marcianos que denuncian la cruda hostilidad del territorio.

No menos contundente es el discurso humanista de esta propuesta cinematográfica, que reflexiona sobre las actitudes y los sentimientos más plausibles y rescatables de la condición humana, como el amor, la valentía y la solidaridad entre otros.

Pese a sus casi dos horas y media de duración, “Misión rescate” mantiene enhiesta la atención del espectador, porque es un producto artístico elaborado con oficio y narrado con esmero y cuidado del destalle, que mixtura adecuadamente el drama, el suspenso y la aventura, acorde a las pautas del cine de pasatiempo.

La actuación de Matt Damon, quien protagoniza un unipersonal para el mejor recuerdo, coadyuva a transformar a esta película en una propuesta altamente consumible, en sintonía con el bien ganado prestigioso de Ridley Scott.
Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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