Europa, Occidente y después – En la cruz de los caminos.

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Europa se enfrenta a la disyuntiva de ser o languidecer. De continuar así, sin asumir responsabilidad cabal por su propia seguridad, a la vez que determina qué identidad la singulariza y proyecta en este mundo multipolar corre serio riesgo de no poder mantenerse con sus estructuras burocrático-políticas y geopolíticas, sin perder cohesión y sentido.

Occidente, a su vez, esencialmente en lo geopolítico, está en la antesala de cambios y/o movimientos sísmicos, en un extremo, por la posibilidad concreta de pérdida de relevancia geoeconómica y geoestratégica sea frente a China, sea, asimismo, y eso se juega ahora en el tablero mundial, frente a Rusia, y en el otro por la presumible impericia y aislacionismo que el nuevo Gobierno americano le de o no a su gestión que, por lo pronto, asoma como caótica pero que sería apresurado catalogar hasta no tener mayores datos de sus acciones, por lo menos, en el corto plazo.

Hector-Valle-Mencionábamos a Rusia que, por ejemplo, ansía no sólo retener la península de Crimea, a la que tuvo como propia, por las buenas o por las malas, en un espacio temporal prolongado (1783/1994) en el que hubo pocas interrupciones – de pocos años de duración cada una, y en su mayoría violentas – para luego volver a estar bajo su égida, como ocurre en la actualidad, sino también no pierde de vista el objetivo tener bajo su control los territorios que tuvo la URSS hasta su disolución.

El después (del título) es un misterio, en tanto en cuanto, por acción u omisión, errores o medidas precipitadas, tanto los EUA, como Europa, no atienden aspectos esenciales y de largo aliento, por imperio de operar en función de necesidades, básicamente las “urgencias” económicas del gran capital.

Actualmente, Europa se encuentra en el ojo de la tormenta de una crisis humanitaria que, producto de la insensata acción belicista, con su manto de “guerra humanitaria”, liderada por los EUA, Inglaterra e inicialmente España (por la torpe y miope operatividad del neofranquista Aznar, apurado como siempre en atender los deseos imperiales) y luego Francia, hicieron valer el concepto  que subyace, de elaboración norteamericana, con matriz mesiánica de “la responsabilidad DE proteger”, en lugar de la que hace ya unos años el Brasil presentara, ya con un talante de moderación y autocrítica que consiste en “la responsabilidad EN proteger”.

A su vez, la crisis humanitaria existente en el Oriente (donde tanto el Cercano como  el Medio muchas veces se confunden y trenzan, por imperio de multicausalidades actuantes), comprende tanto la migratoria cuanto la barbarie a las que se ven enfrentadas las poblaciones civiles de los países en guerra. Poblaciones que o son diezmadas por los combates cruzados, o por las hambrunas e incluso hasta por masacres que fríamente varios bandos en pugna toman a su cargo como “solución étnica” o simple y puro odio.

A lo que debe sumársele el accionar terrorista que, antes que religioso, tiene mucho más que ver con el odio de unos, la impotencia de casi todos aquellos que sufrieron y continúan sufriendo ataques directos, como indirectos,  de ejércitos regulares como de contratistas (eufemismo para no decir  mercenarios, junto con los nuevos “guerreros”: los drones, que matan sin piedad a combatientes como a civiles indefensos.

Asimismo, como resultado de tales odios se reflejan nuevas formas de guerra permanente antes desconocidas como ser la guerra en las calles y otros lugares públicos de ciudades a lo largo y ancho del Occidente, sin preaviso ni tampoco un único y homogéneo modus operandi.

Aclaramos que no convalidamos ninguna de las dos caras del rostro insano y desgarrador de la guerra: ni la del invasor, torpe y bruto, ni la de la reacción tan bárbara como injustificable.

De aquellos y otros errores de las “principales democracias occidentales” es que se ha nutrido, entonces, tanto Osama Bin Laden (“activado”por la inteligencia americana y nunca “desactivado”, al menos psicológicamente), como el no prestar atención a la oficialidad de Irak, hoy presente desde el ISIS, etcétera.

En realidad, los errores geoestratégicos de las potencias occidentales vienen siguiendo una línea de acción, tan creciente como ciega, desde el final del oprobioso reinado (1941/1979) en Irak (Persia) del Sha Mohammad Reza Pahlevi, a las que luego, evidentemente, se les sumó la reacción bárbara y también oscurantista de los contrarios.

Europa, como lo expusiéramos al inicio, ha languidecido a la sombra del Águila. Y ahora el Águila piensa en otros vuelos.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) vive en la misma antesala de su baño de realidad: los EUA han sido muy directos, antes con Obama, mucho más ahora con Trump a que Europa madure y pase a cubrir, en mayor medida y urgentemente, su presupuesto.

En ese sentido, la reciente reunión entre el nuevo Secretario de Defensa, el General James Mattis, en el Pentágono, con su par alemana, la Señora Ursula von der Leyen, no tuvo de inmediato el resultado deseado pues la Ministra confundió los buenos modales del americano, que los tuvo, para con ella con el mantenimiento de un status quo que EUA no quiere continuar. Es decir, ahora sin mucho espacio para la paciencia, que ya se ha prolongado por 70 años, se quiere que Europa asuma su responsabilidad también en metálico, pero manteniendo la hegemonía americana en el Atlántico Norte.

Ahora bien, estos son los deseos de los EUA, ¿pero son también los de la Europa de hoy?

El semanario alemán DER SPIEGEL, en su editorial del pasado 17 de febrero (“Europe Must Plan to Defend Itself”), expresó por ejemplo que “la OTAN no es obsoleta, pero su importancia decrece, en tanto se vuelve hueca”. Del resto de su lectura podemos concluir que lo que se propunga es el dejar de depender, en ese sentido, de los EUA y pasar a tener una responsabilidad propia con su propio diseño de Defensa. Emanciparse, vamos.

¿Lo tolerará EUA? ¿Y Rusia, cómo responderá?

Así, pues, entre las primeras determinaciones estratégicas, le cabe resolver qué tipo de relación mantendrá o pretenderá mantener con Rusia, tema ríspido como pocos y no sólo por la debilidad europea en lo que a energía se refiere, sino también en el plano de la seguridad del continente bien como las acciones bélicas en curso en el Oriente.

Asimismo, tanto Alemania como el resto de las naciones de la UE, no deben perder de vista, sea lo que pasa en Polonia, que revive horas sombrías con la dirigencia de extrema derecha, hoy en el poder, sea lo que puede llegar a suceder en Francia, que tiene en su horizonte cercano la posibilidad de acompañar a Polonia.

En definitiva, Europa, como el Occidente, vive horas cruciales de cuya resolución se abrirá un horizonte complejo en una bifurcación de dos caminos posibles pero antagónicos, a saber: si se opera en el sentido de los valores más caros a sus orígenes y se yergue, iniciando una nueva era difícil pero con sentido, o se hunde progresivamente en una miasma de la que no tendrá salida digna ni pacífica.

 

Por: Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo

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