Según el Politólogo Adolfo Garcé, para ver de conjunto lo que está pasando en la campaña electoral de cara a octubre; “no debiéramos caer en el reduccionismo que es explicar las elecciones en Uruguay a partir de personajes, a partir de líderes. Casi nunca, las elecciones en Uruguay, se explican a partir de candidatos. Porque hoy por ejemplo, ni lo de Lacalle Pou, que ha demostrado ser un gran candidato, es comprensible sin un contexto.” Lo que sigue son los tramos fundamentales del dialogo que La ONDA digital mantuvo con Garcé, sobre cómo ve los rasgos más salientes de la campaña camino a octubre o quizás a noviembre.
-¿A prácticamente dos meses de octubre cuáles son las primeras impresiones que le provoca el panorama político de estos días?
-La primera palabra que me viene a la cabeza, es la palabra “incertidumbre”. La segunda sería “sorpresa”. Porque creo que no esperábamos, los analistas políticos de nuestro país, estar hablando de incertidumbre, a pocos meses de las elecciones. Es decir, había cierto consenso que el Frente Amplio – con Tabaré Vázquez como candidato – era nuevamente el favorito. Por el contrario en este momento, creo que existe cierto concordancia en que el resultado de la elección está muy abierto, el Frente Amplio puede perder y, por lo tanto, estamos sorprendidos y tratando de entender qué fue lo que pasó. Diría que no nos pasa nada demasiado distinto a lo que le pasa – creo – al Comando del Frente Amplio.
-¿Dónde se nota que está en esa situación el Comando del Frente Amplio?
– Y, en los trascendidos. Se sabe que hay dirigentes del Frente Amplio preocupados y que se está hablando todo el tiempo, al menos desde el 1° de junio. Ya pasaron dos meses y pico, ¿De qué hablan estos trascendidos? Se está hablando que el Frente tiene que desarrollar nuevas estrategias. Y a medida que pasa el tiempo, el Frente Amplio tiene malas sensaciones. Es decir, está atravesando la campaña con un sentimiento de incomodidad, con la sensación de que no le está saliendo bien, que no es la campaña electoral que el Frente Amplio esperaba.
¿Eso se trasunta en los discursos de sus principales candidatos?
Yo no creo, no lo veo tanto en eso. Se trasunta, más bien, en los comentarios laterales, en los trascendidos. Tampoco puedo asegurar que Tabaré Vázquez esté realmente preocupado, por el contrario, no da señales de estar realmente preocupado.
– Más bien, en su discurso, reafirma no estar así…
– Exactamente. No se si lo dice porque cree que le conviene, porque trata de tranquilizar a dirigentes, militantes y votantes, o porque – sinceramente – está convencido que el Frente Amplio va a volver a ganar las elecciones cómodamente. Y si es así, si Tabaré Vázquez está convencido que el Frente Amplio gana nuevamente la elección, una de dos: o él está muy equivocado, o nosotros, los politólogos, estamos muy equivocados.
– ¿Se puede hablar de confusión o una especie de pesimismo ya instalado?
– Yo creo que sí. El Frente Amplio está un poco desorientado. No está sorprendido, sino desorientado. Creo que está preocupado y la expresión es “¡Qué raro!, “¿Qué pasó?”. ¿Por qué si todo estaba tan bien, por qué si era tan evidente que el Frente Amplio era el favorito, porqué todo pasó tan rápido?”.
– Pero es a partir de las internas que deviene esta inflexión…
Fue así, exactamente. El momento de la inflexión fue la noche del 1° de junio, cuando se conocieron los resultados. Pero creo que las internas fueron como la punta del iceberg, o es el momento en el que pudimos ver – con claridad – que algo distinto, que algo extraño, estaba ocurriendo en la opinión pública. Por ejemplo, este malestar con el gobierno del Frente Amplio, con el estado, que hace que no se sepa qué va a pasar dentro de dos meses y medio o tres, creo que no lo percibíamos en su verdadera dimensión. Pienso que el propio Frente Amplio no lo percibía. Pero venía de antes. Asoma el 1° de junio, cuando muy poca gente va a votar, cuando vota mal el Espacio 609 dentro del Frente Amplio, o cuando se cae también relativamente el Frente “Líber Seregni”, cuando vota mal el Partido Socialista, cuando irrumpe Raúl Sendic. Cuando vota muy bien Constanza. Es decir, en el Frente Amplio se acababa de producir toda una serie de señales, de disconformidad o cambios de opinión de su electorado. El 1° de junio es un momento clave, porque allí creo que los frenteamplistas – los analistas que lo miramos desde afuera -, percibimos que hay algo que está pasando y que ese resultado de la elección hace cambiar las perspectivas de octubre y de noviembre.
– Hay estudiosos que ubican ya algunas señales cuando en mayo de hace cuatro años, se votó la Intendencia de Montevideo…
– Es cierto. Lo que pasa es que ahí, muchos pensamos que el malestar era con el gobierno departamental. Es decir, yo lo veo así; el hecho que había electores frenteamplistas, o que había electores que habían votado al Frente Amplio pero lo habían hecho de mal humor no es ninguna novedad. Pero se pueden agregar algunos datos de encuestas del 2010. Acá ya se percibía el mal humor, o cosas que no funcionaban demasiado bien en la Intendencia. Hoy, no hace mucho tiempo surgían opiniones que están indicando comportamientos politicos dispuestos a cambiar de partido, dispuestos a darle una oportunidad – en Montevideo – a los partidos tradicionales en las próximas elecciones departamentales. Surgían así razones para creer que el Frente podría perder en Montevideo en el 2015. Ahora, ¿alguien podía creer que se podía perder a nivel nacional? Parecía mucho más remoto.
– ¿No se habrán acumulado aquellos malos humores más los que hayan venido después?
– Su pregunta es muy buena. De hecho ya he recibido algún otro comentario por el estilo. Porque, ¿hasta dónde la gente separa la gestión? Es decir, ¿hasta dónde la gente razona de este modo: “bueno, una cosa es el Frente Amplio a nivel de Montevideo y otra cosa es el Frente Amplio a nivel nacional”? Es decir, el elector no separa tan nítidamente las cosas, ¿no? De última, siempre hay una tradición en el Uruguay de votar todo junto. Si confiás en un partido a nivel departamental, confiás en un partido para el cargo nacional. Esto es bastante habitual en la política uruguaya.
– ¿Cuánto incide también el factor de la juventud de Lacalle en la situación del Frente Amplio?
– No es la juventud, sólo, es todo el estilo. Todo el estilo de hacer política, toda esa cosa desacartonada, fresca, energética. Ese impulso tan sorprendente por la positiva que nos tomó por sorpresa a todos. Porque estábamos acostumbrados a otro tipo de confrontaciones políticas y competencias políticas. Es todo el fenómeno de Lacalle Pou. La juventud es un dato importantísimo, pero es todo lo demás. Es el tono que le dio a la campaña, la emoción que le dio, la alegría que trasmitía. Son muchas cosas.
¿La gestualidad?
Sin duda. Sí, la gestualidad y esa capacidad para construir emoción. ¡Esa es una cosa muy impresionante! Para uno, que ha visto a la izquierda durante décadas, poniéndole emoción a las cosas. Ahora la izquierda es aburrida. Es como que se cambiaron los papeles, es como que ahora, el Frente Amplio es el Partido Colorado y el Partido Nacional es el Frente Amplio.
– Si partimos del razonamiento que durante mucho tiempo se indicó el alto índice de popularidad de Tabaré Vázquez. La interrogante que surge es ¿cuánto de este fenómeno actual se le puede atribuir al período de Mujica?
– Ahora no le puedo contestar esa pregunta. O sea, yo también me lo pregunto y no tengo una respuesta clara. Creo que de hecho, hasta ahora, casi nadie ha tomado este “toro por las guampas”. La pregunta hay que hacérsela. A ver, ¿existe algún símil entre lo que le pasó a Sanguinetti con Batlle y lo que está pasando con Vázquez ahora? Debiéramos recordar que asume Batlle y la imagen de Sanguinetti cae, automáticamente.
– Y arrastra a todo el partido Colorado…
– Si. El caso Gelman, etc., etc. Entonces, acá, ¿podrá estar pasando lo mismo, dado que se han hecho tantas veces analogías? Entre Vázquez y Sanguinetti, o entre Mujica y Batlle. Es decir, la pregunta corresponde. Ahora, ¿qué es lo de Mujica, o del gobierno de Mujica que podría haber afectado a Vázquez? Por ejemplo, uno podría pensar: “bueno, Mujica, si algo tiene, es espontaneidad y – a su manera – frescura. Aún siendo un anciano, es un hombre fresco, ¿no? Por el contrario, creo que choca mucho la manera de comunicarse, la manera de actuar de Vázquez, esa rigidez y el acartonamiento de Vázquez, choca muchísimo con el estilo de Mujica.
– Aunque también generalmente se ha evaluado la metodología de gobierno de Mujica
– Sí, claro. Yo creo que acá, en realidad este fenómeno político que ha emergido, va más allá de Vázquez y va más allá de Mujica. Uno podrá decir: “bueno, Vázquez está unos años más veterano, Vázquez es aburrido, comparado con Lacalle Pou”. Uno podrá hacer todo este tipo de razonamiento y eso no se discute. Pero la pregunta que todos nos hacemos entre los que analizamos la política, en el fondo, es ¿qué vota la gente? ¿La gente vota candidatos o plebiscita gestiones? Capaz que acá, lo que hay, es – más que nada – cansancio con tantos años de gobierno frenteamplista. A mí me parece poco. A mi me parece que diez años es poco en la vida de un país…
– Pero ese razonamiento no coincide si lo comparamos con la historia de los partidos tradicionales…
– Pero capaz que para los tiempos que corren, en estas sociedades que manejamos información todo el tiempo, por ahí diez años es mucho. Y yo creo que lo que hay, es cansancio con el Frente Amplio. A ver, no sólo con el Frente Amplio. Lo que pasó el 1° de junio fue eso, ¿no? Quedó claro que había muchos líderes cuya imagen estaba desgastada. El 1° de junio, la gente dijo: “estamos cansados de Larrañaga”. O: “estamos cansados de los viejos líderes del Frente Amplio y votamos por Raúl Sendic y por Constanza”. Es decir planteado desde este ángulo el tema, lo que yo no sé si lo que hay es más cansancio con el Frente Amplio que cansancio con Vázquez.
– ¿No será – teniendo en cuenta lo que usted señala de Larrañaga o lo de – – Vázquez, que hay una parte de la sociedad uruguaya que está mirando la política desde otro lugar y lo que pretenden es otra cosa?
Si, sin duda. A mí, me gusta pensarlo de esta manera; es como que el Frente Amplio, o durante los años de gobierno del Frente Amplio, el Uruguay pesimista, el Uruguay triste, el Uruguay del bajón, como que desapareció. Volvió el optimismo. El crecimiento económico, que bajó la desocupación, que bajó la pobreza, muchos de los que se habían ido del país, retornaron, el Uruguay volvió a ganar en el fútbol. Es decir, volvió el optimismo. Y en este Uruguay en el que volvió el optimismo, en el Uruguay de los proyectos y del futuro, creo que calza mucho mejor un discurso más alegre, un discurso menos confrontativo, un discurso menos ideologizado, como el de Lacalle Pou.
– ¿No será que los temas económicos no son los únicos que la sociedad uruguaya está requiriendo ver como algo necesario?
– Eso también forma parte del desajuste que tiene el Frente con la realidad actual. Los temas económicos, quizás preocupan mucho menos. El desempleo no preocupa. Entonces, cuando Vázquez pone tanto hincapié en el pasado, cuando Vázquez habla como si hiciera falta calmar a alguien, yo creo que le está dando a lo económico una importancia que ya no tiene para la gente. Y, sobre todo, para los jóvenes. Para los jóvenes es muy probable que les interese más qué va a pasar con temas como Aratirí, o lo que pasa con la delincuencia, que lo que pase con el Ministerio de Economía.
– Entonces; el Frente sería víctima de sus propios logros…
– Yo creo que, en algún sentido algo de eso está pasando. Para empezar, si a Vázquez no le hubiera ido tan bien como presidente, el Frente no lo hubiera ido a buscar. Y capaz que ahora el Frente, si no lo tuviera a Tabaré Vázquez, podría tener otra facilidad para conectarse con la sociedad, por ejemplo ya que uno de los fenómenos que pasa por estos días, es que a pesar que las cosas cambiaron en estos años, le está costando conectarse con ese país que él mismo reformó…
– Ahora, el “factor Vázquez”, ¿puede explicar el conjunto de esta situación?
– No, porque si no caeríamos en ese reduccionismo que es explicar las elecciones en Uruguay a partir de personajes, a partir de líderes. Y casi nunca, las elecciones en Uruguay, se explican a partir de candidatos. Porque ni lo de Lacalle Pou – que ha demostrado ser un gran candidato, es comprensible sin un contexto. O sea, ¿por qué funciona la juventud de Lacalle Pou y por qué funciona su propuesta nueva? Y sí, porque hay cansancio. Si no, no funcionaría. Entonces, no se trata sólo de Vázquez, no se trata sólo de Lacalle Pou, no se trata sólo de Mujica. Acá, lo que está pasando, es que muchos de nosotros no nos habíamos dado cuenta, pero es un partido de gobierno – probablemente – que ha cansado más de lo que suponíamos, a una parte importante del electorado. Y claro, cuando Tabaré Vázquez empezó su campaña haciendo el elogio de todo lo hecho, no hizo más que agravar toda esta sensación. O sea, si a un electorado que está un poco cansado de un partido, tu le decís: “¡Che, mirá qué fenómeno todo lo que hicimos!”, te desconectás mucho más de la sociedad y de las nuevas expectativas que tiene la gente.
– La juventud de Lacalle, la impronta actual de Lacalle, ¿será suficiente para imprimirle a un futuro gobierno – desde un partido tradicional – una nueva característica de gobernar?
– No lo sé. Pero él va a tener que mostrar otras cosas. Con la juventud, no alcanza. Lacalle tiene que mostrar destreza política. Mostró destreza, por ejemplo, en como manejó la relación con Larrañaga. Fue muy inteligente, también, en decir que el ministro más importante iba a ser el de Educación, en la designación de Azucena Arbeleche y me los imagino con muchas cartas en la manga…
– ¿Qué hecho trascendente tendría que hacer el Frente para cambiar, en dos meses, esta tendencia?
– El Frente, realmente, tiene mucho para mostrar de lo que hizo en el pasado. ¡Son diez años de gobierno con mucha obra, con éxito constante y sonante! Y, sobre todo, el Frente podría mostrar hacia donde podría ir un tercer mandato. Creo que el Frente, todavía, tiene una agenda propia. A veces les pasa a los partidos políticos que se quedan sin agenda. Pero en este caso es un poco extraño lo que le esta sucediendo. No es una naranja que se quedó sin jugo. Todavía tiene una agenda social, una agenda productiva, una agenda en el terreno de los derechos. Pero no ha logrado buscarla, no ha logrado mostrarla, no ha logrado entusiasmar. La idea de los cuidados es una idea superpoderosa, pero no logra trasmitirla. Porque, ¿quién no cuida a alguien? Todos cuidamos a alguien. Los padres cuidamos a nuestros hijos y, a su vez, también cuidamos a nuestros padres. Todos, quien más, quien menos tiene planteado este tema.
– De acuerdo a estas observaciones ¿Cuánto margen – un mes, quince días, veinte días – tiene el Frente, para modificar algo y darle otro énfasis a la campaña? Porque el factor tiempo, parecería ser también un factor político, ahora.
– Pensemos lo siguiente; hace cinco años, el Frente, ya había definido la elección. O sea, en agosto de 2009, la elección ya estaba liquidada, porque el Frente había logrado demoler a Lacalle Herrera. Cada cosa que decía Lacalle en aquel momento, era contestada – ferozmente – por el Frente Amplio. Y, ahora, estamos en una situación completamente distinta. El Frente Amplio no sabe contestar, o contesta sin capacidad de diálogo. Obviamente, para poder pelear la elección, se necesitan armas. Debería aprovechar al máximo el tiempo que le queda.
– En caso de un balotaje, ¿cómo observa la relación Partido Colorado/Partido Nacional, dados los discursos que están teniendo?
– Y bueno, ese es un gran debe que tiene la oposición. La falta de coordinación entre ellos, que la afecta. Puede pasar, perfectamente, que Lacalle Pou tenga una excelente votación en octubre y no gane el balotaje en noviembre. Porque puede pasar, perfectamente, que haya electores que hayan votado en octubre al Partido Colorado y no estén dispuestos a votar a un Lacalle Pou. Yo le pregunto, y es un ejemplo. Capaz que una personalidad como Fernando Amado no votan a Lacalle Pou. Capaz que sí, capaz que no. No lo sé. Pero, en todo caso, la oposición, ahí tiene un problema. Porque yo, por ahora, no veo que construyan ese puente. Pero, en todo caso, la oposición, ahí tiene un problema. Por ahora, no veo que estén construyendo esos puentes. O están tan confiados que no precisan construirlo, o no pueden hacerlo. Pero yo creo que, por ejemplo, en el 99, en el balotaje, Batlle logró que todos los blancos votaran por él. Hubo un compromiso programático, un pacto, etc. con anterioridad. Pero, por ahora, no se ve nada de eso. Quizás estén esperando a noviembre. No lo sé. Pero bueno, en todo caso, esta es una de las grandes preguntas de esta elección.
Politólogo Adolfo Garcé
Licenciado, Magíster y Doctor en Ciencia Política por la Universidad de la República, Profesor Agregado Grado 4 en la Facultad de Ciencias Sociales y en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (UdelaR).
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