La sombra de una guerra comercial: Los BRICS tratan de enderezar un barco que hace agua

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Una guerra comercial puede provocar desorden en la cadena de abastecimiento y un caos que termine acelerando la entrada del mundo en una recesión económica.

La advertencia fue hecha por Zhang Yansheng, investigador principal del Centro chino para el intercambio económico internacional, que se refería a recientes medidas de la administración norteamericana, que ha impuesto aranceles a la importación de productos chinos, respondida con medidas similares por la contraparte china.

Este era el escenario en vísperas de la cumbre de los Brics, un grupo de países diversos, con un pie en cada continente ­–Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica– y que celebró en Johanesburgo, Sudáfrica, a fines de julio, su décima cumbre. Mucho más de lo que auguraban diversos expertos, sobre todo la prensa occidental, que no veían en los Brics una convergencia de intereses suficientes para sostener el vuelo del grupo.

 Desafíos
Hace cinco años, cuando los Brics completaban, también en Sudáfrica, su primera ronda de las cumbres que se celebran anualmente en alguno de los cinco países miembros, el New York Times escribía que el grupo no tenía suficientes intereses, ni objetivos en común, para transformarse en una alternativa de peso a occidente. “Están profundamente divididos en algunas cuestiones básicas”, son “rivales, más que aliados en la economía global. Y han logrado avanzar poco en sus objetivos, estimaba el NYT.

Poco antes, Philipp Stevens había escrito en el británico Financial Times, que había llegado la hora de darle adiós a los Brics. Su colega en el periódico, Martin Wolf, uno de los más prestigiosos analistas mundiales, iba aun más lejos. Se acababa de celebrar la cuarta cumbre, en Nueva Dehli, en 2012. Los Brics habían anunciado su intención de crear un banco de desarrollo que podía desafiar los pilares del orden financiero internacional de posguerra: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, con su red de bancos regionales. A Wolf le parecía más viable mejorar el sistema existente que crear uno nuevo.

Los Brics, diría Wolff, “no son un grupo”, fue un invento de Jim O’Neil, de la banca de inversiones Goldman Sachs, en 2001, al que se agregó luego Sudáfrica. “Estos países no tienen nada en común, excepto que son llamados Brics”. Pero sus intereses y valores, sus sistemas políticos y objetivos son sustancialmente distintos, estimó Wolf.

Entre estos conflictos destacaba, por sus potenciales dimensiones, el de China e India, las dos potencias asiáticas cuyos movimientos tectónicos provocaban constantes terremotos en sus zonas de interés.

Esa imagen de un grupo sin futuro cambió luego de esta décima cumbre, como lo expresó el semanario británico Economist. En un artículo publicado el pasado 27 de julio la revista se preguntaba si los Brics no habían superado las expectativas que se tenía sobre su desempeño. El bloque de las mayores economías emergentes se ha mostrado sorprendentemente exitoso en alcanzar sus promesas, afirmaba la revista.

Visión corta
A los argumentos esgrimidos para dudar del posible éxito de los Brics no les falta sustento en la realidad, pero probablemente crecen de una visión de conjunto que permita evaluar también las fortalezas del grupo.

El bloque de los Brics, “al que diversos analistas daban por muerto, no solo sigue vivo: propone agenda a futuro y busca ampliarse”, escribió el politólogo argentino Juan Manuel Karg, en el diario Página 12. La participación del presidente argentino, Mauricio Macri, en la cumbre de Johannesburgo, despertó un mayor interés de los analista de ese país en el grupo. Macri asistió como presidente actual de otro grupo, el G-20, y expresó su interés de incorporarse a los Brics.

Otro invitado fue el presidente turco Recep Erdogan, quien también expresó su interés en sumarse al grupo. Turquía es también miembro del G-20 y, además, del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Por su posición geográfica, es una especie de bisagra entre occidente y oriente, que la hace ser cortejada por todos.

Estuvo representada, además, la Comunidad del Caribe (Caricom), conla asistencia de su presidente pro témpore y primer ministro de Jamaica, Andrew Holness.

En hecho de que la cumbre se celebrara en la más importante ciudad sudafricana fue ocasión propicia para un acercamiento con los países del continente, en general. No por casualidad el tema de la cumbre era “Los Brics en África: colaboración para un crecimiento inclusivo y una prosperidad compartida en la cuarta revolución industrial”.

Todos los líderes de los países de la Comunidad de Desarrollo de África Austral, integrada por 15 naciones, fueron invitados como observadores a la cumbre, donde celebraron una sesión de diálogo con los líderes de los Brics. Tanto India como China tienen importantes inversiones en estos países. El primer ministro de la India, Narendra Modi, por su parte, visitó diversos países africanos, antes de la cumbre.

Para Rusia el espacio de los Brics es particularmente relevante en estos momentos en que sus relaciones con Washington y Europa se ha tensado, en medio de las sanciones impuestas desde su anexión de Crimea. El presidente ruso, Vladimir Putin, destacó su visión sobre la importancia política del bloque, en contraste con aquellos que solo se refieren a su faceta económica.

Una transformación positiva de los lazos entre los países miembros es otro aspecto de la fortaleza del grupo que destacó el profesor de la brasileña Fundación Getulio Vargas, Oliver Stuenkel. Algo que ha creado una situación nueva pero que, en su opinión, atrae poca atención de los expertos.

Escenario incierto
El tema central que iluminaba todo el escenario de esta cumbre fue la incertidumbre creada por las políticas unilaterales con que la administración Trump ha decidido manejar su política internacional.

Los Brics reafirmaron su compromiso con las instituciones multilaterales en su comunicado final de 102 párrafos. También tomaron distancia de una política de austeridad impuesta por las instituciones financieras internacionales y los gobiernos conservadores occidentales, que amenazan el crecimiento mundial y criticaron la política monetaria “poco convencional” de los bancos centrales que estimulan la especulación en todo el mundo, más que el crecimiento doméstico.

Los Brics tienen algo que los une: su experiencia común, y rechazo al modelo de desarrollo neoliberal de décadas pasadas y de las instituciones financieras controladas por los países occidentales, el FMI y el BM, dijo la profesora de la Universidad de Manitoba, en Canadá, Radhika Desai, en un artículo sobre el desafío de los Brics al dominio económico occidental.

China e India
El año pasado, en vísperas de la cumbre celebrada en Xiamen, China, el presidente Xi Jinping habló de una sombra oscura que se extendía sobre el mundo. Era la época de mayores tensiones entre Washington y Piongyang, que parecía acercar el mundo a una guerra nuclear. Corea del Norte había detonado una nueva bomba precisamente cuando se iniciaba la cumbre y Xi pedía una nueva arquitectura internacional que dejara por fuera la amenaza de guerra.

Esta cumbre de Johannesburgo se celebra en un escenario distinto, luego de que Trump y Kin Jong-un se reunieran en Singapur y alcanzaran un acuerdo que, aunque poco preciso, ha contribuido a desescalar las tensiones en la península coreana.

También han tomado un nuevo rumbo las relaciones entre los dos vecinos, China e India. Tres semanas antes de la cumbre, Xi se reunión con el Primer Ministro indio, Narendra Modi, en un encuentro informal en Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en China central.

Areeba Falak, periodista india, escribió entonces que una inesperada bonhomía surgida en el marco de la reunión despertaba la esperanza de que ambos países pudieran entrar en un período de relaciones más constructivo.

Las tensiones entre ambos no se han limitado a problemas fronterizos en diversos pasos del Himalaya, sino también a tensiones creadas por la iniciativa china de la Ruta de la Seda, que estuvieron cerca de transformarse en un incidente militar.

Críticas
La consolidación de los Brics, en todo caso, tampoco deja de despertar críticas, como lo expresó el profesor Reginald Nalugala, de la Universidad de Tangaza. ¿Cómo puede el Brics ayudar a África a desarrollarse si su política es promover la exportación de materias primas hacia China, India o Brasil, se preguntaba. Esta práctica está destruyendo la industria africana, que exporta materias prima e importa luego estos productos reelaborados. Como ejemplo puso el caso de la República Democrática del Congo, el país más pobre de  África, que tiene más de 1.100 tipos de minerales y es rica en coltán, cobalto, diamantes y oro.

Patrick Bond, coautor del libro Brics: An Anti-Capitalist Critique, fue más amplio en sus críticas al grupo, destacando la contradicción entre un lenguaje progresista utilizado en las cumbres y las políticas nacionales, muchas veces contradictorias con lo que ahí su plantea.

Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital
gclopes@racsa.co.cr

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