La aproximación de la asesoría a las dos candidaturas con relación a la coalición de accionistas y financieros es evidente. Y los programas, en esencia, son idénticos. Los coordinadores de los programas económicos de las candidaturas de Aécio y Marina, ponen su acento en una política monetaria más austera. “O existen dos Marinas Silvas, o existen dos Aécios Neves.” De esta manera, el periodista Jânio de Freitas, en un artículo publicado en la Folha de S.Paulo, formula la constatación que los programas de gobierno de los dos principales candidatos de la oposición a Dilma Rousseff en la elección presidencial, son tan semejantes que, en esencia, son idénticos.
He escrito en mi columna en el Jornal do Brasil que existen dos grandes campos políticos en disputa en Brasil, el social-desarrollista y el neoliberal. En la esfera político-institucional, esto se expresa en la oposición entre el PT y el PSDB, los dos principales partidos de cada uno de estos respectivos campos. En realidad, se trata de dos modelos de capitalismo. Más allá de las tendencias estructurales de la economía internacional, el área política fundamental para la conformación de estos dos modelos, es la política macroeconómica, pues, por medio de ella, el gobierno trata de influir en el comportamiento de agregados económicos, como el crecimiento, el empleo, los ingresos, la inflación y la balanza de pagos. Hay tres áreas muy importantes en la macroeconomía, en la perspectiva de la acción gubernamental: las políticas monetaria, cambiaria y fiscal.
El coordinador del programa económico de Aécio Neves es Armínio Fraga, ex presidente del Banco Central en el segundo mandato de Fernando Henrique Cardoso, inversor y ejecutivo del sector financiero. El núcleo de asesores de Marina está compuesto por André Lara Resende y Eduardo Gianetti da Fonseca (economistas liberales) y Neca Setubal (multimillonaria del Grupo Itaú). La aproximación de la asesoría de estas dos candidaturas con relación a la coalición de accionistas y financieros, parece ser evidente. Las propuestas de ambos caminan en dirección a confirmar esta hipótesis.
Los dos ponen énfasis en una política monetaria más austera, apuntando, en un primer momento, a alcanzar el centro de la meta de inflación, situada hoy en un 4,5%, y, en seguida, disminuirla aún más. El instrumento de combate inflacionario con el que cuenta el sistema de metas de inflación para la acción política del Banco Central, es la tasa de interés. La propuesta de estos dos candidatos, por lo tanto, implica una suba acentuada de la tasa de interés, que favorece a accionistas y financieros. Ambos también proponen una medida defendida por la coalición entre accionistas y financieros: la formalización de la independencia o de la autonomía del Banco Central, dependiendo de como cada uno denomina este objetivo. Pero no parece haber descontrol inflacionario en el país. Véase, por ejemplo, lo que dice un material reciente de la Folha de S.Paulo: “El promedio de la inflación anual en el período de Armínio Fraga fue de 8,78%. En el período Lula, fue de 5,79% en los dos mandatos. Con Dilma, la inflación promedio debe situarse por encima del 6%”.
Por otra parte, como la restricción monetaria impacta en los gastos de la deuda pública, o sea, en el pago a los acreedores del Estado (accionistas y financieros), la propuesta de ambos pone énfasis en una mayor recaudación del superávit primario, la reserva presupuestaria para pagar los intereses. Con relación a la política de valorización permanente del salario mínimo, que implica beneficios sociales y costos para las arcas públicas, Eduardo Gianetti da Fonseca dijo lo siguiente: “Corregir el salario mínimo mediante el crecimiento de hace dos años y el IPCA del año anterior, no tiene el menor sentido. También es complicado reajustar el beneficio previsional por el salario mínimo. Vincular en forma perpetua el salario mínimo, no tiene sentido” (Folha de S.Paulo, 21/10/2013). Sucede que la deuda líquida del sector público viene bajando año a año. En diciembre de 2002, era del 60,4% del PBI y cayó al 33,6% del PBI en diciembre de 2013. Durante este período, la tasa Selic, que es la tasa básica de interés de la economía, se ha mantenido en niveles compatibles con la reducción de los costos de la deuda pública.
Con relación al tipo de cambio, un precio fundamental de la economía, la convergencia liberal de las dos propuestas, apuesta a la mera fluctuación monetaria, sin mencionar un problema muy serio: la apreciación de la moneda brasileña resultante del ingreso masivo de dólares. El programa de Marina Silva, por ejemplo, dice que va a “mantener el tipo de cambio libre, sin la intervención del Banco Central”. A pesar que una devaluación muy acentuada de la moneda no sea recomendable, por el impacto en el aumento de la inflación, la mera fluctuación cambiaria, sin algunos instrumentos administrativos de control (operaciones de compra y venta de dólares en el mercado abierto, IOF, etc.), puede apreciar mucho la moneda y agravar las tendencias a la vulnerabilidad exterior, la crisis cambiaria y a ataques especulativos. Hemos convivido desde 1994 con una tendencia de apreciación del tipo de cambio y de vulnerabilidad exterior, y las políticas neoliberales tienen mucha responsabilidad en esto. Privar de mecanismos de control administrativo a la autoridad monetaria reforzará la tendencia a la sobrevaluación.
Por último, existe una convergencia liberal en los principales candidatos de oposición al gobierno federal. Queda evidente en las propuestas de política macroeconómica, la principal área de política que distingue a los dos grandes modelos de capitalismo en disputa, el social-desarrollista y el neoliberal.
Marcus Ianoni
Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal Fluminense.
Traducido para LA ONDA DIGITAL por Cristina Iriarte
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