¿Golpe o no golpe? ¿Fraude o no fraude? ¿Aciertos, errores? Corren ríos de tinta sobre casuísticas legales y políticas en Bolivia, mientras crece la tensión y el conflicto en todo el país, después que una oposición derrotada en las urnas tomó por asalto las calles. Lo habían anunciado antes: no reconoceremos un triunfo de Evo Morales, había dicho el candidato opositor Carlos Mesa.
¿Qué está en juego en Bolivia? Con la crisis del país en pleno desarrollo, los debates difícilmente terminarán. Cada uno tiene su propia explicación.
Pero una mirada al escenario político permite ir viendo la naturaleza de las fuerzas en pugna en Bolivia.
Dos periodistas – Francesco Manetto y Fernando Molina– de la edición brasileña de El País resumieron el debate en el título de su artículo: “gobierno ultraconservador busca enterrar herencia de Evo Morales”.
Lo primero que abordan es la naturaleza del gabinete nombrado por Jeanine Áñez, ella misma designada presidente de Bolivia por las fuerzas que asaltaron el poder, sin el apoyo parlamentario necesario y sin que la asamblea acepte la renuncia de Morales. Asamblea en la que Morales tiene mayoría, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.
Su destitución se suma a los golpes en Honduras, Paraguay, Brasil, Ecuador, donde gobiernos progresistas son destituidos por maniobras que involucran a instituciones, políticas, jurídicas, medios de comunicación y, finalmente, el apoyo militar, cuando hace falta.
El fraude del canciller
En el caso de Bolivia, se debate sobre la existencia de fraude electoral en los comicios de octubre pasado. El sustento para ese debate es el informe de la misión de observadores de la OEA que encabezó el excanciller costarricense Manuel González.
El informe habla de “irregularidades”. Evo ha rechazado la existencia de fraude en las elecciones bolivianas. El tema fue objeto de polémica con un periodista de la BBC que lo entrevistó.
En la entrevista el periodista cita el informe de la OEA. Afirma que ahí se “señala irregularidades concretas”. Y luego las enumera: la interrupción del conteo de votos; la estimación de que era estadísticamente improbable que hubiese ganado por el margen de diez puntos, necesarios para evitar una segunda ronda; actas físicas con alteraciones y firmas falsificadas; que en muchos casos no se respetó la cadena de custodia de las actas; que hubo manipulación de datos…
O sea, ninguna irregularidad “concreta”. Más bien afirmaciones generales y especulaciones. Pero, además, habla de “irregularidades”. No de fraude.
Morales insiste en que él pidió la auditoria de la OEA. Pero una auditoría mesa por mesa, o acta por acta, que permitiera decir exactamente si hubo fraude y dónde hubo fraude. Mostrar en qué departamento se ha cambiado el conteo.
“Que me demuestren eso. Así de sencillo. Yo he pedido auditoría, voto por voto, mesa por mesa, sufragio por sufragio”, afirmó Morales. “En esta mesa, por ejemplo, ganó Mesa. Sin embargo, al llegar al cómputo final ganó Evo. Eso que me lo demuestren. Por eso digo que la auditoría debe ser mesa por mesa”. “Que en esta mesa, por decir en San Francisco, ganó Mesa, pero después apareció que Evo había ganado en el conteo central”.
También se criticó el sistema de conteo rápido. En todos los países hay conteo rápido, dijo Morales. E insistió: No es eso lo que vale al final. “Yo he pedido que se revise acta por acta, mejor mesa por mesa. Para mí eso es lo más válido”, insistió.
La OEA no hizo nada de eso. La oposición tamooco estuvo dispuesta a aceptarlo. Los tiempos corrían de manera distinta y el asalto al poder estaba ya en marcha. El informe de la OEA era pieza imprtante.
Morales recordó que según el acuerdo que tenían Cancillería y la OEA, el informe electoral era esperado para el martes o miércoles de la semana pasada. Sorpresivamente, el domingo (10) en la madrugada “nos llaman que ya tenían el informe preliminar”.
Evo afirma entonces haber pedido hablar con Luis Almagro. “Quería advertir que paren, porque este informe va a traer muertos, heridos, va a haber una convulsión, ustedes conspirando a la democracia, no están respetando la soberanía de un Estado”, afirmó.
Pero el fraude estaba ya consumado. Pero no era el de las elecciones bolivianas, era el del jefe de la misión de observadores de la OEA.
Al final, fueron recibidas 250 denuncias de irregularidades. La misión realizó un auditoria en 333 actas cuestionadas y concluyó que 78, de las 34.555 actas electorales, presentaban alguna irregularidad. Que nno permitirían alterar el resultado de las elecciones.
Un gabinete incompleto, pero…
El domingo 10 Morales renuncia. Ya había convocado a nuevas elecciones, con un órgano electoral renovado. Pero el asalto al poder seguía su marcha. El problema no era el fraude electoral. Era la política del gobierno.
La vicepresidente del senado, Jeanine Áñez, expresentadora de televisión, asume la presidencia. Y procede a reestructurar el gobierno. Anuncia un gabinete incompleto ante la urgencia del caso. Un gabinete “de nítidos rasgos conservadores, donde se destacan férreos opositores del expresidente”, afirman los periodistas de El País.
En el ministerio de Gobierno (interior), responsable por las políticas de seguridad, fue nombrado el senador Arturo Murillo, “el halcón más polémico del equipo”, muy cercano a Óscar Ortiz, candidato del conservador Movimiento Demócrata Social (MDS) a la presidencia en las pasadas elecciones. El mismo partido al que pertenece Áñez. Ortiz quedó en cuarto lugar, con apenas 4,2% de los votos.
Durante la campaña Ortiz planteó un cambio en las políticas económicas, con el fin de un modelo basado en un Estado inversionista. Por el contrario, proponía una drástica reducción de las inversiones públicas y grandes incentivos para el sector privado.
Las primeras palabas de Murillo al asumir el cargo fueron para amenazar al exministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, al que considera el cerebro de las movilizaciones opositores en El Alto y La Paz. Lo quiere “cazar” porque es un “animal que se alimenta de la sangre del pueblo”.
La nueva ministra da Comunicação es Roxana Lizárraga, “periodista que se hizo popular acusando el gobierno de Morales de vínculos com el narcotráfico, com Cuba y Venezuela”. También amenazó con “todo el peso de la ley” a quienes desestabilizen el régimen y exigiendo a los medios cercanos al Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales cambiar su línea editorial.
Karen Longaric, nueva ministra de Relaciones Exteriores, es diplomática de carrera, dura crítica de la política exterior de Morales. En su discurso al tomar posesión del cargo esfirmó que Bolívia estaba bajo ataque del “crime internacional”.
Los periodistas estiman “más moderados” los ministros de Economia, Servicios Públicos, Desarrollo rural y Medio ambiente, todos dirigentes del MDS, cuyo líder histórico es Rubén Costas, gobernandor del departamente de Santa Cruz.
Un largo camino
En su carta de renuncia, el domingo 10, Morales anunció el inicio de un “largo camino a la resistencia para defender los logros históricos del primer gobierno indígena que termina hoy».
Desde entonces una confusa situación ha prevalecido en el país, con Áñez controlando las fuerzas policiales y militares, cuyos altos mandos renovó. Desde entonces no ha cesado la resistencia.
“Suman 23 los muertos en casi un mes de convulsión social en Bolivia”, publicó el domingo el diario La Razón. En medio de la crisis, el ministro de Defensa, Fernando López, defendió la vigencia del decreto de Áñez que exime de responsabilidad penal a los militares que maten a civiles. Para el ministro, las críticas a este decreto no toman en cuenta la situación que prevalece en el país.
Morales fue particularmente enfático, en su entrevista a la BBC, al recordar que mientras estuvo en el poder, hasta el domingo 10, no hubo ni un muerto a bala. Ahora, agregó, “para apoyar a la derecha, a los golpistas, a los fascistas, racistas, sin decreto, matando. Yo quiero que sepa: hasta el día domingo ni un muerto a bala. He cuidado bastante. Nosotros somos los que luchamos por la paz y vamos a seguir luchando por la paz”.
En México, donde buscó asilo, Morales llamó a una «gran reunión nacional» para pacificar el país, y estimó que las protestas no van a parar “hasta sacar a la dictadura de Palacio de Gobierno”.
“La mejor forma de pacificar en este momento es instalar una gran reunión, que esté Carlos Mesa, (Luis Fernando) Camacho, Evo, los movimientos sociales, que esté el gobierno de facto», dijo el exmandatario a la cadena CNN.
La propuesta cayó en el vació. Pero es difícil pensar que en Bolvia van a poder volver todo atrás, devolver las empresas nacionalizadas y someter Bolivia a un modelo neoliberal que hace agua en todos lados. El intento solo permité prever una mayor resistencia.
Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital
gclopes1948@gmail.com
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