Mr. Trump: “Los misterios de la dominación”

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“El fin justifica los medios” – Nicolás Maquiavelo (El príncipe,
tratado de doctrina política escrito en 1513)

Hablar del presidente de los Estados Unidos, el señor Donald Trump me sugiere una serie incalculable de adjetivos descalificativos tales como: abusador, déspota, egocéntrico, pero en forma desmedida, ególatra, promotor de una política hegemónica sin límites, racista, xenófobo y podría seguir.

Ejerce una política discriminatoria y ha puesto la animosidad racial en el centro de su campaña reelectoral, convencido de que esa retórica enardecida fortalecerá el apoyo de los trabajadores blancos y atraerá a los votantes que temen los cambios culturales en el país.

Lic. Daniela Yelpo

Por otro lado, cuando de política energética se habla, Mr. Trump pretende autoabastecer a Estados Unidos de petróleo construyendo varios oleoductos, el de Keystone SL y Dakota Access uniendo la región de arenas alquitranadas de la provincia canadiense de Alberta pasando por el estado norteamericano de Nebraska, llegando a las refinerías petroleras del golfo mexicano.  Esta decisión puede ser crucial para los países que dependen únicamente de la producción de petróleo como Irán o Venezuela.

Descendiendo en América Latina, el golpe de Estado perpetrado en Bolivia y con el apoyo incondicional de Estados Unidos, más allá de controlar las ideologías, la economía, la sociedad en su conjunto y enriquecer aún más a los poderosos, encierra un misterio más profundo que se encuentra debajo del Salar de Uyuni.

El Salar de Uyuni es el desierto de sal más grande del mundo, situado a 3650 metros de altura en Bolivia. Aquí el agua del lago se evaporó hace 14.000 años dejando tras de si una interminable corteza de sal. Los turistas no se cansan de estas inmensidades que parecen tan puras donde el silencio se torna abrumador, y la paz es inmensa.

Durante mucho tiempo el Salar de Uyuni se transformó en uno de los lugares más visitados por turistas de todo el mundo, un lugar inmaculado, único, pero ahora esto está cambiando porque la mano del hombre ha comenzado la explotación de uno de los materiales que se ha convertido en uno de los más estratégicos del mundo: el litio, también llamado “el oro blanco”. Este metal es indispensable para la producción de los teléfonos celulares, las computadoras, pero sobre todo para las baterías de los autos eléctricos.  Bolivia tiene una de las reservas de litio más grandes del mundo ubicada bajo el desierto de sal. Se estima que asciende al 40 por ciento de la totalidad de la existente en el planeta.

Estas sales son ricas en otros minerales además del litio, tienen potasio y magnesio.

El Estado boliviano invirtió más de un millón de dólares en la explotación del litio dado que están convencidos que el litio se asemeja al petróleo en su importancia a nivel mundial. De alguna manera, pretendían convertir a Bolivia en la Arabia Saudita del litio.  Exportan este producto a Rusia, China, India y Suecia a 22.000 dólares la tonelada. Y tenían la esperanza que esta producción cambiara la economía del país, con inversión estatal y la ganancia sería para el Estado, para invertir en salud, educación, cultura, sociedad. Escribo en tiempo pasado porque la situación política actual de Bolivia ha cambiado y no se sabe a ciencia cierta que ocurrirá.

De todas maneras, la explotación del litio trae aparejados otros problemas que no son menores: los ambientales, porque se necesita mucha agua para dicha explotación y los recursos hídricos están empezando a escasear.  Y por otro lado, también ocurre que los principales perjudicados en esta explotación son los productores agrícolas de quínoa, una de las principales producciones agropecuarias de Bolivia.

La gran paradoja aquí se sitúa en el tema ambiental. Por un lado, es importante la producción de automóviles eléctricos que contribuyen a disminuir o anular la contaminación ambiental, pero por otro lado, esta producción del oro blanco está secando los ríos de la gran cordillera de los Andes.

Esta explotación que hasta ahora era monopolio del Estado, puede caer en manos de empresarios que con el afán de enriquecer sus arcas terminen destruyendo nuestro ecosistema.

Aquí vemos muy claramente el poder de Estados Unidos en su máxima expresión y los misterios que encierra y promueve. Son algunos de los tantos ejemplos de dominación que ejerce en esta rica América Latina y el mundo.

 

Por Lic. Daniela Yelpo
Licenciada en Relaciones Internacionales.

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