Aquél día en Portugal, el poder multilateral de los claveles

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¡Tantas veces a los clásicos científicos se les fue la moto contra la ingenuidad de los utópicos!

«(Déjenme de joder) El poder del Estado es esencialmente destacamentos armados y cárceles» (Carlos Marx en la redota de La Comuna de París), «El poder nace del fusil» (Mao Zedong, en proverbio lacónico interpretando a Marx), «El socialismo es la electrificación del país y controles contables» (Lenin cuando los consignatarios socialistas le tenían las bolas llenas). Cierto que no eran tiempos en que el 96% de los medios masivos estuviesen en manos oligopólicas que ahora van por el zarpazo a la transmisión de datos. Hoy, aquí, acaso dirían los clásicos, «el poder pasa por fibra óptica y tevé digital potente», «el socialismo es propiedad de canales (y de la ‘neutralidad’ de TV Ciudad)». Sin embargo esta fecha, 25 de abril, celebramos el cuadragésimo sexto aniversario de La Revolución que más cambió al mundo en el último medio siglo y la hicieron capitanes y soldados portugueses fuera de pantallas, con claveles rojos en las puntas de sus fusiles, sin disparar una bala.

Se me dirá que la parte contundente del asunto estaba detrás de los claveles, con el dedo en el gatillo, pero también es verdad científica es que los claveles fueron decisivos, porque tenían el mismo color que las banderas de las guerrillas de Mozambique, Angola, Zimbawe, Guinea Bisseau, Cabo Verde, Sudáfrica, entre otras que alcanzaron el poder de hecho ese mismo 25 de abril o se les abrió el camino para alcanzarlo poco después. Entre éstas, las ex colonias portuguesas, todas antes de finalizado 1975.

Era el mismo color de la Columna Prestes, movimiento militar brasileño de los años veinte, conducido por el capitán Luis Carlos Prestes, luego Secretario General del Partido Comunista de Brasil, y otros oficiales de un ejército brasileño al que, cincuenta años después, los Capitanes de Abril influyeron lo suficiente para que fuese factor importante, aunque no el decisivo, de los cambios que luego ocurrieron en América Latina, incluido el también rojo y militar –y este sí decisivo– Chavismo.

Aquel rojo fue de claveles, pero nació de Churrinches que al morir donaban las plumas para que adornaran las puntas de las tacuaras charrúas, apreciados por un par de devotos de San Francisco de Asís –tal vez el más potente de los utópicos–, a orillas del río Uruguay (el río de los urúes, churrinches), el general José Gervasio Artigas y el fraile José Monterroso.

Es verdad histórica que el rojo de la bandera de la Primera Internacional Socialista de los autores del Manifiesto Comunista nació del rojo de las banderas de Artigas.

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Video tomado de Redes sociales.

LAS FLORECILLAS, LOS PAJARITOS Y LA SANGRE
La Internacional se inspiró en la bandera de Giuseppe Garibaldi, que adoptó el rojo de la bandera colorada que defendió en el sitio a Montevideo de la Guerra Grande. Esa bandera era roja porque las dos facciones en que se dividió el movimiento originado en La Cruzada de los 33 Orientales, tomaron un trapo de color distiguible del otro, de entre las banderas tricolores de Artigas (la los 33 es una, diríamos póstuma o incluso luego apócrifa, de las banderas de Artigas; es roja, azul y blanca por Artigas, de quien al principio sus dirigentes fueron continuadores). Y las banderas de Artigas tienen ese rojo por la sangre que agregaron en la lucha –y por ella en la bandera– de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero también, según el relato poético de sus portadores de la época, por el color de los urúes (palabra charrúa), los pájaros pintados de los charrúas, en la visión de franciscanos que amaban a la naturaleza en toda su animación vital.

Todas las cosas tienen un principio práctico y un fundamento posterior (eso decía Marx con otras palabras). Los colorados adoptaron el rojo después de desechar un tercer color, el del cielo que cruzaban los churrinches, que no se distinguía lo suficiente del blanco en el fragor de las batallas, pero de causalidades como ésa están hechas todas las aparentes casualidades.

Claro está que el Comandante de Artillería portugués, nacido en Mozambique, Otelo Saraiva de Carvalho y sus capitanes de abril con los fusiles florecidos en Lisboa, no sabían que el rojo de sus claveles venía de los urúes, en charrúa, (churrinches, en guaraní). Ni siquiera sabían que esas palabras existieran ni mucho menos qué carajo podrían significar, pero lo importante, lo fundamental, es que las muchachas de Lisboa pusieron los claveles en las puntas de los cañones y de los fusiles y se enamoraban aquel día de sus soldados. Porque lo fundamental, lo que determina, el dueño de su historia, es el pueblo.

Con anuencia de los clásicos científicos, que Dios los tenga en la gloria, el gobierno salazarista dictatorial portugués, cayó el 25 abril, pocas horas después que las grandes masas movilizadas tomaran las calles. Lo que hubo desde antes, por décadas, lo que en todo asalto a los cielos hubo, fue organización.

UNA FUGA PARA DESVELAR
La noche del 3 de enero de 1960, el dirigente comunista portugués Álvaro Cunhal se escapó de la mayor prisión política del país, el fuerte de Peniche, a 80 kilómetro de Lisboa, una prisión de alta seguridad donde habían sido encarcelados más de dos mil presos políticos.

Otros diez presos y el histórico Secretario General del Partido consiguieron anestesiar a un guardia con la ayuda de un centinela, pasar varios puestos de control, trepar un árbol y salir escalando una muralla hasta su cima, para desde allí deslizarse por unas sábanas.

El régimen fascista de Salazar, tuvo la primera señal de que cuarenta años de trabajo del Partido Comunista en las fuerzas armadas (desde 1921) y el pueblo, no lo iba a dejar dormir.

El 24 de abril de 1974, a las once de la noche, el periodista Paulo Diniz, dio la contraseña, al irradiar la canción E depois do Adeus de Paulo de Carvalho, que había representado a Portugal en el Festival de Eurovisión unos días atrás. Las tropas del Movimiento de las Fuerzas Armadas, que hacía muchos años venía oponiéndose a la política colonialista de sus superiores y siendo represaliados por estos, se prepararon en sus puestos. A las 00:25 horas del 25 de abril, la Rádio Renascença transmitió Grândola, Vila Morena, una canción revolucionaria de José Afonso, prohibida por el régimen. Era la segunda señal pactada por el MFA para ocupar los puntos estratégicos del país, coordinados por el entonces mayor Otelo Saraiva de Carvalho en el cuartel de la Pontinha en Lisboa.

Las guarniciones de las principales ciudades (Oporto, Santarém, Faro, Braga, Viana do Castelo) decidieron seguir las órdenes del MFA, ocuparon aeropuertos y aeródromos, y tomaron las instalaciones del gobierno civil. En el correr de la madrugada las autoridades del Estado Novo perdieron el control del país.

Los «capitanes de abril» (los oficiales jefes del MFA) exhortaron a la población que permaneciera en sus hogares, y a la policía, que no se opusiese a las actividades de las tropas. Al amanecer miles de civiles portugueses ganaron las calles en varias ciudades, mezclándose en festejo con los militares sublevados. En Lisboa, lo hicieron pertrechados de claveles rojos. Una camarera, Celeste Caeiro, que regresaba a casa cargada de las flores retiradas de los adornos de un banquete suspendido por la situación, no pudo dar el cigarrillo que un aterido soldado le pedía desde un tanque en la plaza del Rossio, donde los tanques de los sublevados aguardaban nuevas órdenes en una tensa espera desde la madrugada. Como la joven sólo llevaba los manojos de claveles, le dio uno. El soldado lo puso en su cañón y los compañeros repitieron el gesto colocándolos en sus fusiles, como símbolo de que no deseaban disparar sus armas, extendiéndose la acción por toda la ciudad con multitud de ciudadanos, generando el nombre con que la revuelta pasaría a la historia, «la revolución de los claveles»

El profesor Marcelo Caetano, sucesor salazarista, se refugió con sus ministros en el cuartel del bairro del Carmo, en Lisboa, que fue cercado por el MFA a la hora diez, apoyado por una multitud de manifestantes con claveles. Cuatro horas y media después el régimen se rindió.

PARANOIA GENERAL
A fines del 75, no sólo se habían independizado todas las colonias portuguesas no europeas, excepto Macao y Madeira, sino que en Brasil había dado un giro nacionalista el gobierno militar, con Ernesto Geisel al frente y le retaceó participación al plan Cóndor represivo del Cono Sur americano, que la CIA venía fraguando desde 1964 precisamente con Brasil como pivote.

Entre los fascistas que gobernaban los países que rodeaban a Argentina, cundió la paranoia desde entonces y el propio Pentágono empezó a preocuparse por posibles desenlaces “portugueses” de otras dictaduras fascistas.

Cuando no necesitaban más información del MLN, a una compañera tupamara todavía la interrogaban en tortura, preguntando por la gente de Trabal, coronel uruguayo asesinado en París, el 19 de diciembre de 1974 , con quién ella había tenido años antes, un encentro casual, sin carácter político.

El 30 de abril volvió a Portugal Alvaro Cunhal y cosultado por la prensa, sobre la decisión de la Junta Militar que integraba Saraiva, ya General, de no respetar las leyes colonialistas respondió: “En una revolución las leyes no se respetan; se hacen”.

Al final los clásicos se pusieron de acuerdo. La revolución se consolidó en los eslabones débiles de la cadena imperialista, un buen tercio de África, pero se hizo en un país central, aunque en Lisboa no duró mucho más que los 21 días de La Comuna de París. En marzo del 75, Saraiva sofocó un intento de golpe derechista del general Espínola, pero a fines de ese mismo año, los capitanes de los claveles perdieron la interna, hasta ser relegados por completo cinco años después, con el pase a retiro del general Saraiva De Carvalho.

LOS CLAVELES Y URUGUAY
Hace cinco años leí una gran pregunta de Andrea Blanqué, ¿qué hubiesen hecho Aparicio Méndez, Bordaberry, Peirano Facio, Pacheco y CIA sin los militares cercando el Palacio Legislativo en 1973? ¿Qué hubiesen hecho? ¡¿eh?!

Hubiesen hecho lo que hicieron. Hubiesen trabajado las fuerzas armadas desde los tiempos de Baldomir hasta asegurarse una correlación favorable para el momento indicado.

Y sus sucesores de clase se hubiesen asegurado tal cual lo hicieron, a las fuerzas armadas en sus bloques de poder.

El miércoles 20 de marzo de 2013 le preguntaron a Mujica en La Diaria:

–¿Qué predomina hoy en las FFAA?

–Predomina la derecha, abiertamente. Porque la izquierda es tan tonta que, como tiene la herida de los derechos humanos, de lo que pasó, no se preocupa. ¿Sabés cuál es la crítica que nos tendrían que estar haciendo? Que está lleno de gente de izquierda que entra a las FFAA, pero esa crítica no la hacen porque no va nadie. Y no va nadie porque los despreciamos. ¿Y sabés por qué los despreciamos? Porque no nos planteamos la cuestión del poder. Y no la planteamos porque ahí vemos cómo nos ha entrado el liberalismo adentro –contestó el Presidente.

(…) –¿Le parecería bien rever el funcionamiento de la Suprema Corte de Justicia?

–Yo creo que el país necesita una reforma constitucional. Ése es uno de los puntos. Habría que estudiar el asunto. En el próximo período puede ser que se inaugure con una cosa de ésas.

El lunes anterior fue la manifestación ante la SCJ que había declarado inconstitucional la derogación de la ley de impunidad.  En la esquina de La Cigale, un compañero repartía papeles impresos. Me entregó uno y vine a leerlo después de volver a pie, hasta Tres Cruces, pensando, y de un par de horas de viaje en bus, repensando esa manifestación distinta a todas las que había asistido. Había ido a velorios que fueron manifestaciones políticas, pero una manifestación política con silencio y charlas de velorio fue nueva para mí. Pienso que estuvo acertada, se diferenció del derecho al pataleo, cuando el derecho que ejercemos es a la verdad y a la justicia.

Leí el papel, era una declaración del Partido Obrero Revolucionario, integrante del Frente Amplio, que subrayaba: “se hace urgente encarar la refundación institucional del Uruguay organizando desde ya la convocatoria a una Convención Constituyente como ya lo tiene resuelto el Frente Amplio desde su Vº Congreso y también el Congreso del PIT-CNT”.

¡Cuántas decisiones a todo nivel, que nunca aplicamos!, pienso ahora que voy a hacer un arduo esfuerzo para que no resulte flagelante la autocrítica cuando escriba sobre la Ley de medios que va a ingresar al Parlamento, tal el tema de los medios.

No hay mayor injusticia para nuestros muertos que la derrota de nuestro programa.

Aquel fallo de la Corte fue una derrota anunciada. Ya había trascendido que la votación en la Corte era cuatro contra uno por la inconstitucionalidad y ya el doctor Alberto Pérez Pérez, ex decano de la Facultad de Derecho, había señalado un sencillo camino desde el parlamento para incorporar las normas internacionales sobre Derechos Humanos a la Constitución (tal como se incluyeron en la constitución argentina, por el programa kirchnerista votado por el pueblo) y llevarlo a referéndum (que está por encima de la Corte, jurídica y, sobretodo, políticamente). La decisión política del FA fue otra desde 2004, sin entender que cualquier compromiso sobre bloque histórico con sectores militares u otros poderes fácticos, debe dejarnos siempre con las manos libres a los cambios de correlación de fuerzas, porque la política no es, la política va siendo como las mujeres y los hombres van siendo.

Así fue cambiando la correlación en Portugal hasta que Cunhal, victorioso en el mundo pero vencido en su país, en 2005 murió diciendo sobre Portugal, “desilusión es poco”.

Siempre el protagonista es el pueblo y habiendo elecciones, su expresión masiva concreta, supera las amarras de cualquier Corte o tiranía –ya lo vivimos desde el de 1980 y en todos los plebiscitos en que defendimos las empresas públicas y las vamos a defender de nuevo–.

Nunca está de más que sean más los que deciden, que no quede entre nosotros, que no nos cocinemos en nuestra propia salsa, que no terminemos como en Italia, con un cincuenta por ciento del electorado asqueado de un sistema político que se corta solo y fue derechizándose desde la izquierda hasta que ésta desapareció (y finalmente, el famoso centro tan ansiado, resultó ser un cómico de programa radical antisistémico).

Hace falta marcar agenda masiva, también en la agenda mediática, aunque en quince años de gobierno no hayamos hecho sino consolidar esta correlación de misiles contra palillos. Tal como está la correlación de medios, sólo podemos marcarla con agenda programática electoral, militando firmas con el ejemplo del autoproclamado camarada Gandini al decir que «a los comunistas les gusta juntar firmas», y él juntó decenas de miles el año pasado.

Son las mayorías, contra todos los obstáculos, las que impusieron y deciden el ejercicio de nuestros derechos y por ese camino se crearon los escenarios favorables a los avances populares, también electorales.

En Uruguay parece que a la gente la política le importa cada vez menos, sobre todo a los jóvenes, cada vez más “la política les chupa un huevo”. Eso, en realidad, siempre es al revés. Cuando eso ocurre es porque a la política la gente le importa cada vez menos, porque a los políticos la participación y la decisión de la gente les chupa un huevo.

Y cuando eso ocurre, la cultura que sale ganando es antipopular y antinacional, violenta, es la de los medios hegemónicos del imperialismo con las manos libres, justificadora de la tortura, de las cárceles clandestinas en el noventa por ciento de las películas de “acción” clase Z, que se producen en USA. No hay que perder de vista que los métodos que utilizaron en América Latina al por mayor, siguen utilizándolos en el mundo y en Nuestra América están a la ofensiva.

El Uruguay entre todos tiene que ser algo más que la mascarada televisiva donde el pueblo lleva las de perder.

Dijo Mujica en 2013 que predomina abiertamente la derecha en las  FFAA. No sé qué cuarta hizo Mujica. Si el fruto es Manini parece demasiado escasa o errada o ambas cosas. Pero el Partido Comunista Portugués fue la dirección de trabajo que definió la revolución más decisiva de los últimos cincuenta años, la de los claveles, la descolonización del África “portuguesa”, la derrota del apartheid e incluso cierto viraje de las FFAA de Brasil, que fue determinante, finalmente también para la emergencia, consolidación y, sobretodo, permanencia del Comandante Hugo Chávez.

La historia no es lineal. La huelga general del 73 le marcó a la dictadura fecha de vencimiento, pero si el informe del coronel Trabal al ingeniero Massera -según describe Sergio Israel en El enigma Trabal-, en vez de “tenemos el treinta, esto se lo come Cristi”, hubiese podido ser “tenemos el cincuenta, pongan diez más”, el golpe hubiese fracasado como fracasó y fracasa en Venezuela.

Una precisión final, Pepe Mujica: «eso no es liberal, es el capital financiero», decía Arismendi. No regalemos nunca el liberalismo. También la bandera del liberalismo nació de los urúes con el color de los claveles de abril. Que no se nos vaya la moto contra la ciencia de los clásicos.

Por José Luis González Olascuaga
Periodista y escritor uruguayo

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