El que atrasó el reloj

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No es buena cosa que la pandemia que azota al planeta nos inyecte virus como el de la desmemoria, la pasividad ante presencias nuevas de viejas teorías – aunque la palabra “teoría” es un poco excesiva – o nos lleve a dos tipos de prescindencias.

Una frente a los asuntos del país y de la sociedad que no se toman licencia por más cubrebocas que utilicemos y mantenimiento de dos metros de distancia.

1)  Hay que preocuparse y ocuparse de entuertos bien concretos que están a la vuelta de la esquina: por ejemplo, las normas urgentes y presupuestales que en materia económica llevarán a los uruguayos a pasarla peor, a perder conquistas y a vivir un proceso en que los más infelices serán los más perjudicados. Habrá sobradas oportunidades para conversar de esto.

2)  Hay un segundo asunto que no debe dejarse, en forma ingenua, olvidado a la vera del camino porque está aquí, entre nosotros y nos impone pensar. No hay que hacer como los niños que se tapan la carita con la mano y dicen que el sol no existe. La nueva vieja derecha dice presente sin disimulos ni ambages. De esto quiero empezar a hacer algún apunte hoy.

Lanueva vieja derecha está expuesta. No se esconde, sino que hace a diario esfuerzos para ser visualizada, exponiendo lo que piensa, lo que impulsa, lo que ataca. Orgullosa de sí misma. Es mejor que así sean las cosas. No hay que hacer deducciones inteligentes. Simplemente basta leer los diarios u ojear la televisión.

Cabildo Abierto es un integrante de la coalición multicolor que gobierna por el voto ciudadano y tiene una especificidad notoria: su incierta vocación democrática. Es importante para el gobierno pues sus votos son decisivos para aplicar un determinado plan. Del plan charlaremos en otras notas. Mas Cabildo merece una reflexión especial.

Tampoco, por ahora, me refiero a la trayectoria del hoy Senador Manini y su desempeño a lo largo de dos gobiernos del Frente Amplio, comandando las fuerzas armadas. Es otro capítulo aparte.

Me resulta interesante hacer unos breves apuntes (a cuenta de mayor cantidad) sobre los “asuntos de ideas” que se ponen sobre la mesa por parte del nuevo sector.

“Genuflexiones, importaciones de ideas, novelerías, conspiraciones judiciales, cipayismo apátrida” …son algunos de los tópicos que el Senador Manini y su gente ponen sobre la mesa.

Esta derecha que al compás de Manini reaparece hoy con energía en la sociedad uruguaya no es una rara avis recién llegada al país. Estuvo presente a lo largo de todo el siglo veinte, con grados diversos de incidencia que se explican – como todo fenómeno – en la lógica de cada momento histórico.

En particular, el Senador Manini pertenece a una familia con una larga tradición política que cruzó todo el siglo pasado destacándose por su rol de integrante apreciable del Partido Colorado en las expresiones anti batllistas del mismo (independientes, riveristas).

Es sin duda un error hacer una síntesis que habilite hablar de la “derecha” política en el país como algo consistente, con un ideario inequívoco. Es más pertinente hablar de “las derechas”.

Mas insisto que Manini es parte de una larga tradición en ese terreno dentro del espectro político nacional. Y no es bueno caer en la trivialidad de imaginarnos a esa presencia como una casualidad. Hubo y hay un sector de nuestra sociedad que se ha sentido y se siente identificado con esa derecha. Sobran los datos que avalan lo antedicho.

Cabildo Abierto realiza una campaña sistemática contra el sistema de Justicia. Lo hace atacando fiscales, jueces, al Poder Judicial en su conjunto a texto expreso. Sin eufemismos ni indirectas.

– Sería irresponsable aseverar que no le gusta la democracia al sector en cuestión. Mas su funcionamiento regular – con división de Poderes -no parece ser de su agrado.

– Surge de las expresiones del Senador que en el Uruguay no vivimos una dictadura sino “un lamentable periodo de fractura y desencuentro entre los orientales”.

– Los organismos internacionales a los que Uruguay está integrado tampoco son del agrado del Senador, dado que – para él – aceptar sus reglas de juego importa un acto de agravio a nuestra soberanía. Reniega de los compromisos asumidos por el Estado uruguayo con organismos internacionales.

– Merece destacarse la versión renovada de “romances viejos”. Ha vuelto el problema de lo foráneo. ¡Qué problema con lo foráneo! En especial para los noveles – antiguos nacionalistas. Para el sector en cuestión son novedades o novelerías “de la “izquierda caviar” la agenda de derechos que en Uruguay ha tenido importantes avances en la última década. No se ha enterado Cabildo que las luchas feministas – por ejemplo- en este solar tienen más de un siglo, por lo menos, de rica historia.

– No han tomado nota los cabildantes – autoproclamados artiguistas – del ideario de los franceses iluministas y revolucionarios, de los norteamericanos insurrectos de 1776 que informan parte del pensamiento y la lucha de José

– No ha tomado nota que “Los crímenes siguientes son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido…: los crímenes de lesa humanidad cometidos en tiempo de guerra como en tiempo de paz, según la definición dada por el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, del 8 de agosto de 1945, y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 13 de febrero de 1946 y del 11 de diciembre de 1946…”

Artigas y sus más cercanos colaboradores. Es inolvidable el humor de Paco Espínola afirmando alguna vez que él nunca había visto a Adam Smith tomando mate. Acaso los cabildantes pertenecen a la corriente de pensamiento que hizo un mausoleo para Artigas, borrando del proyecto inicial toda mención a sus ideas. No vaya a resultar que además de cenizas y bronce…ese revolucionario del siglo XIX tuvieras ideas. Y, ¡Dios nos guarde!……ideas que acaso fueran un poco foráneas. No habían nacido en la Banda Oriental. Como el liberalismo, el federalismo, la justicia social, los proyectos de reforma agraria, la democracia, la idea de representación. Es más, pensándolo bien, ni la Iglesia Católica era nacional. Era importada.

Alguna vez se ha señalado que la historia no se repite. O en todo caso que sucesos o procesos que han significado en determinado momento una tragedia, si vuelven, lo hacen bajo la forma de comedia, de sátira, de payasada.

Es una verdad a medias. Solamente a medias.

Estamos en un minuto de la historia en que, en el orbe y el continente americano en particular, el sistema hegemónico genera personajes como Bolsonaro o Trump, que habrían sido inimaginables hace apenas un par de décadas, en cuanto mandatarios de naciones muy relevantes en la escala internacional.

La barbarie, el racismo, la xenofobia, la homofobia, el belicismo, el desprecio a la democracia, tienen rostro humano…y presidencialista. Lo peor del asunto no son los individuos, sino que hay pueblos que los han convocado.

Por ello es bueno seguir reflexionando acerca del presente uruguayo de algunas expresiones. Esto nos puede llevar al humor o a la preocupación.

En los años cuarenta un médico llamado Alberto Deluca, más conocido popularmente como el cantor de tangos Alberto Castillo generó un éxito con una pieza llamada “El que atrasó el reloj”. Con liviandad podríamos señalar que a esta altura del siglo XXI hay gente que tiene esa nostálgica vocación.

No obstante, prefiero recordar a Bertolt Brecht quien en los mismos tiempos observaba el esplendor del fascismo, llevando al planeta al desastre.

Brecht terminaba “La Resistible ascensión de Arturo Ui” diciendo: “Cuidado señores, no cantar victoria, que aún es fértil el vientre, que dio vida a esta escoria”.

La seguimos.

Por Juan Pedro Ciganda
Exdirigente sindical, licenciado en historia

 

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