¡Qué grande, Julio!

Tiempo de lectura: 4 minutos

A los 87 años falleció Julio Calcagno,
actor de teatro, cine y televisión

cuando ya llegó la hora”. Acaso cuando tenemos ya el sol en la espalda y el almanaque está flaco de tantas hojas que se nos han caído, efectivamente se nos revelan asuntos sencillos que podíamos haber mirado con mas atención y que nos perdimos.

Algunos… extremadamente simples.

Tal como sacarle más el jugo, aprovechar mejor los vínculos con seres entrañables.

No hablo de ejercicios resentidos o masoquistas de «todo lo que pudimos haber hecho y no hicimos», pues eso efectivamente es una perdida de tiempo que nos hace pasar mal el día de hoy que puede ser «un gran día» y «duro con él», como nos cantaba Serrat. Por supuesto que la vida es hoy.

Juan Pedro Ciganda

Como todo esto es muy subjetivo, digo que estos últimos meses han sido castigadores inflexibles al tiempo de llevarse a seres maravillosos.

Hace unas horas se nos fue a los uruguayos, un artista excepcional, un tipo maravilloso. Un barrio sureño de pura cepa.

Con mas pinta de peso welter que de actor , Julio Calcagno ha sido – creo que sin discusiones – un fuera de serie del teatro , habiendo hecho también alguna intervención inolvidable en el cine.

¿Cómo no emocionarse de nuevo viendo aquel grupo de locos lindos haciendo «El viaje hacia el mar», apoyados en un cuento de Morosoli de 6 u 8 paginas y gestando unos estupendos 90 minutos, disfrutando con Troncoso, Juceca, Guido, Del Grossi, Arana y el propio Julio?

¿Cómo olvidarnos de aquel momento increíble en que acompañados de mate y caña exploran en pos de una canción para cantar , «una que sepamos todos» y la emprenden con «Mi bandera»?

Corrían los duros primeros años ochenta y creo que fui cuatro o cinco veces al Circular a ver a Julio haciendo «La empresa perdona un momento de locura». Una interpretación excelsa que, por demás, mostraba, cuando uno la veìa en reiteración, una de las facetas de Calcagno, que debía poner muy nerviosos a sus compañeros de escena. Cada noche «era un estreno» para Julio, que siempre improvisaba, agregaba o quitaba texto, movimientos, una vitalidad insólita, fuera de lo común. Un imprevisible lleno de genialidades.

Cuando se prendió la luz y los bárbaros se retiraron y el pueblo respiró libertad, allá por el 85 u 86, una noche Rafael y Pedro Cribari que estaban al frente de «La Hora», hacían con frecuencia charlas y rondas con unas copas por medio y alguna picada, juntando a algunas «personalidades».

En esa época yo también era «personalidad» y me tocò una tenida con los Cribari, Julio Calcagno y el Profesor José Ricardo De Leòn.

Fue una noche maravillosa, llena de humor y anécdotas.

El Profe De Leòn había sido el técnico de Defensor cuando el cuadro del tren fantasma (como dice Jaime Roos) ganó el campeonato uruguayo de 1976, cambiando la historia inamovible desde 1931.

Me acuerdo de que a cierta altura los dueños de casa – Rafael o Pedro – propusieron un juego en el que los tres «personajes» tenían que hacerle alguna pregunta a uno de los otros.

Yo, que tenìa un as en la manga guardado para Julio, le dije que había oído alguna vez que él había dicho que «mas de dos o tres arriba de un escenario es una manifestación». Se sonrió, reconoció con cara pícara que podía ser que lo hubiera dicho y luego tuvo que soportar mi pregunta que consistió en interrogarlo sobre si le gustaría que lo dirigiera el Profesor De Leòn alguna vez.

Julio fue tajante. «No…por favor…no». Y se explayó señalando que De Leòn era un fenómeno, pero que él no podría soportar a un director que le marcara cada movimiento, que lo condicionara, que lo limitara, que le quitara libertad de acción.

La réplica posterior del Profe fue un prodigio. Señaló que Julio se equivocaba. Que su sistema de juego, donde cada uno tenìa un rol bien definido, lleno de sacrificio y disciplina – precisamente – hacìa que los que tuvieran mas genio se vieran favorecidos. El «sistema» les daría mucha mas riqueza y posibilidades de lucir sus virtudes y capacidad de creación sobre la marcha.

Una voz cuyo origen no recuerdo…apuntò «pero entonces, Profe, eso viene a ser una especie de socialismo».- Las risas fueron sonoras y se impuso un nuevo brindis.

Inolvidable, Julio.

Pasaron décadas, Julio transitó unos años por la Comedia Nacional.

Su último opus en ella, creo, fue un homenaje al mejor teatro, con Pepe Vázquez y Jorge Bolani, llevando a la escena «El viento entre los álamos», interpretando con maestrìa a tres veteranos de guerra, arrumbados en la terraza de un asilo geriátrico, esperando por el último destino de sus vidas. Una maravilla en ritmo de comedia, con un humor que hacia que a menudo, alguno de ellos se tentara sin poder evitarlo.

Ya retirado de la Comedia, siguió su trabajo – el motor de su vida, su vida misma – y culminó hace no tanto tiempo con su versión de «El padre». Creo que fue su último personaje.

Yo no puedo definir la sensibilidad, pero sè que viendo a Julio en ese trabajo los ojos se me humedecieron. Debe ser algo de eso.

Mi amigo y hermano Fernando Olivari, que lo tuvo siempre muy cerca, me ha contado mil cosas de Julio, de su ingenuidad, de su sencillez, de sus gustos por las películas de cowboys, de su incambiado cariño por su viejo barrio Sur.

Hasta todas las noches de estreno,

Hasta siempre querido Julio Calcagno.

Por Juan Pedro Ciganda

Fuente  agencia UyPress / versión con la aprobación del autor

 

 

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.

Otros artículos del mismo autor: