“La guerra contra las drogas” y la DSN post-Guerra Fría…

Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Existe realmente una guerra contra las drogas?

En una guerra por lo menos tiene que haber dos bandos. Pero, ¿se puede llamar guerra entre un grupo y varias sustancias?

Si realmente hubiera una guerra contra las drogas, no tendría demasiado rating en los medios de comunicación dominantes. Los paquetes de cocaína no sangran al ser apuñalados, y las noticias sin sangre, venden poco. Y en este sistema donde todo es por plata, está asegurado el discurso sobre esa “guerra” y el negocio de las drogas porque dejan pingües ganancias.

¿Quiénes son las víctimas de la “guerra contra las drogas”?

Varía según los países produzcan la droga o sean países de paso. Juega el tamaño y la  población y la cercanía a tal o cual mercado. Colombia y México son una cosa. Uruguay otra.

Pero siempre las víctimas son los más pobres. También en este tema.

Porque en realidad la llamada guerra contra los narcos no es para controlar el tráfico de drogas y el crimen organizado; en realidad es más para el control socioeconómico de las elites sobre la población. Esto no  quiere decir que no haya gente que se tome en serie la lucha contra los narcos. Pero el fondo del tema es otro.

Pongamos por caso a Colombia y México. El plan Colombia – reimpulsado por Juan González- y la Iniciativa Mérida. Lejos están de disminuir el tráfico hacia los EE.UU. ha servido para aumentar la violencia contra civiles y modificar leyes que en última instancia beneficia a los grandes capitalistas.

Además de enriquecer a los bancos estadounidenses, permite financiar a políticos que luego hacen leyes a la medida de los narcos, aumenta el comercio de armas. Se trata de una “guerra” funcional al funcionamiento del sistema capitalista, que se guía por la búsqueda de la máxima ganancia. Muchas veces la represión y la  incautación sirve a que la oferta caiga y ante el aumento de la demanda, los precios  de las drogas aumentan y las ganancias también. Muchas veces una parte de los narcos entregan a la otra para que el negocio de más ganancias.

En el caso colombiano, además de haber tenido presidentes con vínculos con el narcotráfico –que la estrategia yanqui, utiliza incluso como chantaje- se combinan leyes cada vez más represivas, el uso del terror en una mezcla neoliberal que beneficia diversas inversiones, en lugares donde hay muchos recursos minerales.

El viejo pillaje, la ganancia y el saqueo van de la mano. La especulación de las ganancias de los narcos y el lavado de dinero en los bancos.

En Colombia al mismo tiempo que aumenta la militarización estatal, los cárteles  incrementan la violencia junto con el paramilitarismo. Se crea una impunidad que beneficia el negocio de las trasnacionales y la política exterior de los EE.UU.

Pero, ¿qué es un cártel de la droga? ¿Existen realmente?

Por ejemplo, en México están Los Zetas, que comenzaron a cambiar el significado original del “cártel” que viene del italiano “cartello”, diminutivo de “carta” que a fines del siglo XIX se usó en Alemania para designar a una unión entre partidos conservadores y nacionalistas, el “kartell”. Desde aquí, se acuñó la acepción que está en el diccionario: “Convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia y regular la producción, venta, y precios en determinado campo industrial.” A los Zetas le dicen que es un cártel, aunque van más allá del narcotráfico. Hacen todo tipo de extorsiones, secuestros, masacres, control sobre contrabando, etc.

En realidad son un grupo paramilitar, una organización armada oficialmente fuera de control estatal, financiado en parte por el narcotráfico, pero con fuertes raíces en la estructura militar del ejército. ¡Ojo con meter al ejército a combatir a los narcos!

En Italia la mafia napolitana, la camorra, utiliza los camiones de la OTAN para transportar drogas, porque son los únicos que pueden pasar las fronteras sin control. En México pasa algo parecido. Una parte de las fuerzas que tendrían que reprimir a los narcos son parte del negocio.

Esa idea de que existe una clara división entre el Estado y el crimen organizado y que la corrupción es sólo de individuos es un mito promovido por parte interesada.

La DSN –Doctrina de la Seguridad Nacional- post-Guerra Fría, se viste con diversos ropajes. Desplegar el ejército para luchar contra un enemigo interno, en este caso los narcotraficantes, representa un paso fundamental para que el Estado democrático justifique el ataque de los soldados contra civiles en su propio país, bajo el argumento de que se trata de criminales. Que muchas veces los son. Los que terminan dominado el grueso del negocio no matan o mandan matar.

En Colombia el entrenamiento no es antinarcóticos. El entrenamiento está basado en las doctrinas de contrainsurgencia nacidas en la guerra de Vietnam. Cuando oficiales de nuestro país van a entrenarse a Colombia reciben ese tipo de entrenamiento.

A eso le adosan el tema del terrorismo y no hay diferencia entre antinarcóticos y contrainsurgencia. Se sabe que a falta de terroristas, se inventan igual los insurgentes.

La seguimos la próxima semana.

Por Pablo Reveca
Comunicador Uruguayo

La ONDA digital Nº 999 (Síganos en Twitter y facebook)

 

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.