Entiendo que la izquierda hoy, en el continente, puede tener muchas versiones

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El pasado sábado 14 finalizó en Buenos Aires el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad. Participaron destacados políticos e intelectuales de diecisiete países de América Latina y Europa, entre los participantes se encontraban los parlamentarios uruguayos Constanza Moreira y Gonzalo Civila. Durante 3 días los participantes debatieron y finalmente firmaron una declaración final («Manifiesto de Buenos Aires por la Emancipación y la Igualdad»). 

En el marco del evento La ONDA digital le realizo una entrevista a Gabriela Montaño Viña, parlamentaria Boliviana y joven dirigente de la izquierda de este país. Lo que sigue son los tramos fundamentales de ese diálogo.

– Hoy usted habló de la necesidad de aglutinar a los movimientos juveniles de izquierda. La pregunta es si, ¿ese aglutinamiento podría ser extensivo en relación a los jóvenes que son de izquierda, de centro, de derecha (una derecha no golpista), en el entendido de que – como generación – los jóvenes tienen problemáticas comunes como la educación, la vivienda y otras?
– Entiendo que la izquierda hoy, en el continente, puede tener muchas versiones en cada país, pero no creo que puedan ser… O sea, no estoy hablando de jóvenes de derecha. Estoy hablando de jóvenes que creen en los procesos revolucionarios y en los procesos progresistas en nuestro continente, que defienden esas ideas y que son la energía creativa para continuar impulsando esos procesos de cambio, de revolución y de construcción democrática de esas revoluciones. Difícilmente podríamos aglutinar allí a jóvenes de derecha, porque no compartimos ese impulso. Ellos, probablemente, tengan sus espacios.

Boliviana

– Como en su momento, cuando era parte de esa nueva generación, la etiquetaron. ¿Cuál es esa nueva generación hoy? ¿Dónde identifica el fermento?
– Creo que es una nueva generación que ha crecido ya en estos procesos de cambios revolucionarios progresistas, que no ha conocido las nefastas consecuencias de la aplicación de modelos neoliberales en sus países, en sus vidas. Esta generación también tiene una enorme potencialidad, porque se construyó en el marco del debate de ideas que ya no acepta o que dan por imposibles ciertos preceptos que hace 10 años, en Latinoamérica, eran hegemónicos en absoluto. Es decir, que la empresa privada es mejor administradora, etc. Y entonces eso es una semilla muy importante. Pero también existe el riesgo que esa nueva generación, al no conocer las consecuencias, tenga la tentación de creer que – si les presentan esas ideas de nuevo – son ideas novedosas, porque no conoció su aplicación. Creo que esa generación es la que, además, va a poder – con esa energía creativa de la que hablábamos – dar soluciones a problemas concretos que tenemos hoy, no solamente los gobiernos, sino los estados y los pueblos en Latinoamérica, como – por ejemplo – el tema del rentismo o como – por ejemplo – el tema de seguir siendo (en muchos casos) países primario exportadores. Y, además, tienen mucho más facilidad estas nuevas generaciones para vincularse a necesidades que están clarísimas, como – por ejemplo – el desarrollo de nueva tecnología, de ciencia, de conocimiento y de generar nuevas realidades.

– Hay un riesgo, por ejemplo en Uruguay está pasando; luego de 25 años de gobierno de la izquierda en Montevideo, los discursos viejos vuelven, como dijiste tú. ¿Cómo se contrarresta eso?
– Buscando más espacios con los jóvenes, espacios intergeneracionales. Los espacios intergeneracionales son importantísimos por eso, porque permiten que no se generen rupturas o que se abran espacios de incomprensión mutua entre lo que ya pasó, lo que está pasando y lo que viene hacia delante. Me parece muy importante, también, el intercambio entre quienes vivimos las consecuencias del neoliberalismo con esta nueva generación, quienes vivieron la época de la dictadura que, todavía, está entre nosotros y está en estos procesos. Porque, a pesar de que pareciera que la mano de los intentos de golpes de estado no va a venir por el lado militar, las consecuencias de una sociedad preñada de miedo, no las conoce esta generación, no las ha vivido ni se las imagina remotamente. O sea, todas esas lecciones ya aprendidas por nuestros pueblos, tenemos que ser capaces de irlas pasando hacia delante.

– En relación al tema de los Derechos Humanos y las violaciones de los mismos durante la dictadura de Hugo Banzer y otras en Bolivia, ¿cómo se encuentra la sociedad boliviana respecto al tema?
– En Bolivia – a diferencia de otras sociedades latinoamericanas, donde se impuso el miedo por parte de las dictaduras militares – se ha desembarazado casi completamente ya de ese miedo. No se generan dudas en torno a la vigencia y a la necesidad de nunca más volver a ese pasado oscuro. Pero ahí, vuelvo a insistir, está claro para la mayoría de una sociedad que tuvo cercano el momento, ya sea por referencias, ya sea porque lo vivió. Pero hoy, a estas generaciones jóvenes, ya les queda muy lejos ese momento. Y, por eso, es importante que lo sigamos compartiendo.

– ¿Quién puede llegar a ser el recambio del presidente Evo? ¿Se está construyendo alternativas en ese dirección?
– Como muchos de los procesos en Latinoamérica, creo que el presidente ha sido muy claro al respecto en estos últimos meses y no hay una personalidad que se esté buscando para generar el recambio, sino que creo que son cientos de dirigentes en Bolivia que han ido construyendo esa posibilidad. Tampoco creemos nosotros que se centre, solamente, en el liderazgo del presidente Evo Morales nuestro proceso, aunque todos admiramos, respetamos y creemos profundamente en ese liderazgo. Y, por nosotros, si fuera eterno, sería mejor (risas).

– Vemos muchas innovaciones en el tema de la Salud. ¿Cuánto se ha avanzado en el tema, habida cuenta de los atrasos que tenían cuando empezaron?
– En el área de Salud es un área que el presidente le ha dado prioridad en estos próximos 5 años. En Bolivia hemos tenido resultados muy importantes, pero de programas específicos. Hoy lo que toca, en Salud, en Justicia, es terminar de construir un modelo distinto de gestión de Salud y de la Justicia. Porque, de lo contrario, el sistema no va a permitir que los programas – que son exitosos – sigan avanzando, porque siguen siendo parciales.

 

Entrevista a Gabriela Montaño Viña por: Bernardo F. Ramazzi y Silvia C. Burwood 

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