(nota 2 de 4) Nota 1
En 1999 Hungría y la República Checa ingresaron a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN. Ambos países sufrieron invasiones del Pacto de Varsovia. Polonia siguió el mismo camino y también ingresó a la OTAN el mismo año. Los tres países tienen una larga historia de conflictos con Rusia. Luego de la caída del muro de Berlín desconfiaban de la desaparición de la URSS, sabían que la URSS fue hegemonizada justamente por Rusia y ésta podría resurgir con “rabia histórica”; la verdad es que no se equivocaron.
Los tres primeros socios en la OTAN del ex campo soviético muestran una clara admiración política por el sistema estadounidense. Me atrevo a comparar lo que pasó con el esclavo liberto, cuya primera reacción fue buscar un nuevo amo. No sólo esos tres países son adláteres de Washington. En esa misma línea están las tres repúblicas bálticas: Letonia, Lituania y Estonia, y algunos otros como Eslovaquia y la República Checa.
Polonia, Hungría y Ucrania se sumaron a los EEUU y participaron en la guerra ilegal contra Iraq. Washington recibió también el apoyo diplomático de las Repúblicas Bálticas, Checa, Eslovaquia y Eslovenia.
¿Por qué tomo como ejemplo la guerra contra Saddam Husein? Porque se trata del apoyo a una guerra ilegal, no aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU. La oposición abierta surgió en Francia y Alemania. También se opusieron por su ilegalidad, entre otros, China, Suecia, Noruega y Finlandia.
Donald Rumsfeld, por aquel entonces ministro de defensa norteamericano, acuñó un nuevo término “Europa nueva”, haciendo alusión a los países que apoyaron la invasión ilegal, todos exsocialistas. En contrapartida quedó la “Europa vieja” que condenó la invasión con excepción de la España de Aznar, Portugal y Dinamarca por su obsecuencia de sus gobiernos a la política a Washington.
Hoy los cambios no son muy radicales; Alemania, Francia, Italia, España, Holanda y los países nórdicos son socios de Washington, pero no son obsecuentes, saben criticar y a veces, divergir. Es más: Francia y menos abiertamente Alemania, coinciden en crear los mecanismos de una defensa europea amparados por el “paraguas nuclear de Francia”.
Todos estos actores están dentro de la UE y la OTAN. Es decir, Europa es un aliado militar de los EE. UU. Pero muchas veces critica sus actitudes imperialistas. Esta contradicción no les impide ser socios y al mismo tiempo competir en temas comerciales y económicos. La guerra en Ucrania ha vuelto a juntar a los viejos aliados que ganaron la Segunda Guerra Mundial con excepción de la URSS (Rusia) y China.
La defensa de Ucrania genera también el resurgimiento de intereses opuestos, sobre todo en el campo militar. Francia vuelve a liderar el pensamiento defensivo europeo bajo su paraguas nuclear. Y los nórdicos unieron sus fuerzas aéreas.
Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia coordinan ahora sus fuerzas aéreas, frente a lo que denominan “la creciente amenaza rusa”. El general de división Jan Dam, comandante de las fuerza aérea danesa, dijo recientemente: “Nuestra flota combinada puede compararse a la de un gran país europeo, ya que posee un arsenal de cazas F-16, F35, F/A-18 y Gripen, todos ellos de muy alta tecnología”. Los nórdicos intentan demostrar de esta manera que es posible una defensa europea.
Francia tiene en su agenda, desde los tiempos de Charles de Gaulle, justamente esa idea. No es ninguna tarea inmediata, pero la idea circula por muchas cancillerías de la UE. Las nuevas tensiones geoestratégicas serán la espoleta de más de una sorpresa en este campo. Un simple ejemplo de la desconfianza de la UE, es su reacción y su indignación ante el anuncio de la alianza militar que une ahora a EEUU, Reino Unido y Australia (AUKUS). Bruselas no fue informada oportunamente sobre el acuerdo, que tiene también connotaciones económicas. Por de pronto, lo único importante en materia militar es el reinicio de la carrera armamentista.
La primera reacción militar no es sólo el rearme sino la modernización de las armas nucleares. Rusia ha amenazado con usarlas si se siente atacada. ¿Quedará occidente paralizado? Lo que intentarán todos los poseedores de estos sistemas es mejorarlos, modernizarlos y/o incorporarlos al armamento táctico. Lo que es tremendamente peligroso. Volver al tema de las armas nucleares ha suscitado preocupaciones, pero la carrera armamentista ya ha comenzado.
El lenguaje militar ha sustituido en gran parte al lenguaje diplomático. El rearme de Alemania y Japón, los perdedores de la Segunda Guerra Mundial y la nueva alianza del pacífico AUKUS, en un mar que remplazará al Mediterráneo en importancia de cara a la nueva geopolítica, son señales inequívocas de los nuevos alineamientos.
Uno de ellos es la incorporación de Finlandia y Suecia a la OTAN. Ambos países nórdicos se sostuvieron firmes durante décadas en las arenas movedizas de la neutralidad y el no alineamiento militar. Cuentan con historias comunes, pues Finlandia perteneció a Suecia y también a Rusia. Distintas guerras en momentos diferentes de la historia separaron a los tres países. Los dos nórdicos cultivaron un acercamiento a la URSS, pero sin el calor de la dependencia ideológica y tampoco con la lejanía de la guerra fría de aquel entonces. Tras la segunda guerra mundial, fueron simplemente buenos vecinos.
Primera nota de Carlos Decker-Molina
Suecia fue más elocuente en las condenas por la violación de los DDHH en la URSS. Y la “finlandización”, fue una ventana de occidente hacia el este, pero también un pulmón que le proporcionaba aire occidental a la URSS. Moscú fue un gran socio comercial de Helsinki.
La incorporación de estos dos países a la OTAN implica necesariamente un aumento del gasto militar. Finlandia y Suecia justifican su cambio de tesitura porque Rusia no es la URSS. Ésta última era un foco ideológico, en tanto que Rusia tiene aspiraciones de gran potencia y su actitud avasalladora contra Ucrania y su control imperialista en su zona de influencia, son la chispa que empuja a los dos países del norte a buscar cobijo en la OTAN con el respaldo de más de la mitad de sus poblaciones.
La Europa alineada en la OTAN debe aumentar su presupuesto militar para cumplir sus compromisos con los EEUU, el mayor contribuyente de la Alianza Atlántica. De acuerdo con los compromisos, el presupuesto de defensa debe subir al 2% del PIB. Los ganadores de este capítulo son los grandes fabricantes de armas que están mayormente en los EE. UU. y el Reino Unido. Se trata de la Lockheed Martin (EEUU) Boeing (EEUU) BAE Systems (Reino Unido) Raytheon (EEUU) y Northrop Grumman (EEUU)
La guerra moderna y la que se cree que vendrá después de la de Ucrania, será muy diferente a lo que conocemos. La generación cibernética y la Inteligencia Artificial (IA) jugarán roles que hasta ahora solo vimos en la ciencia ficción. La guerra de Ucrania ya es un escenario para la IA y la llamada guerra cognitiva.
En un estudio publicado en 2020 sobre la nueva forma de “guerra del conocimiento” titulado originalmente Cognitive Warfare (CW) se puede leer: “Si bien las acciones realizadas en los cinco dominios militares (terrestre, marítimo, aéreo, espacial y cibernético) se ejecutan sobre los seres humanos, el objetivo de la CW es convertir a cada persona en un arma”. En ese campo, la ventaja la tiene Rusia, que tiene avanzadillas no solo en Europa sino en América latina y África, utiliza la vulnerabilidad del cerebro humano y mezcla recursos sofisticados en la guerra psicológica y en la guerra de la información.
La CW es una amenaza a la paz y la seguridad, pero no sólo eso. También es una amenaza a la democracia y a los derechos humanos. Maneja el arte de sembrar la confusión y la discordia y dificulta la resolución pacífica de los conflictos.
Es importante reconocer que la CW no solo amenaza a un enemigo internacional, también puede ser usada por actores nacionales, como partidos políticos y grupos de intereses especiales. Debemos ser conscientes de las formas en que se puede utilizar la CW para manipular al ciudadano común. Sin duda, es un tema complejo, pero debemos abordarlo si nuestra intención es proteger sobre todo a la democracia y de alguna manera, nuestra seguridad.
El factor ideológico, empero, sigue jugando un rol y en ese campo occidente lleva la delantera. La nueva contradicción no es comunismo contra capitalismo. No se trata de remplazar el modelo económico, “la base económica” como se decía durante la guerra fría, para que produzca el cambio de la supraestructura.
La contradicción principal de hoy es el modo de ejercer la política. Nadie quiere vivir sin derechos civiles, sin libertades individuales, sin prensa independiente. Esta aspiración necesita nuevos instrumentos tanto ideológicos como políticos. A la democracia no solo se la puede defender con armas. Se la defiende con una mejor calidad de vida de sus ciudadanos, con justicia social, con mejor redistribución de la riqueza y con la defensa de las conquistas sindicales. Pero …
La militarización del cerebro, uno de los nuevos escenarios de la guerra del siglo XXI, es también un arma importante para los EEUU y sobre todo para China, será un éxito en la cabeza de los adocenados, pero, jamás en las cabezas de ciudadanos bien informados, mejor instruidos y libres de pensar.
Recurro a Carl von Clausewitz para comprender el concepto de guerra y comprender lo que está pasando en Ucrania. Si la guerra es continuación de la política por otros medios, en este caso armados, la guerra resulta ser un acto de violencia con un objetivo político, porque si no lo tiene dejaría de ser su continuación. Sería solamente el ejercicio del caos y la violencia.
En este contexto la IA es una herramienta en manos militares, es un elemento que quizás sea el principal de la guerra. Ucrania es el escenario de las pruebas.
La IA en los sistemas de las armas modernas hace suponer que hay un problema ético y moral, porque la IA traspasa a la “máquina bélica” la misma decisión de matar o no. Un ingeniero sueco dice que “dependerá del grado de autonomía de esas armas”, y explica además que la IA bélica incluye “cuatro tecnologías”: la Big Data, Internet, Blockhain y la propia de la IA. Unos ejemplos:
El tanque de combate Armata T-14 de Rusia puede disparar de forma autónoma. El Sea Hunter de la armada de los EEUU es un buque autónomo de cuatro metros de eslora, sin tripulación y que se ocupa de “buscar submarinos enemigos”. Los estadounidenses tienen un avión X-47B totalmente autónomo controlado por control remoto.
El proyecto ATLAS (Advanced Targeting and Lethality Automated System) incorpora la IA a los tanques, y lo hace para identificar y atacar objetivos al menos con el triple de velocidad que el proceso manual. Estos aparatos bélicos son de la categoría llamada “mixtos”.
Rusia usó algunas pocas veces en Ucrania sus misiles hipersónicos; Putin habló de ellos con mucho orgullo. Esos misiles también los tienen China, Corea del Norte, Francia y los EEUU. Estos dos últimos países lo tienen en etapas de prueba.
Ucrania puede convertirse, de seguir la guerra un año más, en un campo de ensayo de las nuevas armas. Los drones, activos desde la guerra en Nogorno Kabarabaj y las incursiones estadounidenses en el Afganistán ocupado, son parte del armamento tanto de Rusia como de Ucrania.
La guerra actual recuerda la guerra civil española donde también se probó el nuevo armamento que fue utilizado después en la Segunda Guerra Mundial. ¿Estamos frente a la Tercera Guerra Mundial? Estamos ante una nueva batalla de una guerra que apenas se ha desatado y cuyas consecuencias por impensables e imprevisibles, cuesta imaginar.
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