Los frentistas estamos eligiendo a nuestro candidato a presidente, en un panorama en que ni el FA ni el Partido Nacional ni el Partido Colorado tienen liderazgos claros. La situación es distinta en cada caso, y el voto que el alma pronuncie debe tenerlo claro.
La forma en que el Partido Colorado ordene sus fuerzas, va a ser siempre subordinada al Partido Nacional; esa realidad política viene padeciendo con resignación desde que el FA sobrepasó el 30% de los votantes; ésa es una cuenta que deberían saldar con Julio María Sanguinetti. El Partido Nacional ofrece, claramente, más de lo mismo que está terminando de ser; dos platos de sopa esta vez. Su campaña electoral cumplió varias etapas: inicialmente el Frente Amplio era el responsable de todos los males, luego habló de un programa político y hasta se editó uno, se publicitó la aspiración nacionalista de enfrentar a Carolina Cosse, como si prefiriera ir a una polarización sin mostrar discurso para hacerlo; su estrategia electoral se parece a la mosqueta, y sus dichos son su manera de preferir a Yamandú Orsi como opositor.
Tanto así que si lo logra, no le importará tanto perder, si tan solo fuera por poco, Con Orsi tiene asegurado diálogo, negociación, votos, entendimiento. Después de todo, Mujica viene del herrerismo, y nunca se alejó de muchas de sus formulaciones políticas. Y si pierde por poco, es porque a Alvaro Delgado le faltó la acción proselitista del príncipe Lacalle Pou, verdadero dueño de esa tienda. Es fácil suponer que Lacalle se sentiría hasta halagado.
Lo que el FA tiene para priorizar en esta primera vuelta de elecciones, no puede estar en boca de otro que no sea el pueblo frenteamplista: lo que se elegirá, además de candidato de todo el FA, es lo que más le falta al FA: liderazgo a largo plazo, que delinee bases para fortalecer a esta fuerza política como fuerza privilegiada de la historia nacional, que sepa devolver con acción política la sana inquietud de las bases, que piense en el día de mañana y actúe en cnsecuencia.
La salud de esos propósitos se ha visto oscurecida por zancadillas de campaña. El asunto Romina Celeste fue bien aprovechado por Delgado para darle mayor presencia mediática y política a Orsi, en desmedro de Cosse, que desde que saltó el asunto el 6 de marzo casi que desapareció de los medios. El precandidato Orsi no fue cómplice de esto, pero no lo pudo evitar: después de todo, hablaban de él. Las intervenciones en desmedro de Cosse de José Mujica primero y de Lucía Topolansky después por cierto que no ayudaron. Sólo una conjetura puede explicar esa forma que encontraron de ayudar a su candidato.
Que tras estos polvos no predominen el lodo. Que cada uno decida no sólo a su candidato, sino a quien liderará a esta fuerza histórica a partir de esta coyuntura de fuerte renovación. Quién parece tener más y mejores ideas para hacerlo, más profundidad conceptual, más visión del cambio que ya está en el aire y además es viento que crece. Esa es la disyuntiva.
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