Eric Bazail-Eimil y Robbie Gramer
Parece que no hay forma de detener el floreciente romance entre el presidente salvadoreño Nayib Bukele y el presidente Donald Trump. Para empezar, el presidente centroamericano recibe una bienvenida con alfombra roja durante su visita a Washington.
Trump se reunió con Bukele en el Despacho Oval. Allí, ambos líderes insistieron en que no trabajarían para liberar a un salvadoreño cuya deportación a El Salvador, dictaminada por unanimidad por la Corte Suprema de Estados Unidos, fue inconstitucional, contraviniendo una orden judicial. También hablaron con tono jovial sobre el uso indiscriminado del encarcelamiento por parte de Bukele para combatir las pandillas en el país.
Tras bastidores, el gobierno salvadoreño también está promocionando alianzas con empresas de seguridad estadounidenses para recibir aún más deportaciones de Estados Unidos.
Se trata de un cambio drástico respecto de cómo trató a Bukele la administración Biden, que trabajó con El Salvador en privado en materia de migración, pero mantuvo a Bukele a distancia en público, al menos en parte debido a la inquietud por las violaciones de derechos humanos derivadas de la represión a las pandillas.
Un exfuncionario estadounidense, al que se le concedió el anonimato para hablar con franqueza sobre la relación entre Estados Unidos y El Salvador, afirmó que San Salvador había estado dispuesto a esperar a que se retirara la administración Biden, a la que consideraba «adversarios culturales», con la esperanza de que Trump u otro líder estadounidense amigo llegara a la Casa Blanca. Esa parece haber sido una decisión premonitoria.
Bukele, insisten sus detractores, sigue siendo un autócrata que ha sofocado las frágiles instituciones democráticas del país centroamericano. Bukele también ha enfrentado críticas de la derecha por no hacer lo suficiente para reducir los lazos económicos de su país con China.
En el Capitolio, existe inquietud por los términos del acuerdo secreto que regula las deportaciones a las prisiones de alta seguridad de El Salvador y otras medidas de cooperación contra la migración. Los demócratas critican duramente a la administración por el secretismo que rodea el acuerdo entre la administración Trump y Bukele, según una copia de una carta enviada por ocho legisladores al secretario de Estado, Marco Rubio, a la que se tuvo acceso. En dicha carta, los legisladores solicitaron un informe completo del acuerdo, incluyendo su duración, si existe un límite al número de detenidos que El Salvador recibiría de Estados Unidos y el acceso que esos detenidos tendrán al debido proceso.
La carta, encabezada por el representante Jim McGover (D- Mass.) también describe acusaciones de que el propio Bukele ha conspirado con pandillas salvadoreñas, incluidas la MS-13 y Barrio 18, citando hallazgos anteriores del Departamento del Tesoro y del Departamento de Justicia.
La carta expresa su preocupación de que el acuerdo “no sólo implicaría a Estados Unidos en graves violaciones de los derechos humanos, sino que también socavaría la seguridad nacional estadounidense”.
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.