El gobierno electo y se supone que en funciones por el Frente Amplio tiene problemas. Cada uno de ellos lo es, pero no son sólo una sumatoria de hechos, sino que ellos demuestran el inicio de un rumbo distinto al esperable de la contracara del gobierno anterior; a un gobierno de izquierda.
El presidente Yamandú Orsi está allí para dar la cara por lo que se hace y no se hace. El programa está muy bien, pero carece de metrónomo: no dice cuándo hacer, ni dice cómo el consenso con una hoy oposición que tiene notorias dificultades para esa danza. Previendo dificultades, Pepe le dejó a Orsi una consigna como legado: «La revolución de las cosas simples».
Orsi se pone del lado de Israel cuando las bases del Frente Amplio le arrancan a su dirección una declaración de apoyo a los gazatíes. «Una cosa es el gobierno y otra la fuerza política», fue la excusa que pergeñaron con el vocero Fernando Pereira. Cierto, pero no debería haber distancia sideral entre ambos.
Orsi está allí para llevarse las culpas, y se puede especular con que los restos que queden se juntarán con otros restos políticos, y si pueden, harán un polo de centroizquierda que será alternativa a lo que lidere Lacallito. En el primer polo falta ubicar a Guido Manini y sus muchachos, que constituyen una sorpresa para más adelante; en el segundo, a Pedro Bordaberry, que sin duda tiene aspiraciones para después que Andrés Ojeda, hoy secretario general del Partido Colorado, se autodestruya. En esa perspectiva, al menos hoy en el FA no se ve energía para que la fuerza centrípeta de estos movimientos deje base para conformar una izquierda con propuestas atractivas y posibilidad electoral.
El miércoles, Orsi sacó a relucir dos perlas del collar hoy vigente: le abrió la puerta a la oposición para que proponga hacer un triunvirato de la Fiscalía de Corte, tal como sugiere una parte de la oposición, porque en principio no hay votos para la mayoría especial que requiere mantener el unicato. Precisó además que no propondrá nombres, para no enturbiar el proceso. Le está dando el Poder Judicial a la oposición con moño blanco y colorado.
La otra perla es que él, integrante fundador del Grupo de Puebla por el dedo de José Mujica, prefirió no pronunciarse ante la ratificación de la condena contra la ex presidente Cristina Fernandez. Haciendo virtud de su incapacidad, dijo no estar en conocimiento de las críticas al fallo, emitidas por esa organización referente del progresismo latinoamericano. En sopa de micrófonos, le repreguntan si comparte la declaración del Grupo de Puebla sobre la condena a la ex presidenta. Y dijo el susodicho: «No lei nada, no tengo ni idea de lo que salió. ¿Tiene posición? No me puedo oponer, y menos me puedo meter en resoluciones de otros países, y (aún) menos en la decisión de la justicia de otros países».
Que no se diga que esto con Pepe no pasaba. Antes de informar a la prensa que tenía cáncer de esófago, el 29 de abril 2024, convocó a dos reuniones en su chacra. Las únicas figuras repetidas en la concurrencia fueron él y Alejandro Pacha Sanchez, que hoy es el secretario de Presidencia y cumple su función junto a Orsi. En esas reuniones testamentarias, Pepe Mujica definió tres puntos: el heredero es el Pacha, esto no se discute y menos cuestiona, y se sigue la línea de trabajo con Manini.
La ya viuda de Mujica, Lucía Topolansky, hizo honor al apelativo que tuvo en Tupamaros, La Tronca, y salió a contar que el heredero era el Pacha. Se estima que fue holgadamente prematuro. Con esto en el tapete, Pacha Sanchez no apareció más haciendo declaraciones y hasta es difícil verlo. Ser El Cid Campeador y combatir muerto es materia para un solo combate, y La Tronca apuró el combate del Pepe.
Con Pepe en vida, hoy habría cosas que se evitarían. Un gobierno que se proclama de diálogo tiene tales problemas con que por dos bancas en 90 no tiene mayoría propia en Diputados –aunque saí la tiene en Senado, con 17 votos en 30– que no se anima a plantear medidas legislativas que lo lleven a negociar esos dos votitos. Todas las medidas que tomó se viabilizaron por decreto, y la necesidad de leyes se va acumulando. El senador Javier García, coronel de la oposición, dice que a Orsi «la falta liderazgo». Y para peor, tiene razón.
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