El Opus Dei reduce mujeres a la servidumbre

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 / Javier Lorca | La justicia argentina acusa al vicario auxiliar del Opus Dei de trata de personas y reducción a la servidumbre. Mariano Fazio, segundo al mando de la Prelatura de la Santa Cruz, es imputado por la Fiscalía por delitos que habrían sufrido al menos 43 mujeres en Argentina.

Reducción a la servidumbre y trata de personas son los delitos por los que están acusadas las máximas autoridades del Opus Dei en Argentina. Los imputados desde el año pasado son cuatro sacerdotes y ahora se suma otro: se trata de Mariano Fazio, quien hoy es vicario auxiliar de la Prelatura de la Santa Cruz, es decir, el segundo al mando global de la organización católica conservadora. En la causa judicial consta que al menos 43 mujeres fueron captadas por el Opus Dei cuando eran menores de edad, con engaños y promesas, para ser obligadas a trabajar gratis durante décadas como empleadas domésticas.

Si hasta el momento el caso salpicaba a quienes condujeron la delegación argentina de la Obra entre 1991 y 2022, la nueva imputación de la fiscalía alcanza a su máxima jerarquía actual, con sede en Roma. El sacerdote Mariano Fazio (Buenos Aires, 1960) es el principal colaborador del español Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, y el primero en el orden sucesorio, de acuerdo con la tradición de la congregación religiosa.

Los acusados en la causa son exvicarios regionales de la institución en Argentina: Carlos Nannei (1991-2000), Patricio Olmos (2000-2010) y Víctor Urrestarazu (2014-2022), a quienes se añade Gabriel Dondo, exsecretario a cargo de la Sección Mujeres en el país sudamericano.

La investigación judicial de los hechos comenzó en 2022, tras la denuncia pública realizada el año previo, y la acusación fue formalmente presentada en 2024. Allí se sostiene que 43 mujeres en situación de vulnerabilidad fueron atraídas por la Obra, cuando tenían entre 12 y 16 años, con la promesa de que tendrían un hogar y podrían ir a la escuela. Fue, sostuvieron los fiscales, un plan que “consistía en presentar una propuesta falsa relacionada con la posibilidad de continuar y completar sus estudios primarios y secundarios, así como recibir formación profesional para obtener oportunidades laborales, todo ello en un contexto de enseñanza religiosa”. Pero la única instrucción que recibieron fue para desarrollar tareas domésticas —planchar, cocinar y limpiar—, para satisfacer las demandas de los miembros varones del Opus Dei, tanto en Argentina como en otros destinos. “Sin recibir un salario” y sin que se respetaran sus derechos.

Al sometimiento laboral se añadía, precisó la acusación, un régimen de adoctrinamiento y manipulación psicológica. Las mujeres debían acatar, bajo amenaza de castigo, una serie de “normas de vida”: obligación de castidad, ruptura de lazos familiares y sociales, además de revisiones periódicas de salud que incluían el suministro de medicación psiquiátrica. No tenían acceso a medios de comunicación

Por Javier Lorca

 

 

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