Obligar a los palestinos a ir a un campamento sería una limpieza étnica y que la ira hacia Israel no se explica solo por el antisemitismo, dijo el ex primer ministro israelí Ehud Olmert en una entrevista excluisiva a The Guardian, realizada por Emma Graham-Harrison.
La “ciudad humanitaria” que el ministro de Defensa israelí ha propuesto construir sobre las ruinas de Rafah sería un campo de concentración, dijo al Guardian, Israel ya estaba cometiendo crímenes de guerra en Gaza y Cisjordania, dijo Olmert, y la construcción del campamento marcaría una escalada.
«Es un campo de concentración. Lo siento», dijo al ser preguntado sobre los planes presentados por Israel Katz la semana pasada. Una vez dentro, los palestinos no podrían salir, excepto para ir a otros países, dijo Katz.
Katz ha ordenado a los militares que empiecen a elaborar planes operativos para la construcción de la “ciudad humanitaria” sobre las ruinas del sur de Gaza , para albergar inicialmente a 600.000 personas y eventualmente a toda la población palestina.
Olmert es más un halcón que una paloma. Fue el duodécimo primer ministro de Israel desde enero de 2006 hasta marzo de 2009. Durante su mandato tuvieron lugar fuertes enfrentamientos militares con Hezbolá y Hamás, como la segunda guerra del Líbano y la operación Plomo Fundido.
“Si [los palestinos] son deportados a la nueva ‘ciudad humanitaria’, entonces se puede decir que esto forma parte de una limpieza étnica. Todavía no ha ocurrido”, dijo Olmert. Esa sería “la interpretación inevitable” de cualquier intento de crear un campamento para cientos de miles de personas, añadió.
Olmert no consideró que la actual campaña de Israel fuera una limpieza étnica porque, dijo, evacuar a los civiles para protegerlos de los combates era legal según el derecho internacional y los palestinos habían regresado a las zonas donde habían terminado las operaciones militares.
El proyecto de «ciudad humanitaria» cuenta con el respaldo del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y la negativa de Israel a retirarse del área que Katz prevé para el campamento es un punto de fricción en las vacilantes negociaciones para un acuerdo de alto el fuego, según han informado los medios israelíes.
Olmert dijo que después de meses de retórica violenta, incluyendo llamados de los ministros a “limpiar” Gaza y proyectos para construir asentamientos israelíes allí, las afirmaciones del gobierno de que la “ciudad humanitaria” destinada a proteger a los palestinos no eran creíbles.
«Cuando construyen un campamento donde planean ‘limpiar’ más de la mitad de Gaza, dijo, la inevitable comprensión de la estrategia no es salvar a los palestinos. Es deportarlos, expulsarlos y desecharlos. Al menos yo no tengo otra comprensión.»
Los abogados y académicos israelíes de derechos humanos han descrito el plan como un modelo para crímenes contra la humanidad y algunos han advertido que, de implementarse, “bajo ciertas condiciones podría constituir el crimen de genocidio”.
Otros israelíes que han descrito la proyectada «ciudad humanitaria» como un campo de concentración han sido atacados por compararla con la Alemania nazi, cuando el gobierno afirma que está diseñada para proteger a los palestinos. Yad Vashem, el centro conmemorativo del Holocausto de Israel, acusó a un periodista de «una distorsión grave e inapropiada del significado del Holocausto».
Olmert, que dirigió Israel entre 2006 y 2009, habló con The Guardian el día en que se celebraron los funerales en la Cisjordania ocupada de dos hombres palestinos, uno de ellos ciudadano estadounidense, que habían sido asesinados por colonos israelíes .
Las últimas muertes se produjeron después de una campaña de intimidación violenta que ha obligado a los residentes de varias aldeas a huir de sus hogares en los últimos dos años.
Los ataques fueron crímenes de guerra, afirmó Olmert. «Es imperdonable. Inaceptable. Hay operaciones continuas organizadas y orquestadas de la manera más brutal y criminal por un grupo numeroso».
En Israel , a los atacantes se les suele llamar » jóvenes de la cima » y se les describe como extremistas marginales. Olmert afirmó que prefería el término «atrocidades de la cima» para describir a los jóvenes cuya campaña de violencia creciente se llevó a cabo con casi total impunidad.
“No hay manera de que puedan operar de una manera tan consistente, masiva y generalizada sin un marco de apoyo y protección proporcionado por las autoridades [israelíes] en los territorios [palestinos ocupados]”, dijo.
Olmert describió a los ministros extremistas que respaldaron la violencia en Gaza y Cisjordania —donde han autorizado importantes expansiones de asentamientos y controlan la aplicación de la ley con el fin de expandir las fronteras de Israel— como una amenaza mayor para la seguridad a largo plazo del país que cualquier enemigo externo. «Estos tipos son el enemigo interno», afirmó.
El sufrimiento extremo en Gaza y las atrocidades de los colonos en Cisjordania están alimentando una ira creciente contra Israel que no puede considerarse en su totalidad antisemitismo, dijo Olmert.
“En Estados Unidos, las expresiones de odio hacia Israel son cada vez más numerosas”, dijo. “Nos rebajamos diciendo: ‘Son antisemitas’. No creo que solo sean antisemitas, creo que muchos de ellos son antiisraelíes por lo que ven en televisión y en redes sociales.
Es una reacción dolorosa, pero normal, de quienes dicen: “Oigan, se han pasado de la raya”.
Las actitudes dentro de Israel podrían comenzar a cambiar solo cuando los israelíes comiencen a sentir el peso de la presión internacional, afirmó, y pidió una intervención internacional más contundente ante la ausencia de una oposición política seria en el país. También criticó a los medios israelíes por no informar sobre la violencia contra los palestinos.
Olmert respaldó la campaña inicial contra Hamás tras los atentados del 7 de octubre de 2023. Sin embargo, afirmó que, para esta primavera, cuando el gobierno israelí abandonó públicamente y de forma brutal las negociaciones para el cese permanente de los combates, había llegado a la conclusión de que su país estaba cometiendo crímenes de guerra.
Avergonzado y desconsolado por la transformación de una guerra de autodefensa en algo más, decidió alzar la voz. «¿Qué puedo hacer para cambiar la actitud, salvo, en primer lugar, reconocer estos males, y en segundo lugar, criticarlos y asegurarme de que la opinión pública internacional sepa que hay otras voces, muchas voces, en Israel?», preguntó.
Atribuyó lo que llamó crímenes de guerra a la negligencia y a la disposición a tolerar niveles desmesurados de muerte y devastación, más que a una campaña organizada de brutalidad. «¿Dieron alguna orden los comandantes? Jamás», dijo Olmert.
En cambio, cree que los militares hicieron la vista gorda cuando se hicieron cosas que inevitablemente «causarían la muerte de un gran número de personas no implicadas». Dijo: «Por eso no puedo abstenerme de acusar a este gobierno de ser responsable de los crímenes de guerra cometidos».
A pesar de la devastación en Gaza, como el último primer ministro israelí que intentó seriamente alcanzar una solución negociada con los palestinos, Olmert todavía espera que sea posible una solución de dos Estados.
Está trabajando con el ex ministro de Asuntos Exteriores palestino Nasser al-Kidwa para impulsar un acuerdo a nivel internacional, e incluso cree que un acuerdo histórico podría estar al alcance –el fin de la guerra en Gaza a cambio de la normalización de las relaciones con Arabia Saudita– si Netanyahu pudiera o quisiera aceptarlo.
En cambio, Olmert se quedó atónito al ver a Netanyahu, un hombre que tiene una orden de arresto por crímenes de guerra de la corte penal internacional, nominar a Donald Trump para el premio Nobel de la paz.
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