El momento principal del debate del pasado 13 de octubre entre los precandidatos demócratas a la presidencia de los Estados Unidos vino casi al final. Fue cuando el moderador, Anderson Cooper, les preguntó por algo que diferenciaría su administración de la del actual presidente Back Obama. ¿Por qué no sería la suya, eventualmente, un simple tercer mandato de Obama?
El tema dio pie al periodista norteamericano, Peter Beinart, de The Atlantic, para hacer una comparación entre los dos principales candidatos demócratas: la ex-senadora y ex-secretaria de Estado, Hillary Clinton (67) y el senador por el estado de Vermont, Bernie Sanders (74), con 25 años de experiencia parlamentaria, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
Sanders respondió que pretendía transformar los Estados Unidos mediante una revolución política. Clinton dijo, simplemente, que a diferencia de Obama, ella era una mujer.
Las respuestas le dieron pie a Beinart para recordar una distinción que el periodista Chris Hayes hizo en su libro “El crepúsculo de las elites: Estados Unidos después de la meritocracia”, de los políticos norteamericanos, a los que calificó de “institucionalistas” o de “insurreccionales”.
Insurreccional, Sanders respondió a la pregunta sobre la necesidad de nuevas regulaciones financieras en Estados Unidos afirmando que “Wall Street, donde el fraude es el modelo económico, ayudó a destruir la economía del país y la vida de millones de personas”. Clinton, por su parte, se remitió a la ley Dodd-Frank, ya aprobada, que impone nuevas regulaciones a las instituciones financieras. “Es un buen punto de partida”, afirmó, y “hay que implementarla”.
Frente a ambas respuestas, Beinart concluye: en su respuesta, Sanders ataca el sistema; Hillary explica cómo mejorarlo.
El ejemplo puede ayudar a comprender mejor lo que está en juego entre los dos precandidatos demócratas que aparecen como mayores posibilidades de lograr la candidatura del partido en julio próximo, para las elecciones generales del 8 de noviembre.
“Fue lo mismo toda la noche”, dice Beinart. “Sanders llamando a reemplazar el capitalismo con el socialismo democrático. Clinton pidiendo poner controles a los excesos del capitalismo para evitar que se salga de control”.
El insurrecionalismo de Sanders es la clave de su atractivo político, en opinión de Beinart. “Los progresistas no solo lo quieren porque sus propuestas están más a la izquierda de las de Hillary. Estiman el hecho de que él califique el sistema político y económico de los Estados Unidos de corrupto y que se niegue a jugar con esas reglas corruptas del sistema: por ejemplo, recaudando fondos vía SuperPac”, un mecanismo que permite a las grandes empresas o financistas burlar los límites impuestos al financiamiento de las campañas políticas.
En todo caso, ese insurrecionalismo, que es “la clave del éxito de Sanders, puede poner también un techo” al crecimiento de su candidatura, concluye Beinart.
Tanto él, como el precandidato republicano Donald Trump, que hasta ahora encabeza las encuestas de su partido, pero que con sus actitudes y propuestas extravagantes despierta entusiasmo en algunos y horror en los demás, solo podrían ganar “poniendo el país y sus partidos patas arriba”.
¿Quién ganó?
Clinton y Sanders no son los únicos precandidatos demócratas. Otros tres aspiran también a esa candidatura, aunque ninguno parece tener grandes posibilidades de seguir en la competencia, después de un primer debate en el que quedaron en evidencia.
Se trata de JimWebb, de 69 años, un ex-senador por Virginia que sirvió como infante de marina en la guerra de Vietnam; Lincoln Chafee, de 62 años, ex-gobernador de Rhode Island; y Martin O’Malley, de 52 años, ex-gobernador de Maryland.
Clinton y Sanders se adueñaron del debate, ocupando más de la mitad de las dos horas que duró, dejando apenas unos 40 minutos para la participación de los otros tres.
Si bien Clinton mantiene una amplia ventaja en las encuestas, parece haber sido Sanders quien salió mejor parado del debate. Comentarios en Facebook, por ejemplo, le dieron un 75% de los votos, frente a solo 13% de Clinton.
El documentalista norteamericano, Michael Moore, escribió que el senador Sanders había triunfado en el primer debate.
Sanders logra también arrastrar a sus actos públicos a decenas de miles de simpatizantes, mucho más que los demás precandidatos y su página de Facebook tenía 1,6 millones de “likes”, frente a poco más de un millón de Clinton.
Indicadores que muestran ciertas tendencias, pero que, al final, no necesariamente se expresan en las urnas. Sobre todo cuando la campaña está apenas empezando y queda aun nueve meses para las convenciones donde Demócratas y Republicanos elegirán sus candidatos a la Casa Blanca.
Financiamiento de la campaña
Cuando apenas se inicia el proceso, el diario The New York Times publicó un reportaje sobre el financiamiento de la campaña en el que destaca que apenas 158 familias, mediante las empresas que controlan, han contribuido con 176 millones de dólares, cerca de la mitad de los recursos invertidos en la campaña.
Esas 158 familias han aportado, cada una, más de 250 mil dólares, hasta el 30 de junio pasado, según cifras de la Comisión Electoral Federal. Otras 200 familias han aportado entre cien mil y 250 mil dólares. La mayoría de ellas en apoyo a los candidatos republicanos (138), frente a solo 20 para los demócratas, según el informe del Times.
Las familias que invierten más en las campañas, abrumadoramente se inclinan hacia la derecha, contribuyendo con decenas de millones de dólares para apoyar a candidatos republicanos que se han manifestado a favor de parar las regulaciones, reducir impuestos a los ingresos, ganancias de capital y herencias, así como los programas de beneficios sociales, afirma el periódico.
Una tendencia que va en contra de las aspiraciones de la mayoría de los norteamericanos, dos tercios de los cuales, según la encuestas del mismo periódico, apoyan mayores impuestos a personas con ingresos de más de un millón de dólares anuales, mientras que seis de cada diez están a favor de una mayor intervención gubernamental para reducir la brecha entre los ricos y los pobres en el país. Y según el Pew Research Center, cerca de seis de cada diez personas están a favor de preservar la Seguridad Social y los beneficios del Medicare tal como están.
Algo que parecería indicar una mayor sintonía con el programa Demócrata, más que con el Republicano, aunque nada garantiza que ese será el resultado dentro de un año.
Por Gilberto Lopes / escritor y politólogo, desde Costa Rica
gclopes@racsa.co.cr
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