El parlamento uruguayo homenajeó a João Goulart, derrocado por un golpe de Estado en 1964

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El pasado martes 1 de abril, la Presidencia de la Cámara de Representantes de Uruguay realizó un homenaje al expresidente de la República Federativa de Brasil João Goulart, derrocado por un golpe de Estado en 1964 y exilado en nuestro país por largos años.

En el evento fue abierto por el presidente de la Cámara de Representantes, Aníbal Pereyra, el diputado del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Paulo Ferreira, el ministro de Relaciones Exteriores del nuestro país, Luis Almagro y el nieto del ex presidente homenajeado, Marcos Goulart. Goulart al intervenir indico su gratitud al “país que João vivió 12 años de su vida”, posteriormente leyó una carta de María Theresa, viuda del ex presidente, en donde narraba “qué el golpe Estado brasileño genero una serie de hechos que cambiaron su vida”.
El homenaje fue cerrado por el canciller Luis Almagro, quien resaltó que Goulart “asumió como presidente para hacer verdad la utopía” y darle “esperanza a la gente”.

Goulart

Discurso del canciller Luis Almagro
Quiero agradecerles el poder estar presente hoy, aquí, en el Palacio Legislativo, para homenajear la figura de quien diera su vida por la democracia. No solamente de su país, sino la de todos. Militante de los derechos de las y los brasileños y brasileñas desde el comienzo de su gestión. Internacionalista por definición e inspiración de tantos luchadores de derechos humanos. A 38 años de su muerte, el legado del presidente João Goulart está más vigente que nunca. Su figura es reivindicada y reconocida hoy con admiración y cariño por todos los pueblos de América Latina. Es el símbolo de un camino de políticas por los cambios sociales y políticos en favor de los derechos de la gente. Por estas políticas, recibió y soportó críticas de la derecha, que lo llamaba “enemigo del capitalismo”, o “promotor de la lucha de clases”. Y había también una izquierda que le exigía cambios más profundos.

Depuesto por una junta cívico-militar, tuvo que partir al exilio en nuestro país y nunca volvió al suyo. Estuvo exiliado en Uruguay, primero, y luego en Argentina. Estuvo en la mira de la macabra Alianza Anticomunista Argentina – más conocida por la Triple A, grupo paramilitar y terrorista de extrema derecha – que atentó contra su vida. La circunstancia de su muerte ha caído en las sombras durante años y tenemos testimonios de que pudiera haber sido asesinado por la dictadura.

Hoy el caso del ex-presidente Goulart es una de las causas en manos de la justicia, en el marco de las causas del “Plan Cóndor” en Argentina. Casi cuatro décadas después de su muerte, recordemos que el compromiso político con los más desprotegidos, el trabajo en pos de una mejora de las condiciones de vida y de desarrollo de nuestros pueblos, le costó la vida a muchísimas personas, entre ellas, João Goulart.

Más allá de su ideología y de los matices de su orientación política, quienes pelean por un mundo más justo han tenido siempre los mismos detractores y los mismos enemigos. João Goulart llegó a la presidencia para – según sus palabras – “hacer que Brasil viva su utopía”. En un país sesgado por la desigualdad social, su gobierno puso en marcha un tren de esperanza para la gente. João Goulart quería transformar el rostro perverso y salvaje del capitalismo y puso a los seres humanos en el centro de la política. La democratización del uso de la tierra, nuevas bases más justas para el salario mínimo, el derecho al voto de las personas no alfabetizadas, la priorización de la educación y la salud pública, fueron algunas de sus propuestas de cambio. Quería el fin del hambre y la miseria, porque sabía que no hay verdadera democracia sin justicia social, sin democratización.
Con su pérdida, perdieron todos aquellos que creían en un Brasil con inclusión, crecimiento y democracia. João Goulart fue un político agudo y ferviente defensor de la amistad entre los pueblos como motor de desarrollo. “Viva la amistad entre los pueblos asiáticos, africanos y latinoamericanos”, se le oyó decir en el Congreso de los Pueblos en China.

Pero el legado político y el ejemplo de vida de João Goulart – lejos de haberse apagado – ilumina nuestro compromiso actual y nos recuerda que ningún esfuerzo es suficiente a la hora de tomar partido por la justicia, la democracia y los derechos humanos.

Hoy aquí reunidos, el mejor homenaje que podemos hacerle es volver a hacernos las preguntas que él se hizo en su tiempo: ¿qué clase de cultura queremos?, ¿qué soñamos para nuestros pueblos?, ¿qué somos capaces de dar como individuos y como sociedades para lograrlo? A la luz de la memoria y del ejemplo de João Goulart, los invito a que respondamos juntos y con seguridad: queremos equidad para nuestros pueblos, queremos una América Latina democrática y democratizadora, queremos un continente unido y caminando hacia el mismo horizonte.
Esto es por lo que João Goulart luchó y esto es también lo que queremos. A ello dedicamos nuestro compromiso y nuestra vida. Muchas gracias.

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Por Luiz Moniz Bandeira

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