El Frente Amplio está en plena crisis, aunque sus dirigentes entienden conveniente no hablar de eso. En medio de las tormentas de abril Tabaré Vázquez se fue a pescar, gesto que ya ha utilizado otras veces cuando se levanta de malhumor. Y en este caso tiene razón, porque no se construye el futuro electoral del FA, discutiendo sobre Paco Casal, la interna de la AUF y los docentes de secundaria en plena rebelión, que otra vez amenazan con paros y conflictos.
También podríamos hablar de un alto dirigente del Frente que dio la orden de que nadie fuera a una cena de un sector del FA que esta en franca polémica. Cosa que todos cumplieron, menos uno.
Todo indica que por medio de El País y El Observador, la oposición sigue recreando una agenda de derecha y desestabilizadora, que no solo pone en peligro un posible triunfo de la izquierda, sino que cuestiona los escenarios de debate a gran altura.
Pero la crisis del Frente tiene también razones internas, que por cierto dan lástima para una fuerza política que nació para realizar transformaciones profundas, no solo en la economía sino también en lo que tiene que ver con la cultura nacional y sus expresiones ideológicas.
El reciente procesamiento de Lorenzo y Calloia ha mostrado que la izquierda es mezquina y por momentos carente de solidaridad.
El día que se conoció la resolución de la Justicia sobre estos dos gobernantes, hubo una buena reacción del presidente José Mujica y una excelente actitud de la Mesa Política del FA pero, a la vez, la dirigencia sectorial de la coalición de izquierda se ocultó detrás de la oscuridad del anonimato, al grado que quienes hablan todos los días por televisión, hasta sobre el origen del cangrejo azulado, no recurrieron a la prensa para expresar la solidaridad con los injustamente procesados.
Por cierto que este cuadro político donde la pequeñez predomina sobre los grandes gestos, hace de la política y del cuadro electoral un verdadera competencia donde todo el mundo se cuida, por miedo a perder zonas de poder.
La digna actitud de Lorenzo y Calloia, una vez conocido el juicio que por cierto los lastimó, debería ser un bueno ejemplo para las nuevas generaciones y para todo el sistema político, que es la base fundamental de la democracia y de la convivencia cívica.
Es una lástima que la mayoría del Frente Amplio, en sus diversas expresiones, no entienda que el chiquitismo tiene vida corta. Por lo menos es lo que creemos los ingenuos.
Raúl Legnani
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