El mundial de atletismo desarrollado en Tokio, Japón, trajo la alegría inesperada en este fin de semana para Uruguay.
La uruguaya – mexicana Julia Paternain, ante todos los pronósticos, tal como nos tienen acostumbrados nuestros deportistas a las proezas cuando se colocan la celeste, obtuvo el tercer lugar, luego de completar el recorrido de 42km y 195m de la maratón internacional.
En su segunda maratón como profesional logró un maracanazo en las tierras de los Samurái. Tal es así, que los nipones, siendo una sociedad precavida, organizada y dinámica, no tuvieron capacidad de reacción de tener lista la bandera uruguaya para la subida al podio. Ella al cruzar la meta no se dio cuenta, ahora con la medalla colgada y respirando en armonía, bien merecida lo disfruta. Festejamos y nos emocionamos.
Soy sumamente empático con su logro porque a lo largo de la vida soy aficionado y practicante del deporte en general, por ejemplo, basketball, fútbol, natación, entrenamiento de boxeo, correr, etc. En particular, más de grande, de media maratón y maratón a nivel amateur.
En el año 2019 corrí la maratón de Punta del Este en un tiempo de 3 horas, 58 minutos y 22 segundos. Para un amateur, donde sus obligaciones son otras y entrenando solo, bajé el tiempo de carrera a menos de 4 horas, fue un maracanazo personal. El deporte siempre es cultura, vida y futuro.
Puedo decir que gracias a Julia, pude festejar y sintetizar de manera cercana esa «patria conceptual» que es Urumex.
Urumex es la hermandad entre dos pueblos a distancia que trascienden históricamente los límites geográficos y políticos. En este caso, conformada por padres y madres uruguayos con hijos e hijas mexicanos. Un concepto que nació con el desexilio de México pos dictadura.
En mi caso personal nací en Ciudad de México porque la dictadura fascista civil – militar y el derrotero político Comunista familiar, con padre y madre uruguayos, no permitió que naciera en mi país, Uruguay.
Cuando México le va bien, yo festejo, cuando le va mal, duele. Cuando le hacemos un gol a México, yo tampoco grito los goles.
Que Julia no se preocupe si no le gusta el mate, a mí tampoco me conmueve. Prefiero tequila con mucha sal y limón, algún chile para rematar o acompañar, y siempre, una sonrisa sobre la muerte para festejar, ja!.

Por Andrés Legnani
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