Con el despliegue de infraestructura militar de gran porte de parte de Estados Unidos en la zona del Caribe, es claro que el interés de Donald Trump de invadir la zona norte de América del Sur no es una simple amenaza sino que es un objetivo firme en proceso de ejecutarse.
En caso de cumplirse esta fatalidad, una guerra en esta región sería devastadora y sumergiría el continente al abismo. Los «cisnes negros» de las guerras siempre conllevan consecuencias negativamente impredecibles.
No es un continente preparado para la guerra desde el punto de vista militar, cultural y político. No está en el tinte de su horizonte y tampoco en el carácter de su gente.
Este continente necesita salud, educación, trabajo, vivienda y desarrollo, no más muertes y bombas, ni especulación de grandes mercaderes sobre la construcción de su propio destino.
Hay que defender a la población latinoamericana para no ser rehenes descaradamente de intereses bélicos globales, gobiernos corruptos regionales y mafias imperiales. Es tiempo de despertar la conciencia latinoamericana. Una conciencia nutrida en el día a día de su historia pero sumergida en el mar de fondo de su dolor que la mantiene adormecida.
Es importante y urgente que los gobiernos de América Latina se ubiquen un rato en su lugar y enciendan los motores de toda la región en una única sinergia de acción y voz para detener el avance militar imperial y declarar al continente zona sustentable de paz. A su vez, libre de toda tiranía.
En nuestro continente no se puede permitir que prospere ningún tipo de antecedente donde una potencia mundial u otra fuerza destructiva «froten dos palitos conceptuales» creando una historia para justificar legalmente una invasión que trascienda a la propia historia, pero en realidad es motivada por otros objetivos superiores como son los económicos, políticos, dominio geopolítico y lucha de influencia territorial entre las grandes potencias.
Es fundamental que Brasil y México, siendo los países con mayor peso y con presidentes de primer nivel, lideren este proceso.
La paz en América Latina trasciende la salud política de Maduro, que en su tiranía populista no hizo mérito para cuidarla. Hoy en día es importante que Venezuela respire la paz por su gente y el bien del continente.
El matón del barrio está embriagado y nervioso, les molestan sus vecinos, esto siempre es peligroso, dicen que es por la cocaína pero su amor es el Esequibo. Los cuentos chinos no lo dejan de paranoiquear.
El que responda como Colombia también es «pechereado» y será arrastrado a la «gresca», no por su voz sino por su ideología política distinta al presidente actual de los Estados Unidos, representante de la derecha reaccionaria y conservadora mundial. El efecto final tal vez alcance al Brasil de Lula, al Brasil que se proyecta sobre la base de la igual y desarrollo.
El futuro llegó hace rato, es tiempo de la unidad en América Latina. Cuidemos el futuro de los inocentes.

Imagen elaborada con IA Gemini.
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