Una bomba estadounidense GBU-39 cayó sin detonar en Beirut, Líbano, durante una operación israelí, y EE. UU. exige su recuperación inmediata para evitar que llegue a manos de potencias rivales. La bomba posee tecnología de última generación.
El incidente se produjo en el contexto de una operación la semana pasada en Beirut de la fuerza aérea de Israel , en la que murió el comandante de Hezbolá, Haytham Ali Tabatabai. En el marco de esa acción, una bomba planeadora GBU-39 de origen estadounidense se perdió y cayó sin explotar en territorio libanés.
El artefacto es altamente sofisticado: diseñado para ataques de precisión, con capacidad de penetrar estructuras reforzadas y minimizar daños colaterales.

Pero no es sólo la bomba: hay riesgos estratégicos implicados. EEUU teme que la bomba sea recuperada por actores como Rusia, China o Irán, quienes podrían aplicar ingeniería inversa para obtener información sobre su tecnología.
La GBU-39 contiene sistemas de guiado y materiales clasificados que forman parte del arsenal de países aliados de Washington, como Israel y Ucrania. Un solo artefacto no detonado puede equivaler a miles de páginas de información militar sensible.
Ahora hay una verdadera carrera para la recuperación de este último producto de la más alta tecnología. Washington ha solicitado oficialmente que la bomba sea devuelta antes de que llegue a “otras manos”.
Pero no es tan fácil, al punto que la noticia trascendió. El hallazgo ha desencadenado una competencia silenciosa entre EE. UU., Líbano y potencialmente otros actores regionales, para asegurar el control del dispositivo.
El incidente pone de relieve la vulnerabilidad de la guerra moderna: incluso un error logístico puede alterar equilibrios estratégicos.
Las implicaciones del incidente son múltiples. Para Israel, el episodio complica su campaña contra Hezbolá, al añadir presión internacional sobre el manejo de armamento estadounidense. Para EEUU, la prioridad es evitar una fuga tecnológica que comprometa su ventaja militar. Y para Líbano, el hecho de que un artefacto tan peligroso caiga en su territorio sin detonar genera preocupación por la seguridad civil y la soberanía.
En resumen, la caída de la bomba GBU-39 en Beirut no solo es un accidente militar, sino un evento con consecuencias geopolíticas que involucra a Israel, EEUU., y rivales estratégicos como Rusia y China. Habría que hacer una película con el tema.
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
Otros artículos del mismo autor: