En los últimos años se han instalado gobiernos de izquierda en América Latina y, especialmente, en América del Sur. Para la izquierda es fundamental avanzar hacia la igualdad entre los distintos sectores sociales y enfrentar las discriminaciones de género, étnicas y generacionales. A través de políticas salariales y del gasto social se han mejorado los niveles de empleo y han bajado la pobreza y la indigencia.
En algunos países, como Uruguay, se han concretado avances significativos en los derechos de los ciudadanos. Pero estos gobiernos están afectados por algunos problemas relevantes de carácter estructural.
Vivimos en un mundo globalizado, con mucha interdependencia e intercambios pero donde pesan las relaciones de poder, con predominio de las potencias dominantes. EEUU tiene hegemonía militar y comunicacional y predominio financiero, tecnológico e inclusive ideológico. No es un socio amigable de los gobiernos de izquierda. En el plano comercial predomina China, un socio muy importante para la región, pero que nos vende manufacturas con valor agregado y contenido tecnológico y nos compra materias primas con bajo nivel de elaboración. Las negociaciones con estas potencias económicas se vuelven inevitables, pero no hubo la necesaria unidad de acción de los gobiernos de izquierda de la región para negociar en mejores condiciones.
En este mundo globalizado rige el régimen capitalista, que en la actualidad está bajo el predominio del capital financiero. El capitalismo genera desigualdades y sufre importantes crisis, pero mantiene una gran capacidad de innovación y de desarrollo tecnológico. Crea permanentemente nuevos bienes de consumo y nuevas formas de producir bienes y servicios, al influjo de las grandes empresas transnacionales. Éstas poseen un gran poder, dominan las cadenas de valor que explican el 80% del comercio mundial. Para los gobiernos de izquierda no es sencillo negociar con estas grandes empresas transnacionales, generalmente respaldadas por los gobiernos de sus países de origen.
La izquierda es muy crítica del capitalismo, pero no tiene paradigma para sustituirlo. Busca transformarlo o reformarlo para alcanzar mayores posibilidades de igualdad. Uno de los grandes temas sin resolución adecuada es el de la propiedad de los medios de producción. No se han generado formas de propiedad que puedan competir con las grandes empresas transnacionales.
En sectores estratégicos funcionan empresas del Estado, pero en el resto, las distintas formas de propiedad social o autogestionaria tienen muy baja capacidad de influencia sobre la actividad económica. Este es un gran desafío para el futuro de la izquierda. Por otro lado, se imponen valores propios del capitalismo, como el consumismo que penetra en todas las capas de la sociedad. Consumismo y desarrollo tecnológico son dos de los grandes baluartes del régimen capitalista. Los gobiernos y los partidos de izquierda no han sabido enfrentar estos elementos ideológicos.
Los brasileños denuncian que sectores sociales no reconocen que fueron muy favorecidos por las políticas de los gobiernos de izquierda. En momentos de recesión piden más consumo y terminan votando a los partidos de derecha.
Por Alberto Couriel
Economista y ex senador
La ONDA digital Nº 769 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.