Trump y América Latina (el reinado de la incertidumbre)

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Si algo define el momento político actual es la incertidumbre respecto de las consecuencias que tendrá la elección de Trump como jefe de Estado y de Gobierno de los Estados Unidos. Este análisis de Decio Machado (Para el periódico español el DIAGONAL) indaga en las repercusiones que la elección del magnate estadounidense provoca en las relaciones internacionales y en el orden mundial construido por el imperio norteamericano y sus aliados durante las últimas décadas, después de la Segunda Guerra Mundial.

Lo que se puede leer a continuación además de un breve extracto del capítulo inicial, es el análisis referido “Trump y América Latina”

«…Otra de las consecuencias de la elección presidencial estadounidense tiene que ver con el nuevo marco trump-diagonal-esde relaciones que se establecerá con América Latina. A pesar de que Trump no le dio importancia a la región, hay dos anuncios claros: la polémica propuesta de construir una ampliación del muro ya existente en la frontera con México y la voluntad de «dar marcha atrás» a las medidas de normalización en las relaciones diplomáticas con Cuba impulsadas desde la administración Obama.

Las lógicas restrictivas frente al fenómeno migratorio tendrían un impacto muy importante en las economías regionales, pues éstas reciben anualmente en torno a unos 65.000 millones de dólares por remesas de sus migrantes. Según declaraciones de Donald Trump en su primera aparición televisiva tras su triunfo electoral, su intención es expulsar entre dos y tres millones de migrantes que según él tienen «antecedentes penales».

De ser así, el impacto será fuerte especialmente para las economías de países centroamericanos, como Guatemala, que mantiene cierto equilibrio macroeconómico gracias a los 7.000 millones de dólares que reciben cada año de sus migrantes.

(…) El discurso de Trump estuvo dirigido al 49% de la población que compone la clase media trabajadora del país, que son quienes más han sufrido la crisis económica y que comienzan a tener claro que el sistema en el que viven ha sido diseñado pensando sólo en favorecer a sus élites.

A pesar de que Obama abandone el Despacho Oval de la Casa Blanca con unos índices de valoración personal muy elevados, lo cierto es que tras los ocho años de su gobierno, los ingresos de los hogares medios estadounidenses han menguado, fenómeno que ya venía heredado de los años de mandato de George W. Bush. La esperanza media de vida (mayor indicador existente de desigualdad) de la clase trabajadora blanca en Estados Unidos viene descendiendo desde principios de siglo, duplicándose durante la última generación dicho indicador entre las élites del 1% y los ciudadanos con menor capacidad adquisitiva del país.

Es por ello que el discurso de Trump consiguió calar en la ciudadanía blanca estadounidense, de forma mayoritaria (53%) en los mayores de 45 años. Este dato no es baladí, teniendo en cuenta el proceso de envejecimiento que sufre este target poblacional en la actualidad, y que hizo que la Oficina del Censo de Estados Unidos pronosticara unos años atrás que los blancos dejarán de ser la mayoría de la población a partir del año 2043.
(…)»Nunca volveremos a someter a este país, a este pueblo, a los cantos de sirena del globalismo», indicaba Trump durante su campaña electoral y se reafirmaba diciendo, «la nación-estado sigue siendo el fundamento de la felicidad y de la armonía, soy escéptico al respecto de las uniones internacionales que nos atan y que nos destruyen, y no permitiré que Estados Unidos entre nunca en ningún acuerdo que reduzca nuestra capacidad de decidir en nuestros propios asuntos». Toda una declaración antiglobalización del próximo presidente estadounidense.

Respecto de México, el discurso trumpiano genera un fuerte impacto en el sector empresarial y encubre un notable desconocimiento sobre el valor económico para Estados Unidos de esta relación bilateral.

De darse un retroceso en las relaciones económicas entre México y Estados Unidos, el país latino degradaría su perfil crediticio –hoy calificado en «BBB» con perspectiva estable– y ralentizaría aún más su magros pronósticos de crecimiento económico.

Las propuestas proteccionistas de Trump durante la campaña electoral podrían conllevar un gravamen del 35% sobre los productos mexicanos (el 80% de las exportaciones mexicanas tiene como destino su vecino del norte), la reducción del ingreso por remesas (2% del PIB de México) y la parálisis de la industria maquiladora que se ubica en la frontera entre ambos países.

Sobre la involución de las lógicas de normalización en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la propuesta de Trump responde a las presiones ejercidas por parte de los partidarios de una política dura hacia Cuba, insertados en el Partido Republicano.

La isla caribeña ha vivido durante más de cinco décadas sin necesidad del coloso del Norte, si bien es cierto que en la actualidad y con el debilitamiento del gobierno bolivariano de Venezuela, la economía cubana corre serios riesgos.

Los beneficios de normalizar relaciones con Estados Unidos son claros para la isla, y basta señalar como ejemplo que, a pesar del estancamiento económico mundial, entre enero y junio del presente año Cuba ha recibido un 15% más de turistas internacionales que en el mismo período del año anterior, lo que se tradujo en una inyección de dinero de 1.200 millones de dólares en la economía cubana. De los 2,15 millones de turistas que visitaron la isla durante este primer semestre, algo más del 15% llegaron desde Estados Unidos.

Para el resto de la región, la elección de Trump posiblemente signifique la tendencia a profundizar las relaciones comerciales y económicas con la zona Asía-Pacífico. Voluntades como la del actual gobierno argentino de firmar un TLC con Estados Unidos seguramente quedarán bloqueadas, y el acceso de los productos latinoamericanos al mercado estadounidense probablemente va a decrecer notablemente.

En el plano de lo político quizás Colombia pierda apoyo para la futura implementación de la agenda devenida del acuerdo con las FARC, la cual en buena medida depende de la cooperación de Washington e incluye apoyo a la política antinarcóticos, justicia y garantías de no extradición. La ayuda prometida por Obama para el proceso de paz y el posconflicto fue de 450 millones de dólares. El país suramericano tan solo tiene asegurado el presupuesto ya aprobado para el año 2017.

Trump no ha hecho ni una sola referencia durante la campaña electoral a Venezuela ni a ningún otro de los países autodefinidos como del «Socialismo del Siglo XXI». Sorprendentemente el subcontinente carece de importancia geopolítica y comercial para el Donald Trump presidente, pero no para su holding empresarial.

Si bien América Latina no es el principal centro de operaciones comerciales de Trump Organization, el holding que agrupa a las empresas de Donald Trump, lo cierto es que mantiene con la región algunas relaciones económicas altamente beneficiosas.

En la Ciudad de Panamá se levantan 70 pisos en el Trump Ocean Club Internacional Hotel and Tower, precisamente la primera inversión del magnate estadounidense fuera de las fronteras de su país en 2011.

Desde entonces hasta hoy se desarrollaron otras inversiones inmobiliarias en la región, mediante un proceso relativamente reciente de internacionalización de esta corporación empresarial. La última de ellas ha sido la construcción del Trump Hotel Rio, situado en la elitista playa de Barra de Tijuca, que fue inaugurado para las Olimpiadas de Río de Janeiro en julio de 2016″.

 

Por Decio Machado

Foto: Eduardo Luzzatti

Fuente:  DIAGONAL

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