1. La Razón de la Guerra
Cuando una fuerza conquistadora en busca de un botín vence a su adversario tiene tres opciones para eternizar su triunfo: a) destruir a la élite sometida; b) cooptarla o c) reclutar y extinguir selectivamente sectores de la anterior elite enemiga. Generalmente, los vencedores usan la tercera estrategia. El catolicismo, por ejemplo, usurpó el planeta de esta forma, matando e integrando gente. Cuando el conquistador falla en aplicar a tiempo una de esas estratagemas, como Washington en Irak, Afganistán y Libia, la paz duradera para cosechar los frutos del triunfo fracasa y la guerra hecha perdió su razón de ser: determinar las condiciones de post-guerra.
2. El Arte de la Post-Guerra
Esa misma lógica de guerra y conquista perenne es válida para formas no-militares de usurpación del poder, como el exitoso Golpe de Estado de Trump-FBI (Colmey), en la campaña electoral de Estados Unidos; o la praxis de Hitler después de la última elección libre en Alemania, el 6 de noviembre de 1932, donde la NSDAP ganó apenas el 33 por ciento de los escaños del parlamento. Joseph Goebbels, el diabólico agente propagandístico de Hitler, anotaría después en su diario, que con esa mayoría relativa de los votos, “Ahora será fácil llevar a cabo la lucha, porque podemos recurrir a todos los recursos del Estado.” Es obvio, que las condiciones actuales en Estados Unidos son cualitativamente diferentes a las de la República de Weimar y que las primeras semanas de Trump en la cúspide del poder indican que, por suerte para la humanidad, no domina el Arte de la Post-Guerra, como lo dominaron los nazis. El protofascista Trump no ha entendido este arte de optimizar los frutos de la guerra. Su peligrosidad radica en su condición de hombre anti-institucional caótico y mitómano al mando de una fuerza nuclear. No es la embestida de la fuerza institucional totalitaria de los Nazis –aunque tiene peligrosos sujetos de este tipo en su equipo, como Bannon– ni el asalto del totalitarismo perfumado de Obama y los neocons, sino la aleatoriedad narcisista de su praxis, que lo hace peligroso. Su manual de operación se describe mejor como el de un canibalismo anacrónico, razón, por la cual perderá la guerra contra sus enemigos internos y los de extramuros.
3. Un Caníbal en un Mundo Nuclear
La ciencia nos enseña que la vieja idea biológica del canibalismo como una práctica aberrante y poco frecuente en el reino animal, fue equivocada. De hecho, se trata de un comportamiento presente en cientos de especies biológicas. Y, cualquier observador agudo, puede darse cuenta fácilmente, que, en forma modificada es el modus operandi general en el reino político y económico social-darwinista del capitalismo. Si a algún romántico se le había olvidado esta verdad, Donald Trump llegó a tiempo para actualizárselo. Creció canibalizando a 16 rivales republicanos en las primarias, para después, con el coup d´etat de la policía política (FBI), convertírse en el nuevo “Depredador en Jefe” (J. Fonda). Apenas instalado en la cima del poder mundial, empezó a aplicar su receta canibalesca urbi et orbi (a todo el mundo), olvidándose que la sociedad global nuclearizada e informatizada es un campo de batalla muy diferente al de la mafia inmobiliaria estadounidense. Un teatro de operaciones, que no se puede conquistar con “ordenes ejecutivos” desde el Trump tower. Tan diferente, que los destinos de la víctima y del victimario serían eventualmente indistinguibles y sin beneficios para la especie y el victimario.
4. America First contra Win-Win chino
Trump comenzó a aplicarle su receta de America First a la sociedad global actuando como si fuera el único tyrannosaurus rex en la selva. Su software simplista invirtió la cínica estratagema de su homólogo Theodore Roosevelt que predicaba que el imperialismo de Washington llegaba lejos aplicando el proverbio africano: “habla suavemente y lleva un gran garrote” — “speak softly and carry a big stick – you will go far”. Y, su mente étno-chovinista de supremacía blanca proyecta el meme de America First, un claro equivalente funcional de la “superioridad aria” de Hitler, sobre una sociedad global multiétnica y pluricultural; en la cual los caucásicos son una pequeña minoría. En esta confrontación con el mundo no-blanco, tiene que competir con el discurso estratégico de política exterior de Xi Jinping de la cooperación “ganar-ganar”. Es una batalla que el canibalismo nuclear está destinado a perder, como muestra su retirada del TPP y del Foro mundial de Davos. En palabras de un manager capitalista en Davos, después del discurso de Xi Jinping: “Escuchamos un Presidente chino convirtiéndose en el líder del Mundo libre” — “We heard a Chinese president becoming the leader of the free world”.
5. Derrota judicial de Trump
La aplicación de la receta canibalista –el “zero sum game” de la teoría de juegos– a la realidad del Siglo 21, ha llevado a tales rupturas y derrotas de Trump, que hasta el oportunista socialdemócrata Bernie Sanders ha reaparecido en la escena pública, atacando al magnate como un “defraudador (fraud) que traicionará a la clase trabajadora y media de Estados Unidos”. De hecho, las derrotas se están produciendo en todos los frentes. En lo judicial, el veto migratorio (Muslim ban) de Trump para ciudadanos de siete naciones islámicas, fue anulado por una corte de Estados Unidos; la apelación del Departamento de Justicia para mantener el veto, fue igualmente rechazada. Lo significativo del caso es que la demanda legal contra el Muslim ban fue iniciada por cuatro estados de la Unión, y posteriormente apoyada por 16 fiscales generales de estados de la Unión. Constituye, por lo tanto, un doble conflicto constitucional: entre el sistema federalista y el poder central (Washington) y el poder ejecutivo y judicial en la división de poderes.
6. Derrota gran-capitalista de Trump
Sectores muy poderosos del gran capital estadounidense se han unido a la rebelión contra Trump. En una demanda adicionada a la de los Estados (amicus curiae), unas 120 poderosas transnacionales estadounidenses rechazan el “Muslim Ban” por dañar a la economía del país. Entre ellas Apple, Google, Microsoft, Intel, Twitter, eBay, Ueber y Netflix, es decir, el sector más poderoso e innovador, aparte de Wall Street, de la Alta Burguesía. Sin atraer a los talentos globales, estas empresas no pueden competir con China, cuyo mercado y demografía tiene un potencial cuatro veces mayor que el estadounidense. Lo mismo está sucediendo con la pretendida cancelación del NAFTA con México. Los automóviles que México exporta a Estados Unidos contienen alrededor de 40% de valor agregado de insumos estadounidenses, qué a su vez, son producidos en todo el mundo. Tratar de cortar arbitrariamente esas cadenas de valor global (global value chains) en alguno de sus eslabones, es económicamente suicida, porque colapsaría toda la cadena. El costo social de tal medida recaería principalmente sobre la base electoral de Trump. Y la ley de valor de la crematística de mercado obra en la misma dirección. Para fines propagandísticos, Dangerous Donald puede torcerle marginalmente la mano a alguna corporación automovilística gringa, pero no lo puede hacer a escala mundial. La alemana BMW, por ejemplo, sostiene públicamente que, pese a Trump, mantendrá una gran inversión en México y la empresa china JAC empezará a producir coches en México, cofinanciada por Carlos Slim.
7. Derrota de soft power de Trump
El boycot y la resistencia activa social contra Trump es otro frente de guerra cuyo costo político-económico cualquier aliado de Trump tiene que tomar en cuenta. El ejemplo de Uber es ilustrativo al respeto. Su jefe, Travis Kalanick, había aceptado ser parte del Consejo de Asesoría Económica de Trump. Pero, cuando Trump lanzó el “Muslim ban”, Kalanick tuvo que renunciar al Consejo, porque 200,000 clientes cancelaron sus cuentas con la empresa. La ausencia de soft power de Trump, o sea un Brand name muy negativo, también ha provocado una ola de rechazo en la inteligencia técnica de Silicon Valley que en parte considerable son inmigrantes o hijos de inmigrantes. Su presión sobre empresas como Facebook y twitter ayudan a convertir al Presidente Trump en el paria Trump.
8. Derrotas geopolíticas
En la geopolítica, los contratiempos tampoco se hicieron esperar. La cancelación de la visita de Peña Nieta a Washington; el rechazo frontal de China a las amenazas sobre el Mar del Sur y Taiwan; la digna respuesta de Irán a las nuevas sanciones; los crecientes roces con Rusia (sobre Irán), Palestina y países islámicos y las crecientes fisuras en la alianza atlántica, particularmente con Alemania, amenazan con hacer caer el edifico global levantado por el Imperio durante los últimos setenta años, sobre su cabeza. La revista más influyente de Europa, Der Spiegel, incluso se atrevió a declarar que Trump “se convierte en un peligro para el mundo” y urgió al gobierno encabezar una alianza internacional (sic) contra Trump. Después de 72 años de sometimiento a Washington, el imperialismo teotón vuelve a la carga por una nueva aventura hegemónica.
9. Trump, Lula y Chávez
En la lucha por el control del poder del Imperio en la cúpula estadounidense, Trump se encuentra en una situación semejante a la de los reformistas latinoamericanos (Lula, Chávez). Instalados en la silla ceremonial se enfrentan al poder fáctico del sistema burgués, donde las élites económicas, políticas, militares y culturales que tratan de bloquear cualquier afectación de sus intereses incrustados. En este conflicto, después de algunos años, normalmente se imponen los intereses fácticos. Esto es el desenlace que pronosticamos hace varias semanas para el golpista-conquistador Trump. No tendrá la fuerza para de-construir las estructuras de poder del Imperio: ni Wall Street, ni Silicon Valley, ni el complejo militar-industrial-y de inteligencia, ni el aparato judicial, ni las corporaciones transnacionales, ni la separación de poderes, ni la resistencia de los Estados y grandes ciudades, ni de las clases medias, la intelectualidad y los sectores excluidos.
10. Las alternativas del golpista
En apenas una semana, su estrategia de canibalismo paleolítico en la era nuclear e informática globalizada ha convencido a poderosos decisores nacionales e internacionales, que el riesgo de un caos no controlable por Washington y una guerra nuclear, son demasiado grandes. A Washington le encanta el caos en otros países, siempre cuando pueda controlar su desenlace. Pero, esta condición para permitir la prolongación del experimento Trump no está dada. De ahí, que al golpista sólo le quedan dos alternativas. Volverse político, es decir, practicar el arte de las alianzas y de la negociación win-win, aceptando el poder y posiciones centrales del grupo neofascista-neocon (Bush, Obama, Clinton, McCain, Rubio, Cruz), o terminar por impeachment, atentado o renuncia voluntaria. Cualquier otro resultado sería contrario a las leyes del “Arte de la Post-Guerra” y las posibilidades de éxito de un caníbal en la era nuclear.
Por Heinz Dieterich
Sociólogo, analista político, teórico marxista, actualmente investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Ciudad de México.
Fuente: Aristeguinoticias
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