La contrarrevolución es un sueño eterno

Tiempo de lectura: 2 minutos

Si en 1916 o 24 o 28 o 30 o hasta 35, el Capitán de la Selección Uruguaya de Fútbol hubiera dicho “no llegará nunca el tiempo en que nuestro fútbol no sea el más poderoso del mundo” hubiese mentido.

En cambio, si hoy lo dijese diría literalmente la verdad, porque ese tiempo llegó hace tiempo y ya pasó, por lo tanto ya no puede llegar. Por una revolución en el fútbol uruguayo, que partió de los jugadores y llegó a la Selección con el maestro Tabárez de técnico a fines de los ’80, se impuso en el 92 e implicó un verdadero baño de humildad, consideramos masivamente que esta noche la Celeste consiguió un valioso punto al empatar con Argentina en el Centenario.

Y es cierto en el rumbo al Mundial de Rusia.

También es literalmente cierto y por idéntico motivo, lo que afirmó esta semana el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump: “No llegará nunca el tiempo en que nosotros no seamos la nación más poderosa del mundo”.

Incluso es verdad que puede “sumergir Corea del Norte en una ola de fuego como el mundo no ha visto nunca” tal como amenazó.

Ese tiempo no llegará nunca porque llegó hace tiempo y pasó. Estados Unidos no es por su capacidad destructiva de sumergir en una ola de fuego a un país, ni más ni menos poderoso que Rusia, China, Pakistán, Israel, Corea, Francia, Inglaterra… Si junto a Francia e Inglaterra, Estados Unidos en estos últimos veinte años destruyó parcialmente a Serbia, Siria… o casi totalmente a Afganistán, Iraq, Libia… no es porque sean más poderosos, sino por una determinada económicamente voluntad política que no todos comparten.

En cuanto a su capacidad constructiva, el hecho de que no pudo reconstruir nada en todos los países que destruyó y siguen siendo un caos, demuestra lo lejos que ha quedado de China, más allá de haber sido igualada como potencia económica, en las perspectivas de la ruta de la seda, el Banco de Infraestructura, los tren bala, la potencia comercial y estratégica política de inclusión.

En cuanto a Corea ya fue, entre 1950 y 1953, sumergida por Estados Unidos en una ola de fuego y furia como el mundo no había visto nunca. Sobre ella lanzó más bombas que en toda la guerra mundial. Si luego Corea desarrolló la capacidad de cargar con bombas atómicas misiles intercontinentales, sólo resta posibilidades a que las amenazas de Trump se cumplan.

 

(continúa)

 

Por José Luis González Olascuaga
Periodista y escritor uruguayo

La ONDA digital Nº 832 (Síganos en Twitter y facebook)

 

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.