CINE | “Suburbicon”: Perversas miserias humanas

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La intolerancia, la avaricia, la hipocresía, la mentira y la violencia subyacente son los cinco conceptos vertebrales que desarrolla “Suburbicon: bienvenido al paraíso”, el sexto largometraje como realizador del actor y director George Clooney, que indaga en las disfuncionales conductas de la sociedad norteamericana.

Autor versátil y fuertemente comprometido con su tiempo histórico, Clooney ha dirigido “Confesiones de una mente peligrosa” (2202), “Buenas noches, buena suerte” (2005), “Los idus de marzo” (2011) y “The Monuments Men” (2014).
Fuera de los estudios cinematográficos, se ha destacado por su militancia por los derechos humanos, actividad que lo ha transformado en un auténtico referente.

En muy buena medida, esta nueva película, en la cual Clooney no actúa, es una suerte de respuesta y hasta una metáfora sobre la escalada de intolerancia y racismo devenida del ascenso del ultra-derechista Donald Trump a la presidencia en su país.
En ese caso y mediante una mixtura entre la comedia ácida y de tono sardónico con el thriller, Clooney aspira a remover las conciencias de una sociedad adormecida y consumida por el odio.


Uno de los conceptos vertebrales de esta película es la contradicción, entre un ambiente aparentemente apacible y la latente violencia subyacente. No en vano el propio título de la obra, “Bienvenido al paraíso”, es una suerte de apelación irónica que se mofa despiadadamente de las visiones edulcoradas cargadas de falacias.

Guionado por los geniales hermanos Joel y Ethan Coen, este film convoca ciertamente a la reflexión sobre el apócrifo mito del sueño americano, que, frecuentemente, muta en pesadilla.

En ese contexto, el relato- que en realidad contiene dos historias paralelas imbricadas por el contexto social- está ambientado a fines de la década del cincuenta en una comunidad suburbana poblada por familias de clase media, con viviendas coloridas y espaciosas y prolijos jardines, que parece un lugar perfecto para concretar una feliz convivencia.

En la superficie, todo lo que se observa parece idílico y acorde con la falsa visión paradigmática de la sociedad norteamericana, que es apenas una mera fachada de una comunidad conflictiva y exacerbada.

Los protagonistas son el aparentemente ejemplar ejecutivo Gardner (Matt Damon), su esposa Rose (Julianne Moore), su hermana gemela Margaret, también interpretada por Julianne Moore) y Nicky (Noah Jupe), el pequeño hijo de la pareja.

Aunque todos parecen integrar una familia modelo de catálogo –por supuesto ideológico- una perversa verdad que se revelará en el decurso de la historia demostrará todo lo contrario.

En efecto, esa suerte de armonía artificial naufragará dramáticamente, a partir de dos acontecimientos: el asesinato de la esposa del cabeza de familia durante un copamiento y la radicación de una familia afroamericana en el lugar.

En ese marco, el extraño comportamiento del viudo y su cuñada que es percibido por el niño, sumado a la inquietud por la presencia de una familia negra en un vecindario plagado de racistas y blancos supremacistas confieren un giro radical a la trama.

Ahora, lo que parecía inicialmente una comedia liviana deviene, por ejemplo, en un thriller con impronta del cine negro, al mejor estilo de la filmografía de los aclamados hermanos Coen.

En “Suburbicon”, nada es lo que parece ser, a partir de una armónica familia conmovida por un acontecimiento impactante y por la desenfrenada violencia que se abate sobre la comunidad como una suerte de catarata incontenible.

El desarrollo de la historia desnuda -sin ambages- los verdaderos sentimientos y motivaciones de los pobladores de esta comunidad modélica, que realmente engendra en su vientre toda suerte de perversidades.

Por supuesto, la película es un grotesco retrato de una sociedad fuertemente conflictiva, cuya clase media intenta aislarse de los problemas sociales como si negara la realidad.

En tal sentido, el film reflexiona sobre uno de los temas más problemáticos del pasado y el presente: la inseguridad, originada en flagrantes asimetrías, cuadros de marginación y otras fracturas socio-económicas y socio-culturales.

En todo caso, la reacción de los colectivos ante estos factores que generan habitualmente inestabilidad emocional real o inducida, suele ser un estado de generalizada paranoia.

En ese contexto, el film plantea un escenario de confrontación, el cual recrea a un país que se alimenta recurrentemente de los mitos y las mentiras institucionalizadas.

Pese a su visión desencantada y por cierto dramática, “Suburbicon: bienvenido al paraíso” jamás abandona su formato de ácida comedia, con la ironía como un condimento indispensable para describir situaciones a menudo surrealistas.

Aunque la película obviamente no alcanza el brillo que suelen tener las realizaciones de los hermanos Cohen, Gorge Clooney confirma su impronta de cineasta crítico y de mirada despiadada.

Las buenas actuaciones protagónicas del versátil Mat Damon y de la inconmensurable Julianne Moore al frente de un reparto de plausible desempeño actoral, transforman a este largometraje en un producto de buena calidad artística y hasta alegórica.

No en vano la película plantea problemas de candente actualidad, como el racismo enfermizo, la alienación colectiva y la ambición desmedida, entre otras tantas miserias inherentes a la condición humana.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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