“Parte del PT confía en que la elite – aterrorizada con la inconsistencia de Marina – apoye a Dilma. Esto significaría aceptar que Dilma se incline más hacia la derecha para ganar. Otra parte del PT se imagina que la mejor forma de enfrentar a Marina es profundizar un programa laboral: Dilma tendría que defender el factor de la seguridad social, la reducción de la jornada laboral, más derechos sociales, combate a la especulación.”
Nunca creí que esta elección se decidiría en primera vuelta. El grado de insatisfacción y la oleada antipetista en Brasil dejaban en claro que – incluso con Aécio y Eduardo Campos corriendo cabeza a cabeza, dos candidatos que tenían una evidente dificultad para representar el “cambio” – Dilma debería enfrentar una segunda vuelta para conseguir el segundo mandato. Aécio (con fuertes apoyos en Minas, San Pablo, Bahía y Paraná) debería alcanzar un 25% a principios de octubre. Eduardo tal vez llegase al 15%. Dilma, con cerca del 37% o 40%, tendría que enfrentar a los tucanos en la segunda vuelta.
El PT se preparó para esto. Para este escenario. Era la vieja estrategia de hacer poca política, creyendo que una vez más bastaría con decir: “el gobierno de ellos es el de FHC, con desempleo y quiebras; el nuestro es el gobierno del pueblo y de la inclusión social”. Ahora, la campaña de Dilma aparece algo desorientada para lidiar con la nueva realidad posterior al 13 de agosto (día del accidente donde se mató Eduardo Campos), que no es propiamente nueva.
Por una cuestión operacional y jurídica, Marina no consiguió legalizar la Red el año pasado. Por esto, y sólo por esto, el difuso malestar de junio de 2013 seguía ausente de la campaña de 2014. Por esto, y sólo por esto, el número de votos en blanco, anulados y “no votos” era tan grande. La caída del avión cambió todo. Marina le dio un giro a la elección de junio – como escribí aquí.17 DILMA, MARINA PDF
La fuerza de Marina (con perdón del pésimo juego de palabras, en este agosto fatídico) no cayó del cielo. Está bien, Marina es candidata de Neca Setúbal. Está bien, este chamullo de “nueva política” es falso, además de peligroso y despolitizador. Pero sucede que el electorado que se inclina hacia Marina no es la vieja clase media antipetista y tucana. Es más que esto. Es la clase de los “celulares en mano”: Luiz Carlos Azenha fue quien mejor interpretó esta nueva coyuntura abierta en junio de 2013.
Parte del PT (sector que parece ser mayoritario) aspira a que los tucanos neutralicen a Marina – mediante escándalos y palizas mediáticas. Otra vez, sin una política en serio. O entonces, para que la elite – aterrorizada con la inconsistencia de Marina – apoye a Dilma en segunda vuelta. Esto significaría aceptar que Dilma podría enfrentar a Marina como una opción por la derecha. Sería desastroso para el PT, para los movimientos sociales y para los sindicatos.
Otra parte del PT y de la militancia de izquierda no apoya esta idea, e imagina que la mejor (tal vez la única) forma de enfrentar a Marina es profundizar un programa de izquierda. Dilma tendrá que identificar a Marina como la candidata del gran capital, de los banqueros. Ella, Dilma, tendrá que asumir las banderas de la clase trabajadora: fin del factor de la seguridad social, la reducción de la jornada de trabajo, más derechos sociales, combate a la especulación.
A mi me parece que la primera de las opciones es – además de todo – una ilusión. Creer que Dilma puede dar vuelta la opción “confiable” de la derecha sería ignorar el odio que lleva a empresarios, banqueros y dueños de los medios de comunicación a preferir “cualquier cosa menos el PT” (como se escucha en las calles de los barrios ricos de San Pablo, Río y Brasilia).
Es más: quienes están en los entretelones de la elección afirman que nunca los candidatos petistas enfrentaron tal escasez de recursos. Los empresarios decidieron que el PT ya cumplió su papel, y les gustaría dar vuelta esta página. La dirección petista puede apostar a una salida por la derecha. Y, en una especialísima coyuntura, puede incluso conseguir una victoria electoral con esto. Pero esta opción, aunque traiga aparejada una victoria electoral (poco probable), estaría acompañada de una triple y estruendosa derrota: política, ideológica y simbólica. Si el PT escoge este camino, sellará su destino al igual que el PS francés y el SPD alemán.
La otra alternativa es girar algunos grados hacia la izquierda. Esta segunda alternativa puede llevar a una victoria apretada, en un clima de gran confrontación política e ideológica en segunda vuelta. O puede llevar a una derrota electoral (con Marina ganando apoyada por los liberales y tucanos), pero que prepare al PT y al bloque de izquierda para una reorganización: más cercano a los movimientos sociales y a los sindicatos, este bloque político puede ser decisivo en el enfrentamiento de una agenda liberal que (con Marina o con Aécio) le será impuesta al Brasil.
Se trata, por lo tanto, de una elección decisiva para los rumbos de Brasil, de América Latina y también para el futuro del PT como fuerza (todavía) capaz de dirigir un proceso de reformas y democratización.
Por Rodrigo Vianna
Periodista Brasileño
Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte
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