Un prolongado bostezo, así pareció ser la campaña del Frente Amplio hasta hace pocos días. Un largo y prolongado bostezo de un gigante que comienza a despertar de lo que para unos fue un excesivo descanso y para otros – en cambio- (los más informados seguramente), fue parte de una planificación que empieza a mostrar su eficacia y acierto. Ese gigante empieza a marcar el rumbo de la campaña siguiendo el libreto diseñado, mientras en tiendas opositoras, lo que se pintó como una perfecta estrategia de marketing político, empieza a hacer agua dejando a la luz la vacuidad de sus propuestas.
¿Y dónde está el programa?
El Diario Oficial espera desde hace días que el Partido Nacional le haga llegar su programa de gobierno para ser impreso en páginas oficiales de la vieja Imprenta Nacional, hoy Dirección Nacional de Impresiones y Publicaciones Oficiales – IMPO. Según se comenta, los demás partidos ya hicieron llegar los suyos mientras el principal rival del Frente Amplio, a pesar de lo que dicen en público, no ha podido acordar aún sus contenidos siendo ese (aparentemente), el motivo de la demora.
Parece ser que a poco que avanza la campaña se comienza a deshilachar la figura tan prolijamente esculpida de un candidato sin propuestas que abusa del eslogan fácil y vacío como si con ello bastara para llegar al piso 11 de la Torre Ejecutiva.
Así como se demoran los acuerdos programáticos, también comienza a verse que la innovación del comienzo de campaña se agotó al igual que se empieza a desarmar la figura del joven candidato con desplantes e inconvenientes declaraciones de prensa. El verdadero sentir de Lacalle Pou no pudo evadirse ante los embates de periodistas que, con muy poco, han podido desnudar lo que en verdad piensa y siente el “maquillado” líder blanco.
La positiva se vuelve negativa y lo desencaja, lo coloca en posición incómoda, llevándole incluso a retomar los “llamaditos” a periodistas que practicara su padre en el gobierno. Errores que se devuelven en comunicados aclaratorios que lejos de aclarar, oscurecen.
Bebiendo su propio veneno
Cada vez que salió a hablar de temas de seguridad -al menos- el líder nacionalista no vaciló en realizar afirmaciones totalmente equivocadas, dando muestras de estar muy mal asesorado. Al punto de desconocer la realidad de una cartera que avanzó sustancialmente en muchos aspectos, algunos de los cuales anunció como novedad sin saber que ya son una realidad en ejecución (como el caso de la creación de una Guardia Nacional, propuesta que ya está implementada con la Guardia Republicana con jursdicción nacional, fruto del acuerdo multipartidario de seguridad laudado al inicio del gobierno de Mujica).
Llegar a ese grado de desconocimiento parece demasiado burdo para quien aspira ser Presidente de la República. Pero no fue el único caso; también dijo querer volver a la vieja Radio Patrulla, o sea, volver a concentrar en el Prado de Montevideo a todos los vehículos y contribuir con ello a que la respuesta policial deje de ser lo efectiva, rápida y operativa que es hoy con la descentralización operada en la misma. Descentralización que dio complementariedad a la división por zonas de la Jefatura de Policía de Montevideo al tiempo de multiplicar los móviles en las calles.
Y es que el candidato bebió de su mismo veneno, (poción que le llevó a decir falsedades manifiestas), teniendo que salir a declarar que no podía andar desmintiendo a cada rato lo que se decía que había dicho sin haberlo dicho (palabras más, palabras menos). Con la salvedad, claro está, que lo que dijo no haber dicho lo dijo y está grabado. Por ejemplo, su referencia a la inconveniencia de las 8 horas para el trabajo rural.
Se despertó el gigante
No fue por casualidad, tampoco creo que haya sido “el susto que despierta al mamado”, como afirmó Lucía Topolansky. Yo creo, en cambio, que es algo de pura lógica, de comparaciones, de figuras y de trayectorias. No resiste el menor análisis visto así, y menos después de la presentación de Tabaré en la Torre de las Comunicaciones. Una instancia donde estuvo presente el Estadista, un líder con estatura como para representarnos a todos, una figura que proyecta futuro en serio para un país, en suma: un Presidente con todas las letras.
No es Tabaré el gigante, aunque todo parezca indicar que su estatura es demasiado grande para los rivales que tiene. Aunque también lo parezca para la ciudadanía que lo considera el más sincero, el que mejor seguridad puede dar, el que mejor puede administrar la economía del país, según datos de la última encuesta de Opción Consultores. Confianza que inspira en tiendas propias y ajenas, como el concepto que le merece a la viuda de Wilson, quien no vaciló en anunciar que Tabaré es el político en el que más confía (tapa de Caras y Caretas del viernes 5 de setiembre).
Aún así, el gigante real es el Frente Amplio, ese que empezó a desperezarse al flamear de sus banderas, ese que comienza a teñir las calles y los balcones con los colores de la bandera de Otorgués, ese que inunda las plazas y las ferias, ese que pinta de colores la campaña y que se apronta para ser la primera fuerza política que repita tres períodos consecutivos de gobierno de la época moderna.
El bostezo de ese gigante ya fue, ahora vienen tiempos de despabilarse para demostrar que sigue viva la fuerza progresista de un país que no quiere retrocesos y tampoco, detenerse.
el hombre se frotaba los ojos,
el perro ladraba fuerte para despertarlo…
Por El Perro Gil
Columnista uruguayo
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