Estos últimos ocho años de la Selección Uruguaya fueron los mejores de la selección con mejor historia en el fútbol, pero si sus jugadores creen que fue obra sólo de ellos y no piensan en rigor los condicionales, pueden ser los últimos ocho de diecisiete años de recuperación tras treinta de caída con el intermedio del 83-95. Fueron los mejores porque ser cuartos («robados» normalmente por la fifa en semifinal), campeones de América, enseguida «robados» escandalosamente por la fifa para octavos y enseguida quintos, en el fútbol y en el mundo de hoy para nuestro país, es bastante más que ser tricampeón consecutivo en el mundo y el fútbol del 24-30 y campeones en las circunstancias del 50 y es un poco más que cuartos («robados» con alevosía por la fifa) en el 70.
La de mejor historia del fútbol porque los números cuentan comparativamente en población, mercado y economía -poder político-. En la reciente discusión sobre la controvertida cuestión de la imagen me llamó la atención que un integrante de Tenfield cuando fue a la Mutual a devolver el derecho de imagen, recordó que fue Casal el primero en traer ese derecho desde Europa, cuando Lugano había dicho que los jugadores de la Selección traían ese derecho desde allí y luego le leí a uno decir que Uruguay tiene que hacer esto o lo oto como Europa. Para hacer como Europa a Uruguay le falta unas fuerzas armadas que sólo fueron de ocupación en su propio país, durante la dictadura a las órdenes del imperialismo yanqui y laderas del imperio brasileño en la Triple Alianza, pero no fueron capaces de invadir Europa, ocupar esa tierra arrasándola, exterminar a más de ciento ochenta naciones, asesinar al sesenta por ciento de la población de ese continente e imponer al resto más de cuatrocientos años de comercio desigual y servidumbre deudora. Para hacer como Brasil le falta doscientos diez millones de habitantes (62 veces más población).
Y pueden ser los últimos años porque todo lo que Uruguay logró en el fútbol lo obtuvo contra la fifa, desde que Jacinto le arrebató la copa a un perplejo Jules Rimet hasta la salida de Cristiano Ronaldo del Mundial de Rusia. Objetivamente y subjetiva también. A la primera línea más reciente de fifa la derribaron Maradona, Jennings y otros, pero la sucedió la segunda fila que tiene los mismos intereses. «Fifa es Coca-Cola» resumió Ondino Viera, quien fue, superado únicamente por el Profe De León, el cráneo político de mejor ascendencia en el fútbol uruguayo, pero, sigo opinando, Tabárez los continúa y superó en su función. Tan buenos o mejores jugadores que Tabárez tuvieron Passarella, Púa, Carrasco y Fossati. La diferencia la hizo el equipo (y el lugar de Forlán).
Pensemos en rigor algunos condicionales. Si los restauradores de la estirpe de Maglione, que sustituyeron a Franzini, se hubieran consolidado contra la fuerza de Casal, Tabárez nunca hubiese vuelto a ser técnico de la celeste (o sus probabilidades de volver hubiesen sido mínimas), ni siquiera por la contemporización política (a la postre inútil) que impulsó a Figueredo cuando Vázquez lo arrinconó. Si Tenfield no hubiese alcanzado una posición dominante, junto a los cuatro presidentes de la auf que desfilaron entre eliminatorias y Mundial 2010, hubiesen desfilado cuatro entrenadores de la Selección. Si Ríos y Da Silveira (Fox ambos en ese momento) hubiesen sido operadores del medio hegemónico en el pequeño nicho de la auf, Tabárez no hubiese llegado al partido contra Costa Rica, a pesar de su acertado e implacable careo con ambos. Si el criterio de Tenfield hubiese sido el de T y C Argentina, que descendió a Ferro, como ejemplo explícito, por considerarlo «mal negocio por baja recaudación» o el de conmebol, que armó los torneos continentales por cuotas de mercado, haciendo perder a los futbolistas uruguayos altísimos porcentajes de cupos, se hubiera impuesto el proyecto de fútbol uruguayo con ocho clubes profesionales y la mitad de puestos de trabajo que se mantuvieron, especialmente durante la crisis del 2002, cuando el fútbol fue nuestra única industria nacional que no perdió ni un solo trabajador. Si los dueños de este negocio hubiesen sido los mismos de conmebol, Domínguez Dibb, Grondona, Leoz, Figueredo, Fox, Globo, jamás le hubieran dado una chance a este mercado, que hubiese sido el que menos le facturara. Con ese criterio mercantil, nunca hubiese salido Campeón de un torneo de la auf un club del interior. Nunca hubiese habido una final de campeonato uruguayo entre dos cuadros chicos. No hubiésemos mantenido la cantidad que genera calidad ni la amplitud que genera profundidad. Y jamás se hubiese cuestionado siquiera a la fifa. Tenfield la insultó, oficialmente, en defensa de Suárez, cuando respaldó los dichos del presidente Mujica: «los dirigentes de la fifa son unos hijos de puta».
Claro que todos los condicionales son plausibles, polemizables y nadie es capaz de agotarlos, pero en los hechos lo alcanzado fue con todos y en determinadas circunstancias, con cierta unidad de fondo incluso, más allá de los desencuentros que hubo y sigue habiendo y no sólo de último momento. Cuando Figueredo accedió a la presidencia fue contra Casal, promovido por el núcleo duro de dirigentes que se opuso al contrato de la auf presidida por Maresca con la primera empresa de Casal. Figueredo llegó a la presidencia con la principal promesa de campaña de traer a Fox y desplazar a TyC Uruguay. Y, como denunció y demostró el ingeniero Arsuaga –entonces presidente de Defensor Sporting-, fue Figueredo, ya cerrada la negociación con Tenfield y publicado su monto, quien envió carta al grupo Otegui para que se manejase una cifra controversial incierta, lo que demuestra que Figueredo no estuvo conforme con la firma. Aquel 98, Tenfield pudo haber firmado ese contrato con Arsuaga o con Mandela, pero hubiese tenido tanta validez como uno binacional que hoy firmase Vázquez con Sanders. Después, con la presidencia de Corbo cambiaron las reglas de juego y hubo contratos y cambio de reglas también con Bauzá, aunque éstos últimos todavía no se pudieron cobrar por parte de la auf.
LAS CUESTIONES PERSONALES
Las cosas, todas las cosas, incluso la política, también se entienden a nivel personal. Pero yo, que así lo entiendo, aun habiendo sido jefe de política de dos diarios, nunca firmé una nota que cayese en el chiquitaje moralista de la agenda cortina de humo llamada “corrupción” (la que más definen los propietarios de los medios) -en cambio, firmé varias contra él-, mucho menos en rencillas personales privadas de efectos exclusivamente privados –aunque sean judicializadas-, oigo con agrado a Lugano decir que las actuales acciones de los futbolistas de la Mutual no son contra Tenfield ni contra las dirigentes (digo yo, que también las hay mujeres en la asamblea de la auf –ver nota anterior, (Aquí) sino contra el sistema. Ahora, ¿cuál es el sistema? En todos los ámbitos de nuestra sociedad es el capitalismo y bienvenido sea todo lo que corrompa al capitalismo. Es más, toda posible intención de corromperlo.
Todo lo que se diga en su contra pero mejor todo lo que se haga en su contra, aunque requiera necesariamente en parte de medios capitalistas. Y la principal de esas acciones es la unidad de los trabajadores y de las fuerzas productivas pacifistas más allá de cuestiones personales. Por eso desde esta web hemos saludado la decisión de no dividir al gremio y mantener la unidad de la gloriosa Mutual, independientemente de las diversas razones que se tengan, pero fifa y conmebol, desde Havelange y Leoz, son parte de esa parte del capitalismo alineada a lo más terrorista del financiero y lo que surja de ellas no ha de ser en su contra. Acaso Fox. Acaso la restauración de la sexagenaria construcción de panamericanismo de andebu que sostuvo, hasta el último minuto de los descuentos y hasta el pitazo final que debía seguir usufructuando todos los derechos del fútbol, pagándole 0,00.
Decisiones
El sujeto histórico del fútbol es el futbolista. Son las futbolistas en general (que también las hay futbolistas mujeres y el fútbol femenino también busca su participación en las decisiones) las que van a decidir el devenir en cada instancia, porque al fútbol se puede jugar sin auf, sin conmebol, sin fifa, sin televisión, sin radio, sin diario y hasta sin juezas e incluso sin hinchas, pero no se puede jugar sin futbolistas. Tienen el poder de la última palabra, del único “no” definitivo. Tenfield hasta ahora siempre lo supo. Cuando la Mutual dijo “no más ordenamiento contable”, fue “no más”. Cuando La Mutual le planteó que le devolviera los derechos de imagen se los devolvió. Y ambas fueron obediencias acertadas a una directiva que llegó a tal oponiéndose con su campaña a Casal, lo mismo que la actual. Y lo mismo que la actual tuvo el desafío de contextualizar, porque el fútbol es parte de un todo.
El gobierno uruguayo, por su parte, debe actuar con sumo cuidado porque no es el protagonista de esta historia. Acaso Mujica, con todos y cada uno de los millones que le ahorró al Estado pagarle a Casal (aunque fuera para donarlos) perdió a sabiendas la oportunidad de la contra imagen de éste, ya que ni los canales públicos ni el de Casal hicieron contra hegemonía para disputar el sentido común (se entiende que todos tenemos compromisos inmodificables sin cambios de correlación de fuerzas y que no se negocia con quien se quiere sino con quien está al frente de la otra parte; es inevitable que esos compromisos y negociaciones te rodeen de lastres y problemas) y derribar atavismos. Estamos en tiempos de lawfare, enchastre y algo más. Al gobierno uruguayo sus enemigos pueden desabastecerlo de un día para el otro, pueden armarle causas judiciales y circo mediático como se les antoje a tres tipos dueños de los medios masivos y de las cadenas de distribución de bienes y de hecho, lo que ahora dice Miranda (que enchastran a Vázquez) lo están haciendo desde siempre como agenda continental y si no han hecho más en Uruguay es porque ni lo necesitan, ni les hemos dado suficiente motivo. Prudencia comprensible. Medimos fuerzas. No se acepta tan siquiera intentar negociar que les democratizamos un poquito la oligárquica plutocracia mediática sin que nos armen marimba ni tranques y que nos dejen al menos un rollo de papel higiénico en las góndolas. Por ahora se conforman con citar a Jorge Vázquez al senado y seguir pidiendo la renuncia de Bonomi. Moro-Mourao, Bonadío-Videla, Domínguez-Domínguez Dibb-Stroesner, pero Zubía no llegó a Juan María Bordaberry. ¡Ojo, igual!
En algún momento tendríamos que también crear fuerzas y eso depende de la decisión política de confrontar con el oligopolio. Coincido en que Miranda diga lo que dice, pero debería tal vez proponer hacer algo más al respecto.
Por José Luis González Olascuaga
Periodista y escritor uruguayo
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