Los votantes que apoyan a partidos y líderes populistas están tomando opciones políticas que saben que son riesgosas, porque sienten como si no tuvieran nada que perder. Como podría predecir un economista del comportamiento, la gente se hace menos contrarios al riesgo cuando perciben que la opción es entre “malo” y “peor”, explica el polaco Sławomir Sierakowski, fundador del movimiento Krytyka Polityczna, director del Instituto de Estudios Avanzados de Varsovia e integrante del Consejo germano de Relaciones Exteriores.
Varsovia, 17 de julio de 2019.- Todos sabemos que los políticos son astutos y cínicos pero, ¿puede ahora decirse lo mismo de los electorados?
Muchos de quienes votaron al presidente de los Estados Unidos Donald Trumplo hicieron sabiendo que es un mentiroso contumaz con sospechosos lazos con Rusia, lo mismo que los dirigentes y afiliados al Partido Conservador en el Reino Unido sabía que Boris Johnson ha mentido y engañado en su camino a la cima.En Polonia, no es secreto que el oficialista partido Ley u Justicia (PiS) está llenando las instituciones gubernamentales con sus lacayos, abusando de los medios de comunicación públicos, premiando compinches y minando la independencia de las cortes. Sin embargo, el PiS aplastó a los partidos opositores en la elección al Parlamento Europeo en mayo (1). El hecho de que polacos, británicos y estadounidenses hayan todos abierto el paso a gobiernos en bancarrota moral, es sintomático de lo que el filósofo alemán Peter Sloterdijk describió (2) en los años 80 como “razón cínica”. Sloterdijk sostuvo que en ausencia de narrativas de progreso ampliamente compartidas las élites occidentales absorbieron las lecciones de la ilustración, pero las aplicaron al servicio de un estrecho interés personal
en lugar de el bien común.
Los problemas sociales, como la esclavitud, pobreza y desigualdad no eran solo atribuibles a la ignorancia humana y, con todo, personas esclarecidas carecen de la decisión de resolverlos. Como ha dicho Slavoj Žižek (3), la operación de ideología hoy no se trata de que “ellos no lo saben, pero lo están haciendo”. Es “ellos saben, pero lo están haciendo igual.” En la visión de Sloterdijk, este cinismo comenzó con la élite. Ahora todos nos comportamos como egoistas ilustrados. Aunque sabemos cómo luchar contra las desigualdades, éstas siguen creciendo.
El autoritarismo (sea ruso o chino) encara más eficientemente la pobreza que la democracia. Las sociedades ricas se conmueven poco por las guerras y las crisis de refugiados. Las grandes ideas que prometían un cambio social significativo, fueras de la social democracia o de los cristiano demócratas, ahora solo están encontrando resonancia en las generaciones mayores. Los votantes a quienes no les importa que populistas como Trump y el primer ministro húngaro Viktor Orbán cambien de posición de un día para el otro no son ciegos admiradores del poder. Simplemente pujan por sus propios intereses. Si reducir la emisión de gases de invernadero significa cerrar minas de carbón y usinas generadoras a carbón, quienes tienen interés en el sector del carbón no apoyarán las políticas relativas al clima, lo mismo que a quienes viven en áreas más ricas no les importan mucho los mineros de carbón despedidos de su trabajo.
En Europa, la división emergente entre verdes y populistas parece reflejar un nuevo eje post ideológico. En amblos lados, los votantes ahora se comportan como operadores políticos, destacando algunos temas al tiempo que eluden otros deliberadamente.
Han internalizado la línea partidaria (que a menudo es un collage de antiguas políticas de izquierda y de derecha), y luego la repiten en focus groups, en las redes sociales y a la hora de la cena. Los partidos políticos ya no representan a los votantes; más bien, los votantes representan partidos, a veces incluso antes de que ellos emerjan, como mostraron los chalecos amarillos en Francia.
La presidencia de Trump, la debacle del Brexit británico y la emergencia del PiS y de Orbán siguieren una difundida pérdida de fe en el progreso. La visión del progreso en el Este de Europa fue durante muchos años sinonimo de la transición del comunismo al
capitalismo, pero tres décadas de apretura de cinturones para esperar un mejor mañana han afectado gravemente la confianza de la gente en la democracia liberal. El populismo atrae a los votantes con su promesa de una especie de revolución copernicana que
revierta tanto la austeridad como las certezas de pasado.
Poco después de la victoria del PiS en las elecciones parlamentarias europeas, en las que captó 45,5% de los votos, el servicio de noticias on-line OKO.press preguntó (4) a los polacos: “¿El actual gobierno del PiS busca sus intereses partidarios más que el anterior del PO-PSL (Plataforma Cívica- Partido Popular de Polonia)? Un 68% respondió que sí y sólo un 24% dijo que el PiS está menos interesado en sí mismo que sus antecesores.
Incluso entre los votantes del PiS, 38% reconoció que el aparato del Estado está más partidizado ahora que bajo el PO y el PSL. Cuando se preguntó si el actual gobierno del PiS hace más por las finanzas personales de sus jerarcas que el anterior gobierno de
PO.PSL, 58% consideró al PO.PSL más honesto. Sin embargo, en focus groups de votantes polacos uno sistemáticamente escucha cosas como: “Sé que el PiS no es demasiado honesto, pero ellos se preocupan por la gente. Ellos roban y tuercen las cosas, pero al menos comparten”. En otras palabras, estos votantes apoyan al PiS (5) a pesar de sus obvios vicios, porque no creen que puedan darse el lujo de hacer perder al partido que les ha estado bombeando dinero y otras transferencias sociales. La Teoría de la Perspectiva, el modelo economico comportamental iniciado por los premios Nóbel Daniel Kahneman and Amos Tversky (6), predice que la gente disminuirá su aversión al riesgo si se le presentan solamente malas opciones.
Nuestro cálculo no depende meramente de lo que podamos ganar o perder en términos absolutos, sino de nuestra situación actual y expectativas. Cuando alguien que anticipa un significativo aumento de sueldo recibe menos de lo esperado, se sentirá defraudado más que contento por haber ganado algo. Esta heurística muestra cómo votantes pueden adherir a políticos como Trump o el líder del PiS Jarosław Kaczyński. Votantes polacos, británicos y estadounidenses han tomado opciones políticas que sabían que eran riesgosas, porque sentían que no tenían nada que perder y que sus opciones eran entre “malo y peor”.
Sostener ideales nobles como la democracia liberal, el orden constitucional y la libertad de prensa se percibe como un lujo prohibitivo. No quieren sacrificar beneficios materiales por principios abstractos. ¿Quién puede culparlos? Las corporaciones multinacionales occidentales que hacen negocios en rusia y China han estado durante años sacrificando ideales liberales en el nombre de la ganancia. Como observó Sloterdijk hace casi 40 años, la razón cínica se transmite por derrame. Si eso fuera cierto también para la riqueza, la historia podría haber sido bastante diferente.
Por Sławomir Sierakowski
Fuente Project Syndicate
Traducción del inglés: Jaime Secco
(1) N.deT. Este artículo es anterior a la última elección del 13 de octubre, en las que el
PiS obtuvo 43,76% de los votos, contra 27,4% de su escolta, la coalición Cívica.
(2) Peter Sloterdijk, Crítica de la Razón Cínica, 1988.
(3) https://www.iep.utm.edu/zizek/, en inglés.
(4) https://oko.press/polacy-o-pis-upartyjnili-panstwo-bardziej-niz-po-psl-ciagna-z-
wladzy-korzysci-ale-sluza-polsce-sondaz/ en polaco.
(5) https://www.project-syndicate.org/commentary/poland-law-and-justice-immune-to-
scandals-by-slawomir-sierakowski-2019-06?barrier=accesspaylog del mismo autor, en
inglés.
(6) https://www.jstor.org/stable/1914185?seq=1#page_scan_tab_contents , en inglés.
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