Así, ¡no se ganan guerras!

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Los Estados Unidos, la primera potencia mundial, vive y se debate en un caos. Al momento es la única nación en la cual han muerto, en un mismo día, más de mil personas por coronaviruas. El gobernador de Nueva York se queja públicamente de la indiferencia con la cual el gobierno Federal contempló al Gobierno Estadual  luchando en solitario contra la epidemia.

En tanto la competencia entre Estados por adquirir los insumos necesarios para, por lo menos, paliar las consecuencias de la enfermedad, por ahora incurable, han multiplicado los precios de los mismos.

La hiper concentrada industria del medicamento se aprovecha de su propia incapacidad para satisfacer la demanda subiendo los precios.

El presupuesto de aquellos más limitados los deja fuera de competencia. Ni máscaras, ni respiradores, ni camas de hospital, ¡ni técnicos!

El Presidente Trump primero priorizó a la Economía por encima de la Salud y se negó obstinadamente a tomar en serio a la pandemia que azotaba al país.

Mantengamos la Economía que esto es poco más que un catarro, era el planteo mientras el coronavirus se extendía.

Con una especial concentración en sus dos mega urbanizaciones: Nueva York y el complejo San Francisco-Los Ángeles.

Un portaviones permanece anclado en la Isla de Guam con  tantos tripulantes enfermos que le resulta imposible hacerse a la mar. Su capitán ha sido destituido por informar al Mando y pedir ayuda utilizando una vía “no segura”.

Un enorme barco-hospital ancló en la ciudad de los rascacielos para ayudar ante la crisis hospitalaria. Los que había no estaban preparados para la emergencia y la carencia de respiradores obligó a una ingeniosa adaptación. Con el mismo auxilian a cuatro pacientes.

Nadie se anima a  asegurar que  será lo mismo.

La caridad particular (evangelista) instaló un hospital de campaña en Central Park ya que el coronavirus sigue extendiendo su alcance a la ciudad y la vecina Nueva Jersey.

Una especie de  satélite de la gran ciudad en donde se radican preferentemente los inmigrantes. Los latinos, nuestros compatriotas.

Recién ahora, cuando la gravedad de la epidemia se hizo evidente y los ciudadanos empezaron a reaccionar, Trump abandonó su indiferencia.

Asumió una estudiada pose contrita y anunció que tomaría medidas.

También que los muertos pueden andar entre cien mil y un cuarto de millón. ¡Con cien mil, estarían bien!

El lenguaje militar se ha puesto de moda y se asume que la lucha contra el coronavirus es “una guerra” y que hay que vencer en ella.

¡Así, con gobiernos renuentes o ausentes, no se ganan guerras!

No creo que sea fácil si no nos hacemos cargo de las responsabilidades que le corresponden en primer lugar al Gobierno.

No veían, porque no querían ver, como la precariedad y la ira se acumulaba en los suburbios de las grandes ciudades. Y en los países marginados. Odiaban y despreciaban a los migrantes que se jugaban la vida para llegar hasta esos “paraísos” en donde podían medrar.

Este Orden Mundial está cosechando lo que sembró. Lo que más me apena y preocupa es que no veo alternativas al Capitalismo.

La Izquierda parece resignada a no luchar por el Poder. El que no quiere, no llega.

¡Nada de Juez y Gendarme! El ideal de que las cosas como mejor funcionan es cuando el Estado no mete la nariz está muriendo víctima también del coronavirus.

Debería estar muriendo ante la gravedad del problema.

Pese a ello hay gobernantes que se niegan obstinadamente a involucrar a sus gobiernos en el combate.

Bolsonaro sigue insistiendo en que es una gripecita benigna.  Critica al Gobernador de San Pablo que lucha en su ciudad tratando de contener la propagación y sostener la situación general.

Amenaza a su Ministro de Salud. Lo contradice cuando este sale a la opinión pública recomendando aislamiento social y le recuerda que no lo despide “por ahora” pero más delante verá.

El pintoresco y siniestro Rodrigo Duterte, Presidente de Filipinas, ordenó cuarentena y que “disparen a matar” contra aquellos que la violen. En realidad, de lo que trata es de aplastar a bala y sangre los motines de los sectores marginados de las ciudades que no tienen que comer y no reciben  ayuda.

Si no tienen que comer y se amotinan, ¡bala con ellos!

No tengo la menor idea de lo que pasa en

Bielorrusia en donde no parecen haberse tomado medidas.

Un número importante de países en los cuales gobernaba la oligarquía por y para sus intereses están absolutamente inermes. Si el auxilio no viene de afuera, ellos poco o nada podrán hacer.

¡Ni lo intentan!

Total, mueren los pobres. Un fatalismo racista similar al de esos médicos franceses que propusieron probar las diferentes vacunas “en esos países africanos que, total, no tienen nada para ayudar a la población.

Total, los que mueran en los ensayos fallidos, igual estaban condenados.

¡Y son “africanos”! No comparables con los “europeos”

¡Dan asco! Pero ese es la concepción del mundo que tienen.

No sé qué pasa en otros lados. La información es parcial y centrada en los desastres de España e Italia.

La muerte del europeo destaca. La de un africano o un maya destaca menos. ¡Son “primitivos”!

A lo sumo reclaman una cuarentena indefinida para que no contagiemos.

Despacito por las piedras que no estamos viviendo la misma situación. Y no somos “indígenas” que aún  vivimos en el “salvajismo”.

Ni nos agarró tan desprevenidos y faltos de recursos como a ellos, ni vivimos una mortandad alucinante.

Los “civilizados” europeos y los yanquis que habitan a la mayor potencia del mundo tienen incapacidad para entender que son ellos los apestados principales.

He tratado y trato, no sé con cuánto éxito, de respetar a la enfermedad y cuidarme pero sin caer en el pánico histérico.

Supongo que no convenzo a muchos pero, de cualquier manera trato de luchar contra el aluvión de pánico que recibimos todos los días.

No desprecio el riesgo. Estamos ante una situación muy seria y lo más sensato es cuidarse.

Cuidando, además, los nervios.

Para mantenerme en este lenguaje cuasi militar: el valiente muere una sola vez. Quien se deja ganar por el pánico, muere cada vez que piensa que va a morir.

Tratando de comprender la situación, en mi ignorancia, distingo algunas cosas.

Por ejemplo, se puede asumir que estamos ante una situación seria y tomar medidas razonables; se puede perder el control y ordenar absurdos o se puede asumir que el coronavirus es un “tigre de papel”.

Esta última era la opción de Trump hasta que se dio cuenta de la gravedad de la epidemia y de cuál era el estado de ánimo de la opinión pública.

Tendrá Elecciones el año que viene y se dio cuenta de que con su indiferencia estaba perdiendo votos.

No sé, no puedo saber, exactamente cuáles han sido sus motivos para abandonar la pose de soberbia indiferencia y asumir la de contrito Presidente.

¿Lo vieron? ¡Hasta se agobió para ponerse ante las cámaras de televisión!

Se puede, tal vez, asumir que lo primero es la Economía y que no hay que enloquecerse ante una enfermedad muy contagiosa pero poco letal.

Ahora, es un albur riesgoso.

El Covid19 tiene diferentes cepas y distintos grados de agresividad. Se conoce demasiado poco acerca del mismo como para optar por la indiferencia.

El costo humano y político puede ser enorme.

Llevar a quienes asuman esta posición a “perder el favor del cielo” y ser marginados por la gente.

-“Cuando todos se equivocan” – decía Dantón – “Todos tienen razón”

Puede ser que, con el paso de los años, los tiempos que vivimos sean distinguidos como “Los tiempos del Gran Pánico” y los estudiosos de las Ciencias Sociales lo tomen como ejemplo del poder de los medios.

Sospecho, de a ratos, que, aprovechando una situación real (el coronavirus existe) los medios lanzaron una campaña de terror masiva que ahora rueda fuera de todo control.

El pánico alimenta al pánico.

Puede ser un “experimento de control social” a escala planetaria. El Tiempo… la Vida dirá. Por ahora las cosas están así.

Entretanto lo más razonable es asumir la defensa de la población poniendo en la tarea todo el poder del Estado.

Y acatando disciplinadamente aquellas recomendaciones razonables.

¡Todos somos responsables por la Salud! Por la nuestra y por la de nuestros semejantes. No enfermarse y no enfermar.

Lo que no significa abandonarse y correr con la estampida sin pensar.

No vivimos situaciones iguales pese a ser atacados por la misma peste.

En Estados Unidos desde la presidencia de Clinton se discute en torno a la protección gubernamental de la salud pública.

30 Millones de ciudadanos de las Estates no tienen ningún Seguro Médico. Atención, que allá no hay hospitales gratuitos como aquí.

En nuestro país con mayor o menor eficiencia, a todo el territorio nacional le llega la atención sanitaria  gratuita del Estado.

Hace mucho que es así, pero ahora  ASSE se ha potenciado.

Merecido el aplauso con el cual despidieron a Carámbula.

Otros 40 millones de yanquis  tienen un seguro limitado que cubre lo esencial, por muy corto tiempo y con copagos.

Tampoco se conoce, ni en los Estados Unidos, ni el mundo, el sistema mutual que aquí es corriente.

La “Salud” es una mercadería más y puede ser muy buena y muy cara o inexistente.

Buena y cara significa “escasa”.

Escasa de lugares, de insumos y de técnicos. No ha sido programada para atender a mucha gente sino para ser de alta calidad y altísimo precio.

Todo bien hasta que una epidemia muestra las falencias que ya estaban allí pero no se notaban.

Las muertes eran muertes individuales hasta que el coronavirus las transformó en cuestión social.

Volviendo evidente la distinción entre ricos y no ricos.

Quienes tenían los medios recibían la más alta atención. Y si morían, hasta podían disponer que se los congelase o se los enviase al Espacio.

Los gustos se hacían en vida y también en la muerte.

No califico. Es el Sistema.

Algo similar ocurre en los principales países de Europa. ¿Cuánto hace que los gobierna la Derecha?

Con su indiferencia para con las responsabilidades sociales.

Metidos en una crisis de la cual no salen por más que lo intenten recortando prestaciones y abandonando obligaciones.

¿Por qué faltan insumos, técnicos y hospitales? Las cosas no “quieren ser” las cosas “son”.

Si desde la crisis mundial del 2000 la preocupación estuvo centrada en reducir los gastos del Estado. En “achicarlo”. En reducir los impuestos a los ricos con la peregrina idea de que con eso impulsarían la recuperación, no pueden esperarse otros resultados que estos.

Menos Estado es menos protección social.

Es sacrificar a la gente en beneficio de los poderosos.

Hacer más ricos a los ricos sin importar que para ello los pobres sean cada vez más pobres.

Una inequidad que no se notaba.

Los sectores medios vivían en la ilusión del orden y gozaban de su automóvil, su vivienda y su aire acondicionado. No miraban para el costado.

No veían, porque no querían ver, como la precariedad y la ira se acumulaba en los suburbios de las grandes ciudades. Y en los países marginados.

Odiaban y despreciaban a los migrantes que se jugaban la vida para llegar hasta esos “paraísos” en donde podían medrar.

Este Orden Mundial está cosechando lo que sembró.

Lo que más me apena y preocupa es que no veo alternativas al Capitalismo.

La Izquierda parece resignada a no luchar por el Poder.

El que no quiere, no llega.

Por Eduardo Platero
6 de abril 2020

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