Actualmente no existe ningún tratamiento específico contra el virus SARS-CoV-2; únicamente los cuidados se enfocan en mejorar las condiciones del paciente, desde controlar los síntomas hasta apoyar a la función ventilatoria. No obstante, se ha reportado la actividad de algunos fármacos sobre este virus, a partir de medicamentos utilizados para otras enfermedades, como cloroquina y nitazoxanida, que han mostrado in vitro tener un efecto antiviral.
En los casos graves presentados en China se han utilizado algunos fármacos antivirales, como la combinación de lopinavir/ritonavir, y se ha reportado mejoría en los pacientes, pero con resultados difíciles de interpretar porque su uso es de forma abierta y no se tiene un tratamiento de comparación. Actualmente se está evaluando el remdesivir, otro antiviral con efecto in vitro contra el MERS-CoV; en las siguientes semanas se espera tener los resultados de un estudio clínico controlado.
En resumen, la enfermedad ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2 tiene un espectro de leve a grave; lo último es más frecuente en personas mayores de 60 años y con enfermedades previas. Es muy probable que el virus se haya transmitido de animales al ser humano, pero ahora es transmitido entre humanos. Al momento, no existe un tratamiento específico para la enfermedad COVID-19, por lo que la atención médica sólo se enfoca a controlar los síntomas. Tampoco existe una vacuna contra el virus.
La manera más sencilla y efectiva de prevención es el lavado de manos después del contacto con superficies contaminadas o con personas enfermas.
A pesar de lo anterior, no hay que alarmarnos, sino tomar las medidas preventivas necesarias, mismas que se requieren para prevenir la influenza estacional (en cuyo caso, además, tenemos la opción de la vacunación oportuna). La historia no miente y hemos visto que la sociedad se ha sobrepuesto a epidemias anteriores; los países han tenido éxito en el pasado y todavía no hay nada que pueda predecir que esta vez será peor. friado común, al ocasionar hasta 15% de los casos de esta enfermedad en adultos; además, en hospederos con características especiales, con poca frecuencia causaban una infección grave en las vías respiratorias bajas. Sin embargo, en el siglo XXI nos hemos enfrentado a brotes de coronavirus que han producido enfermedades graves y letales.
Entre 2002 y 2003 surgió un brote que ocasionó el síndrome respiratorio agudo grave (severe acute respiratory syndrome, SARS), cuyo agente causal es el coronavirus del SARS (SARS-CoV), identificado por primera vez en Guangdong, China, a finales de 2002. El virus afectó a 27 países y ocasionó más de 8000 casos, de los cuales murieron 774 personas (letalidad de 9.6%). Después de ese periodo de actividad, no se ha reportado un nuevo caso desde 2004.
En 2012 hubo un brote en Arabia Saudita por otro coronavirus, actualmente conocido como MERS-CoV (coronavirus del síndrome respiratorio del Medio Este), causante de una enfermedad grave de las vías respiratorias. Afectó a 27 países, con 2 494 casos, la mayoría localizados en la Península Arábiga, y 858 muertes (una letalidad de 34.4%); el último caso de este brote se reportó el 26 de diciembre de 2019 en Qatar.
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