Variaría política externa en Uruguay

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A los hechos ya conocidos que acaecieron en Montevideo, se sumaría la denuncia proveniente de la Argentina en relación a que personal de inteligencia y acciones internacionales sirio e iraní estaría operando desde la capital del Uruguay para luego activar operaciones en otras ciudades de la región, por ejemplo Buenos Aires. Esto último ha sido negado expresamente por las autoridades uruguayas, agregando que no se ha realizado a ningún nivel denuncias en este sentido.

Estas cuestiones no son cosa del presente. Debemos remontarnos a la década de las presidencias del Sr Carlos S. Menem, en la Argentina, y de los señores Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle Herrera, el primero en sus dos gestiones (1985-90 y 1990- 1995) y la del líder nacionalista (1990-1995).

Durante esa década fatídica sucedieron diversas tragedias en la Argentina, comprendiendo los atentados terroristas a la AMIA y a la Embajada de Israel, junto con el ajusticiamiento del hijo del mandatario argentino, entre otros hechos violentos y luctuosos.

Desde entonces, en diversas oportunidades Montevideo comenzó a ser señalada desde diversas fuentes como el lugar de preparación y coordinación de acciones viles que ahora, 20 años después, parecen haber retornado con la presunción de un posible ajusticiamiento del señor Alberto Nisman, fiscal general de la nación argentina.

A nadie escapa que la región en general y Uruguay en particular dejaron de ser espectadores lejanos y han entrado en este gran tema contemporáneo que es el conflicto entre Occidente y el Mundo Islámico, en su versión, y porción, más fundamentalista.

Este no es el único factor que genera por estas horas cierta tensión a partir de los propios procesos de cada una de las naciones que la componen. Es, digámoslo, el devenir de sociedades que transitan, desde varios sentidos, por movimientos sociales que tienden a reclamar no sólo mejores soluciones a sus demandas sino también creciente participación societaria.

Así, por ejemplo, el Brasil no es ajeno a esta dinámica. El gobierno no está exclusivamente jaqueado por instancias propias de irresolución y fases de prueba sino y especialmente por la oposición política que parece ir en busca del poder por el poder en sí mismo, intentando bloquear, a como dé lugar, al gobierno legalmente establecido.

Los otros países sienten directa e indirectamente estos movimientos sísmicos. Por ejemplo, el Uruguay ve cómo un proyecto estratégico, como lo es el de la creación y puesta en marcha de una planta regasificadora, por estos días parece entrar en zonas de duda por imperio de los coletazos de los problemas que vive Brasil, con el tema Petrobras, en primera fila.

La presidenta Dilma Rousseff estarà en el Uruguay para la asunción del electo presidente Tabaré Vazquez. Si bien es posible llegue el 28 de febrero con una nutrida agenda de conversaciones. Brasil expondría sus dificultades en la concreción de varios convenios bilaterales previstos para este primer semestre.

Ni qué hablar que a todos conmueve la Argentina y su situación estratégica deficitaria en materia energética. Lo que, a la postre, trastoca todo el andamiaje económico-financiero de su Gobierno, al tiempo que se percibe un primerísimo reflejo en la caída abrupta en el muy signiticativo intercambio comercial con el Brasil.

En el Uruguay, tanto el actual Presidente, como quien lo subrogará ya han dejado traslucir acuerdos y peculiaridades que sólo el tiempo dirá qué vientos traerán consigo.

El Presidente Electo, desde sus oficinas, viene trabajando con gran seriedad y discreción, pese a lo cual es notoria la expectativa por una gestión mucho más coordinada y controlada que traiga consigo, además de la utilización racional y armónica de los recursos, una proyección dirigida a logros concretos de un plan estratégico central que parece estar no sólo listo sino incluso con los nombres propios de quienes tendrán a su cargo su implementación., bien como posiciones y grupos de gestión ya clarificados respecto

En este sentido, se aguarda una nueva impronta en Política Externa. La hasta ahora vivida refiere a una etapa histórica y peculiar que supo, por sobre todas las cosas, manejar en lo posible una difícil relación con la Argentina. La próxima, además de atender la realidad de la comarca, atenderá el mundo que se insinúa con variables políticas y económicas muy distintas a las de 5 años atrás. Para ello, el próximo Canciller, además de contar con directivas precisas del Presidente Electo, tiene para sí el privilegiar la profesionalidad de la diplomacia, en la elección de sus cuadros, por sobre los destinos ocupados por actores políticos.

Un dato de la realidad es que muy posiblemente un uruguayo presida la OEA. Un hombre de la izquierda uruguaya, la misma que tantas veces criticó muy vehementemente decisiones tomadas en el seno de esta organización panamericana del ámbito regional y continental, hoy con signos evidentes de crisis y agotamiento, va en su auxilio buscando relanzarla.

Mientras estos hechos emergen, la sociedad uruguaya se tensiona de pasión política y ciudadana. Despedida y expectativa ante el cambio de gobierno, he ahí la “pulseada” en democracia por el camino que se abre por cinco años más.

Por Próspero

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