A propósito de la situación en Ucrania; Mazepa en el Maidán

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Desde noviembre de 2013 los medios suecos vienen informando sobre la situación en Ucrania muy frecuentemente, pero también muy parcialmente. Creo que esto se debe a que los lazos históricos entre Suecia y Ucrania son demasiado importantes como para que los periodistas suecos adopten la alternativa de no informar sobre el asunto y porque prefieren ocultar algunos datos importantes.

En su período de mayor grandeza, el poderío militar de Suecia le permitía a sus reyes merodear por medio continente, mantener la flota más poderosa de su época y maniobrar con sus ejércitos por los enormes territorios europeos ocupados hoy por Finlandia, los países bálticos, buena parte de Alemania, Polonia, Bielorusia, Ucrania y Rusia. (Siglos antes, los vikingos también habían transitado intermitentemente esos territorios, a veces victoriosos y a veces derrotados, así que la historia de las relaciones entre Escandinavia y Ucrania son muy viejas y violentas). El período de grandeza y poderío militar sueco terminó en tierras ucranianas, cuando el zar Pedro I derrotó finalmente al rey Carlos XII en las afueras de Poltava, en plena Ucrania. Esa derrota militar marca el surgimiento de la «gran Rusia» y el ocaso del poderío militar sueco, dando comienzo a la larga evolución que transformaría a Suecia en uno de los poquísimos países que consiguieron mantenerse neutrales durante las dos guerras mundiales, que no participaron en guerras hasta el comienzo del siglo XXI (Afganistán y Libia) y que aún no ha ingresado a la OTAN.

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«Mazepa y Carlos a orillas del Dnieper», óleo del pintor Gustaf Cederström. La herida en el pie fue causada por una bala disparada por un francotirador ruso, otra de las muchas vueltas de esta historia que se repite parcialmente en Ucrania 3 siglos más tarde.

Preparándose para una guerra iniciada por Rusia, el rey sueco hizo alianzas con el rey polaco y conspiró a orillas del Dnieper con uno de los líderes ucranianos más poderosos, el atamán cosaco Iván Mazepa. Mazepa, educado por los jesuítas, hombre de mucha cultura y capacidad militar era uno de los mayores latifundistas de Europa y un formidable aliado del zar ruso –quien le tenía mucha confianza- y varias veces puso sus tropas cosacas al servicio de campañas rusas, pero hacia principios de ese siglo luchaba por unificar y reorganizar Ucrania, independizándola de Rusia. Cuando el rey sueco le prometió apoyarlo si cambiaba de bando, abandonando al zar en plena guerra, Mazepa aceptó. No se conocen los detalles del acuerdo, pero sabemos que a ambos les salió el tiro por la culata, porque la derrota en Poltava obligó al sueco, al ucraniano y miles de supervivientes de sus tropas a exiliarse en Turquía.
Los rusos jamás le perdonaron a Mazepa haber cambiado de bando. Algo de esta historia se repite hoy en Ucrania: en la transición política de febrero a marzo de 2014, varios políticos y militares ucranianos han cambiado rápidamente de bando. Lo que no cambia, sin embargo, es la posición sueca de tomar siempre partido contra Rusia, promoviendo la independencia de Ucrania -al punto de establecer alianzas innombrables con grupúsculos neo-Nazis y partidos ultranacionalistas- y la posición rusa de que Ucrania es o bien parte de Rusia o al menos un territorio súbdito.

Siglos después de perder el poderío militar y la voluntad expansionista que había llevado a los ejércitos suecos hasta Poltava, Suecia ya no pretende vencer a Rusia directamente, pero parece ilusionarse cada vez que vislumbra la posibilidad de que el viejo enemigo sea derrotado por otras fuerzas. Durante la segunda guerra mundial, por ejemplo, el rey sueco (Gustavo V) le envió una carta a Hitler felicitándolo por su invasión de la Unión Soviética agradeciéndole haberse hecho cargo de la “peste bolchevique”. Esos reales deseos de éxito eran compartidos por la mayoría de los súbditos de Gustavo V y a pesar de mantenerse neutral, Suecia contribuyó a los esfuerzos de Hitler en varios frentes. Exportó acero de gran calidad y otros materiales indispensables para la industria bélica alemana. Permitió el transporte de tropas alemanas a través de territorio sueco durante la ocupación nazi de Noruega. A nivel personal, cientos de militares y civiles suecos se enrolaron bajo las banderas nazis y buena parte de la élite intelectual declaraba su apoyo a Hitler en ceremonias, reuniones, cartas en la prensa y otros documentos públicos. Uno de los argumentos principales a favor de esta posición era la posibilidad de que Rusia fuera derrotada. Los ejemplos más conocidos son la participación de suecos en propaganda por radio y cine (por ejemplo dos importantes piezas del aparato propagandístico de Goebbels fueron Zara Leander, la maxima diva en la Alemania de la época y la condesa Cronstedt, que tenía un popularísimo programa radial en la Radio Königsberg) y los voluntarios suecos que engrosaron dos divisiones SS (la Wiking y la Norrland, 1).
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Zarah Leander, la actriz y cantante más popular en la Alemania nazi.

Luego de la victoria aliada sobre Hitler, los filonazis suecos, como aquellos de otros países, en pocas semanas cambiaron de camiseta y se volvieron democráticos. Esto puede deberse a muchas razones ajenas a la historia resumida arriba, pero concide muy bien con la tendencia mantenida en este principio clave a través de los siglos: al adoptar la posición “occidental” durante la guerra fría, Suecia pudo mantenerse donde se sentía cómoda desde siempre, como enemiga de Rusia.

En tiempos más recientes, en Suecia los neonazis y ultranacionalistas comenzaron a celebrar la muerte de Carlos XII, porque para ellos simboliza el líder del período sueco de más poderío nacional. En cambio, en la Ucrania post-soviética los ultranacionalistas no festejan tanto al viejo aliado Carlos XII, que por otro lado no cumplió su promesa a Mazepa, pero sí a su líder independentista, imprimiendo su estampa en uno de los billetes.

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Billete de 10 hryvna ucranianos con la efigie de Iván Mazepa, héroe de la lucha independentista; equivale a unos 30 pesos uruguayos.

Además de celebrar a Mazepa, los ucranianos nacionalistas modernos reivindican símbolos nazis. Rastrear esta simbología no es tan difícil. En 1941, dos siglos después del cambio de bando de Mazepa otro líder cosaco (Stefan Bandera) también prefirió aliarse al ejército invasor para reforzar su lucha por la independencia de Rusia. Los nacionalistas liderados por Bandera (y muchos otros ucranianos) se destacaron por la ferocidad con la cual adoptaron el antisemitismo nazi al punto que las atrocidades que cometían en las aldeas ucranianas bajo el domino alemán llegaban a consternar a algunos oficiales del ejército alemán. Esto ha sido documentado ampliamente por tribunals e historiadores pero recomiendo leer las novelas del escritor ucraniano Vasili Grossman, quien fuera cronista del Ejército Rojo. Una de las divisiones SS invasoras estaba formada por ucranianos (dicho sea de paso, uno de sus comandantes –Michael Karkoc- consiguió evadir la justicia desde 1945 hasta pocos meses antes de que comenzaran las manifestaciones en Kiev en 2013, cuando fue apresado en Minnesota a la edad de 94 años), adoptó un estandarte azul y amarillo, con tres coronas. Por razones que desconozco, pero probablemente fortuitas, esos mismos dos colores y las tres coronas pertenecen también al escudo real sueco.

Otro de los símbolos de las divisiones SS que masacraron a la población civil ucraniana con ayuda de ucranianos nacionalistas es una versión del viejo símbolo nordeuropeo «Wolfsangel» (2) y a eso se debe que hoy podamos ver ese mismo símbolo en las camisetas y brazaletes de algunos de los militantes más atrevidos y mejor entrenados del Maidán.

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Militantes demócratas del Maidáns autoidentiificados con el emblema de una división alemana SS, el Wolfangel. El caballero a la derecha podría ser descendiente de Mazepa.

Este mismo símbolo fue adoptado por uno de los partidos ucranianos del actual gobierno, apoyado por el gobierno sueco, que hace un tiempo cambió su nombre de Nacionalsocialista a Svoboda (3) y eso nos permitiría comprender mejor porqué muchos rusos y ucranianos se sienten preocupados cuando este partido consiguió varios ministros y otros puestos importantes en el gobierno surgido confusamente en Kiev a fines de febrero: Viceprimer Ministro (Oleksandr Sych), Ministro de Defensa (Ihor Tenyukh), Ministro de Agricultura (Ihur Shvayka), Ministro del Ambiente (Andriy Mokhnyk) y Fiscal General de la Nación (Oleh Maknitskyy). Cuando el partido de derecha (4) al frente del gobierno sueco pierda las próximas elecciones parlamentarias en septiembre, tal vez sus analistas políticos reconozcan que haber apoyado fírmemente al Svoboda y otras organizaciones ultranacionalistas y neo-Nazis en Ucrania a inicios del siglo XXI probablemente fue una jugada tan mala como aquella que tramaron Carlos XII y Mazepa a orillas del Dnieper a inicios del siglo XVIII.

Como bien han explicado varios periodistas y estudiosos de Ucrania, el Maidán no está compuesto solamente por neonazis. En las grandes protestas había estudiantes y amas de casa, jubilados y veteranos de Afganistán, nacionalistas e izquierdistas. Pero ahora que gracias a la televisión y Youtube vimos actuar a los neonazis en calles y plazas, entrar armados de cadenas y bates de béisbol a oficinas gubernamentales para conseguir la renuncia de funcionarios del gobierno anterior y obtener en pocas semanas de vandalismo varios puestos clave en el nuevo gobierno, a pesar de ser una minoría, creo que sería prudente considerar la posibilidad de que la versión oficial sueca sobre los acontecimientos en Ucrania no coincide con la ilusión de una democratización del país gracias a su alejamiento de Rusia.

Afortunadamente, los herederos ideológicos de Iván Mazepa, Stefan Bandera y Michael Markoc no recibirán esta vez el apoyo de un poderoso ejército sueco o siquiera una carta de felicitación del rey sueco. Qué puede hacer este rey y su gobierno, a tres siglos de la derrota en Poltava? Lo de siempre, aunque ahora en una version muy diluída, casi impotente. La casa real anunció, la semana pasada, que la princesa Victoria no cumplirá con la visita a los juegos paralímpicos en Sochi, prometida desde hace tiempo. El viejo dicho ruso”Бит как швед под Полтавой” (Derrotado como sueco en Poltava) se usa aún hoy para referirse a alguien que se encuentra impotente, paralizado y perplejo.

Por Rafael Cantera

(1) http://en.wikipedia.org/wiki/5th_SS_Panzer_Division_Wiking
(2) http://en.wikipedia.org/wiki/Wolfsangel
(3) http://en.wikipedia.org/wiki/Svoboda_(political_party)
(4) Durante la segunda guerra mundial el partido se llamaba oficialmente Högerns riksorganisation (Organización nacional derechista) y luego, hasta 1969, se llamó «Högerpartiet» (el Partido de Derecha). Fuente: http://sv.wikipedia.org/wiki/moderaterna

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