Nuestros lectores semana a semana leen los artículos del brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira, doctor y profesor en ciencia política. Cientos de carta llegan a diario a La ONDA digital comentando estas notas, muchas de ellas con juicios polémicos. Esto nos motivó a hacerle una entrevista para acercarnos a su personalidad y a su rica trayectoria académica y política, que coincide con las transformaciones del Brasil contemporáneo. El doctor Moniz estará en Montevideo el próximo 24 de noviembre, para dictar una conferencia en el Hotel Paladium a las 19 y 30 horas.
En esta entrevista el doctor Moniz recorre el proceso de su vida, incluyendo los años de exilio que vivió en Montevideo, los años de la dictadura brasileña y relata un exhaustivo análisis histórico del ejercito brasileño, los principales hitos de los fenómenos del mundo contemporáneo, desde la óptica de un especialista en las relaciones internacionales. Con una mirada aguda aborda la acción y el pensamiento de Marx, Lenin, Getulio Vargas, Fidel Castro, Fernando Enrique Cardoso, Lula y George W. Bush, entre otros.
En el 2002 la unión de escritores brasileños le otorgó el primer premio en la categoría ensayo por el libro “O Feudo – A Casa da Torre de García d’Ávila”. En marzo se lanza su nuevo libro – Conflictos e integração na América do Sul: Brasil, Argentina, Estados Unidos ( Da Tríplice Alianza ao Mercosul ), cuyo prefacio es del embajador Samuel Pinheiro Guimarães, a quién el presidente Lula nombró secretario-general del Itamaraty, o sea, vice-ministro de Relaciones Exteriores. Lo que sigue es el contenido de ese extenso diálogo.
– ¿En qué ciudad nació?
– Nací en Salvador, Bahía, ciudad que el primero gobernador-general de Brasil, Thomé de Sousa, fundó en 1549, como proyecto del Estado portugués, para ser la capital de la colonia, lo que fue hasta que se cambió por Río de Janeiro, en 1776. Uno de los antepasados míos, Diogo Moniz Barreto, noble portugués que acompaño a Thomé de Sousa, fue su primer alcalde. Otro antepasado mío, García d’Ávila, que también viajó con Thomé de Sousa a Bahía, empezando entonces la conquista del Nordeste. Las sucesivas generaciones de la familia alargaron la posesión de tierra y mantuvieron un dominio sobre cerca de 300.000km2, hasta la mitad del siglo XIX, cuando comenzó la decadencia económica de las tradicionales familias aristocráticas luso-brasileñas, establecidas en Bahía y vinculadas a la producción de azúcar.
– ¿Cuándo surge en usted la vocación por el estudio de la Ciencia Política?
– No sé exactamente cuando surgió mi vocación para el estudio de la Ciencia Política. Viví toda mi infancia bajo el signo de la Segunda Guerra Mundial, de la cual Brasil participó, enviando soldados a Italia. Recuerdo cuando las tropas británicas, que fueron a combatir en el norte de África, pasaron por Bahía, donde los EEUU también instalaron una base naval.
Cuando tenía 11 años leía todas las noticias sobre la guerra civil en el Paraguay. Creo que esos acontecimientos concurrieron para que yo desde niño me interesase por la política internacional y además recibí enorme influencia del ambiente intelectual que se vivía en mi familia. Mi tercer abuelo, el filósofo Antonio Ferrão Moniz de Aragão, que yo no conocí, porque se murió antes de mi nacimiento, fue uno de los introductores del positivismo en Brasil. Su memoria estuvo siempre muy presente en mi familia como un intelectual destacado, lo tomé como ejemplo, que pautó me vocación, y entre los catorce y quince años de edad empecé a leer libros de ciencias sociales. Enorme influencia intelectual también recibí de mi tío Edmundo Ferrão Moniz de Aragão, profundo conocedor de las teorías de Hegel, Marx y otros pensadores. El fue para mí como un segundo padre. Y debido a ese interés por las ciencias sociales y la política, abandoné los cursos que hacia para seguir la carrera de oficial de la Marina de Guerra y fui a estudiar en la Facultad de Derecho, que comencé en Bahía y concluí en Río de Janeiro. La disciplina que más me interesó fue la Teoría General del Estado, que no es otra cosa que la Ciencia Política. Fui así diplomado como abogado, pero preferí ejercer el magisterio y hice mi doctorado en Ciencia Política, en la Universidad de Sao Paulo, teniendo como área específica de investigación y estudio la política exterior y las relaciones internaciones de Brasil, principalmente con los EE.UU. y los países de la Cuenca del Plata. Mi tesis de doctorado fue sobre el rol de Brasil en la Cuenca del Plata, en la cual yo estudié la formación de los Estados de Argentina, Uruguay y Paraguay.
– ¿Aquel Brasil de su niñez era muy distinto al de hoy?
– Viví hasta los 18/19 años en Salvador, ciudad que entonces tenía solamente 500.000 habitantes y Brasil no estaba todavía completamente industrializado. El Estado de Bahía menos aún. Todos los aparatos domésticos, radio, heladera etc., eran importados. Hasta la mantequilla llegaba de Holanda. No había propiamente una mentalidad capitalista. Las tradiciones aun se mantenían muy fuertes en Bahía y la cultura de la elite era predominantemente europea. Pero, a partir de los años 50, todo en Brasil cambió, como resultado del proceso de industrialización y urbanización, acelerado, sobre todo, durante el gobierno del presidente Juscelino Kubitschek (1956-1961). La ciudad de Salvador, en el que yo viví, ya no existe más. El Río de Janeiro y Sao Paulo, que conocí y adonde me radiqué , después de adulto, también han desaparecido. Son actualmente ciudades muy distintas. Todo eso ha resultado de un rápido crecimiento, y de un implacable desarrollo, que ha destruido el pasado y todas las referencias de la memoria. No reconozco Salvador, Río de Janeiro o Sao Paulo como las ciudades en que viví durante mí infancia e juventud.
– ¿Qué hecho político o social recuerda como un acontecimiento que lo impactó en esos años de adolescencia?
– El acontecimiento que más me impactó, en los años de adolescencia, fueron el suicidio del presente Getulio Vargas, el 24 de agosto de 1954, y la explosión de las masas populares, que ocurrió espontáneamente en todas las principales ciudades de Brasil, tras la divulgación de su carta-testamento, en la cual denunció como responsables por la crisis política, por la campaña contra su gobierno, a los EEUU y a los grupos económicos y nacionales internacionales que se oponían al régimen de garantía del trabajo y a la defensa de los intereses nacionales de Brasil.
Durante varios días las masas atacaron a las empresas americanas y a los periódicos de la oposición, lo que asustó a los adversarios de Vargas, los militares vinculados a la Cruzada Democrática y políticos de la Unión Democrática Nacional, impidiendo que ellos rompiesen la legalidad democrática e instaurasen el “Estado de excepción”, o sea, el régimen autoritario. El acontecimiento fue tan impresionante y dramático que el Partido Comunista, que hasta la víspera del 24 de agosto atacaba el gobierno de Vargas, tuvo que cambiar de posición.
– Sabemos que en determinado momento de su vida usted vivió en Uruguay, ¿cuándo fue y qué recuerdos le dejó este país?
– Como consecuencia del golpe de Estado en Brasil y de la represión que los militares desencadenaron, me asilé en la Embajada de Uruguay, y llegue a Montevideo, transportado por un avión de le Fuerza Aérea Uruguaya, en el inicio de junio de 1964. Radicado en Uruguay hice el enlace entre los líderes brasileños que se asilaron en el Uruguay y ciertas corrientes políticas que organizaban la resistencia al régimen militar en Brasil. Volví clandestinamente al Brasil en el curso de 1965 y he dejado muchos amigos en Montevideo, donde colaboré con artículos para el periódico Época, entonces bajo la dirección de Eduardo Galeano, por quien tengo una gran admiración y amistad. Además de Galeano, me acuerdo de Hugo Cardozo, Manrique Salbarrey, Germán Vidal, Vívian Trías, entre otros amigos que hice en Montevideo, adonde volví algunas veces en 1975/76, para hacer investigación sobre las relaciones internacionales en la Cuenca del Plata.
– Entre los libros escritos figura uno sobre la formación de nuestro Estado nacional, ¿cuándo surge y porqué?
– Mi tesis de doctorado fue sobre “El rol de Brasil en la Cuenca del Plata”, que más tarde amplié y publiqué como libro, bajo el título O expansionismo brasileiro e a formação dos Estados na Bacia do Prata: Da colonização à Guerra da Tríplice Alianza, cuya tercera edición fue lanzada en 1998. En esa obra yo trato de estudiar la formación de los Estados en la Argentina, Uruguay y Paraguay, así como en Brasil que, entretanto, pudo ejercer enorme influencia en la región, por las razón que explique, en las preguntas anteriores, o sea, la de que Brasil ya era una Estado políticamente organizado, con un ejército permanente y un servicio diplomático, que heredó de Portugal, cuando los dos reinos se divorciaron. Pero trato también del Uruguay en otros libros, incluso en el que va a ser lanzado en marzo, bajo el título Da Guerra do Paraguai ao Mercosul: conflitos e integração no continente (Brasil, EUA, Argentina), con prefácio del Embaixador Samuel Pinheiro Guimarães, que ahora es el Secretario-General del Itamaraty. Esa obra es una continuación de la otra – O expansionismo brasileiro e a formação dos Estados na Bacia do Prata – y en ella también son enfocados los otros países de América del Sur, particularmente el Uruguay.
En cuanto a la pregunta de cuando y porque surgió el propósito de escribir sobre la formación del Uruguay, quiero precisar que la mayoría de mis obras mantiene una unidad temática, que consiste en la política exterior y las relaciones internacionales de Brasil. Después de haber escrito y publicado, en 1973, Presença dos Estados Unidos no Brasil (Dois sécalos de historia), yo tenía de profundizar la investigación sobre la Cuenca del Plata, como la otra principal vertiente de la política exterior y de las relaciones internacionales de Brasil y adonde también en el siglo XIX las divergencias con los Estados Unidos se manifestaron, particularmente en la guerra de la Triple Alianza. La formación del Uruguay está, por lo tanto, en el contexto de las relaciones de Brasil con la Cuenca del Plata, que fue y sigue siendo la principal área de sus intereses en la América del Sur, desde los tiempos de la colonización, hasta la actualidad, por motivos económicos, políticos y estratégicos. E ahí el proyecto del Mercosur.
– Sabemos que usted, junto a personalidades como el ex presidente Cardoso y varios de quienes fueron sus ministros de gobierno jugaron un rol importante en los acontecimientos que llevaron a la derrota de la dictadura en su país, ¿puede contarnos en qué consistió el papel de ustedes y cómo vivieron aquellos acontecimientos?
– Cada uno de nosotros jugó un papel distinto en los primeros años del régimen militar. Yo fui al Uruguay, como ya dije, viví clandestinamente en Sao Paulo. Entre 1969 y 1974, bajo el gobierno del general Emílio Garastazu Medici la represión fue muy dura y estuve dos años preso (1969/70 y 1973). Fernando Henrique Cardoso fue a Chile y no me acuerdo cuando volvió al Brasil. Pero, a partir de 1974, él, Francisco Weffort, que fue su Ministro de Cultura, yo y algunos otros profesores, con el apoyo de los estudiantes y del Movimiento Democrático Brasileiro (MDB), el partido de la oposición legal, pasamos a hacer conferencias en las Universidades, criticando el régimen militar y movilizando la opinión pública a favor de la redemocratización. Me acuerdo que el presidente João Goulart, una de las veces en que lo visité en el Uruguay, me dijo: “Los militares dejan que tu hables, hagas conferencias, criticando el gobierno, porque están interesados en saber lo que pensamos y muchos están de acuerdo con nosotros”.
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