Ocho días, tres países, una plétora de reuniones y de encuentros bilaterales y un objetivo claro y prioritario que resumía el propio Joe Biden antes de embarcarse en el Air Force One rumbo al Reino Unido, primera etapa de su primer viaje internacional: “reforzar la alianza y dejar claro a (Vladimir) Putin y a China que Europa y Estados Unidos están estrechamente unidos”.
Esa es la misión con que el presidente de EEUU afronta esta gira, con la que marcará un radical punto y aparte respecto a Donald Trump y su política aislacionista. Y es también un viaje en el que, ya sea abordando la lucha contra la pandemia o contra el cambio climático en la reunión del G-7 en Cornwall, hablando con líderes de la UE o participando en una reunión de la OTAN, el demócrata intentará enmendar relaciones deterioradas por el republicano o compromisos que puso en cuestión.
Es también un viaje donde su primer encuentro como ocupante del Despacho Oval cara a cara con Putin el día 16 en Ginebra, con el que Biden cerrará su periplo europeo, se puede anticipar en las antípodas del último que mantuvo el líder ruso con Trump en Helsinki. Y dudosamente Biden vaya a dar al líder del Kremlin más credibilidad que a sus propias agencias de inteligencia, como hizo el republicano, especialmente en un momento en que estas señalan a Moscú como origen de crecientes ciberataques.
Incluso con todas esas diferencias, hay un punto de conexión entre Biden y su predecesor: la mirada a Pekín como el gran competidor y la búsqueda de que Europa tome partido con Washington para librar esa competencia. Y ese foco en China impregna toda la agenda de Biden en este viaje.
Objetivo Pekín
Ya el sábado, en un artículo de opinión publicado en ‘The Washington Post’ en el que Biden aseguraba que “EEUU debe liderar el mundo desde una posición de fuerza”, el mandatario prometía que “las principales democracias del mundo ofrecerán una alternativa de altos estándares a China para actualizar infraestructuras físicas, digitales y de salud que son más resilientes y apoyan el desarrollo global”, un reto directo al proyecto de Pekín de la Nueva Ruta de la Seda. Biden escribía también que “las democracias del mundo juntas deben asegurar que nuestros valores gobiernan el uso y el desarrollo de innovaciones, no el interés de autócratas”.
También en el artículo Biden adelantaba que en sus reuniones con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el del Parlamento Europeo, Charles Michel, el foco estará puesto en “asegurar que democracias de mercado, no China o nadie más, escriben las reglas del siglo XXI de comercio y tecnología”. Pero algunos comentaristas y observadores han alertado de que Washington no está tratando a Europa como un socio fundamental en esa lucha con China, señalando a gestos de supuesta desatención como el hecho de que no haya nombrado aún embajador ante la UE (tampoco lo ha hecho para la OTAN).
Fuente el Periódico
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