1. En poco más de una década de gobiernos progresistas, sostenidos por una coalición partidaria liderada por el Partido de los Trabajadores, formada sin una base político–ideológica consistente, incorporando a partidos de diferentes estratos en una rara unión para conseguir la “gobernabilidad”, asistimos a una campaña despiadada, elaborada y patrocinada por los llamados medios de comunicación hegemónicos brasileños, con posibles conexiones internacionales.
2. Los resultados de esta campaña ya se pueden visualizar en nuestros horizontes. El proceso de desestabilización de la política, teniendo como objetivo prioritario al Gobierno Federal y al PT, pensado de forma elemental, sin evaluar las consecuencias previsibles para el país, está produciendo serios desgastes institucionales, los cuales no sólo alcanzan a la esfera política. La corrosión moral de la actividad partidaria es evidente, incluso para los más distraídos analistas. Encuestas de opinión, razonablemente confiables, muestran el grado de intolerancia con respecto a los políticos, los partidos y al Congreso Nacional en los diferentes segmentos de la población brasileña. Es correcto suponer que este desgaste es el resultado directo de esta campaña desastrosa, que estigmatiza a la actividad político-partidaria como necesariamente deshonesta, amoral y contraria a los intereses nacionales. ¿A quien le interesa dicho juicio?
3. Otros efectos colaterales no previstos por los articuladores de esta Campaña, alcanzan al Poder Judicial, ampliándose, de esta manera, el juicio negativo que los brasileños tienen sobre las instituciones que componen el gobierno: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Es visible la interferencia indebida, e incluso espuria, de los medios de comunicación en el Poder Judicial. Podemos citar varios ejemplos de esta influencia negativa, en el sentido de partidizar las decisiones de los órganos colegiados, con la amenaza subyacente de denigrar, inapelablemente, la imagen de los jueces que tienen que tomar decisiones – aunque correctas y justas – contrarias a los designios inmediatos de los medios de comunicación hegemónicos.
4. Y para el asombro de muchos brasileños que cultivan, naturalmente, los valores de la Justicia, de la Democracia y de la Legalidad, asistimos a la ampliación de nuevos y mal explicitados conceptos “morales”. Ahora aplicados por el Poder Judicial a las empresas privadas, nacionales e internacionales, que prestan servicios al gobierno, a través de sistemas de competencia previstos en la ley, que frente a sospechas de conducta fraudulenta en el proceso de competencia y ejecución de obras, se verían obligadas no sólo a resarcir al erario público, sino a cumplir sanciones que excederían los límites legales, creando situaciones absurdas, con serias repercusiones en la concreción de obras, causando desempleo y paralización de actividades productivas, esenciales para el crecimiento y el desarrollo económico del país.
5. Son graves e imprevisibles, por lo tanto, las consecuencias de esta campaña para la evolución normal de las actividades del país. A veces se tiene la impresión de que estamos retrocediendo, retomando caminos oscuros que nos pueden apartar del proceso civilizatorio y de la vida democrática. Anhelo y derecho de todos los brasileños.
Por Geniberto Paiva Campos
Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte
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