Argentina y Uruguay 2022; democracias en jaque

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Hay una frase, que comparto mucho, dicha en la Argentina hace ya varios años de que “ todo tiene que ver con todo».

Es por ello que mucho de lo sucedido en este año que finaliza nos ha modificado muchas cosas; pensamientos, costumbres, economía, modos de sentir colectivos, y sobre todo lo que ha pasado genera pre-ocupaciones, y también desafíos.

El proceso argentino ha sido pre-ocupante, en todo sentido

Haciendo un poco de historia de la Argentina de este 2022, en febrero de este año renunció Máximo Kirchner al bloque parlamentario de la Cámara de Diputados por diferencias en las negociaciones con el FMI. En aquel momento, el también presidente del PJ bonaerense, abrió una puerta al futuro, en medio de versiones que ya comenzaban a replicar una nueva crisis del gobierno del Frente de Todos: «Sería más que incorrecto aferrarse a la Presidencia del Bloque cuando no se puede acompañar un proyecto de una centralidad tan decisiva en términos del presente y los años que vendrán.»

De alguna forma se empezaba a marcar una oposición interna en el Frente de Todos a las formas de ajuste que iban a instalarse en la Argentina, con motivo de la aplicación de ese, hasta entonces, proyecto de acuerdo con el FMI.

En marzo de este año el directorio del Fondo Monetario Internacional acordó el nuevo plan con Argentina. En esa fecha comienza a desarrollarse el escenario económico y político en el que está hoy el gobierno argentino, como punto de inflexión, abarcativo de lo que fueron los últimos seis meses y lo que serán los próximos seis meses y quizás años. La deuda “heredada“ ha sido muy grande.

En junio de este año, en medio de la realización de un multitudinario acto de Cristina Fernández de Kirchner, renuncia del ministro de economía Guzmán, el hombre que hasta entonces había dirigido las negociaciones con el Fondo. A los pocos días, luego de un acuerdo político entre el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa, este último es designado como Ministro de Economía quien empezó a diseñar y aplicar el actual plan económico del gobierno, una mezcla de ortodoxia con adaptación política a las presiones de los sectores concentrados de la economía y de la política. No es novedad: los grupos de poder, los de aquel Círculo Rojo, los medios de comunicación concentrados, hegemónicos y fogoneros de fakenews, y el “partido judicial”, son los que marcan esta política atípica de esta Argentina.

La coyuntura daba los siguientes parámetros: negociaciones económico-políticas con los actores principales concentrados para destrabar situaciones de fuerza establecidos por la no liquidación de la cosecha de soja, que mucho perjudicaba a las arcas del Banco Central, por la fijación de precios por parte de los formadores de precios, sobre todo de los insumos la industria y de los productos de la canasta básica alimentaria de la población argentina. Ante eso se implementaron medidas negociadas de dar mayor valor a la tonelada de soja liquidada, por encima de del valor del dólar comercial oficial, y de acuerdos sobre los precios. Eso trajo como consecuencia una mayor liquidez en dólares del Banco Central y un descenso del nivel de inflación que se está notando en los dos últimos meses. Ha sido toda una ingeniería que no suma en lo político, por ahora.

Pero en el escenario político institucional la situación es otra; con mayores discusiones entre los principales bloques políticos argentinos, léase el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, que ante el escenario de un año próximo electoral, se tiene una situación compleja, fragmentada y se parece a las palabras del groupier cuando comienza a dar vueltas a la ruleta: “hagan su juego, señores”…….Y el lacónico “No vá más!!!”.

Hace 20 años se instaló una palabra que sintetizaba la situación argentina: anomia social. Pasó el tiempo y estamos en una situación de una gravedad inusitada para la democracia argentina; en aquella época los que no cumplían ni acataban las leyes y normas era la sociedad; hoy los que la causan son los mismos actores que los que producen las normas jurídicas. En concreto, la Suprema Corte de Justicia de la Argentina ha tomado actitudes que van en contra de la división de poderes; se inmiscuye con sus fallos en los ámbitos y decisiones de los otros poderes del Estado, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. A fines del año 2021 la Suprema Corte deja sin efecto una ley de hace décadas (sólo el mismo Poder Legislativo puede anular o suspender una ley, la Suprema Corte sólo decir, si ese fuera el caso, que es inconstitucional) sobre atribuciones y funcionamiento del Consejo de la Magistratura y fija un tiempo de 120 días para que el Poder Legislativo se pronuncie sobre una nueva forma de funcionamiento. Esto no pasó y vencido los 120 días la Suprema Corte designa a su presidente como el presidente del Consejo la Magistratura en un acto unilateral e inconsulto. Esto trajo como consecuencia dos situaciones institucionales: en el poder legislativo una parálisis en cuanto a su funcionamiento y en el Consejo de la magistratura una inoperancia y funcionamiento que ha paralizado los cambios necesarios. Y para colmo de males, en este mes de diciembre la Suprema Corte ha realizado una medida cautelar – cual tribunal ordinario de primer nivel – realizando una acordada, definiendo beneficios financieros a favor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en desmedro de los ingresos que por coparticipación le corresponden a las provincias argentinas. Esto ha generado una crisis de inimaginable resolución que pasa por eventuales pedidos de juicio político y de separación de cargos.

Cada vez en la Argentina hay más agresión política, con el cenit del atentado a la vida de Cristina Fernández de Kirchner el primero en septiembre; en todo el año incomunicación e inoperancia parlamentaria, salvo excepciones, con el agravante de lo sucedido en diciembre: en plena sala de sesiones el titular del PRO, Cristian Ritondo, realizó con sus manos signos misóginos (https://www.youtube.com/watch?v=M_kYJHLhhME) que han sido repudiados y denunciados.

Otro punto concreto que muestra la negación del diálogo por parte de la oposición, léase el macrismo y los radicales, fueron los que en el último llamado a sesión parlamentaria no dieron quórum para sesionar y así no se pudo tratar Leyes que tienen que ver con la extensión de la moratoria jubilatoria para cerca de 1 millón de personas, y para tratar la creación de nueve universidades nacionales en toda la Argentina, una de ellas en una ciudad bastión del radicalismo como la ciudad de Saladillo, y ni siquiera la diputada radical impulsora de esa iniciativa bajó al recinto.

Y si eso fuera poco, la constatación de que el funcionamiento desestabilizador de la oposición ha funcionado ya a la vista de todo el mundo. El viaje en octubre pasado, de jueces, políticos y comunicadores, pagado por estos últimos a el Lago Escondido de propiedad de un extranjero, mostró que el armado opositor, violento y desestabilizador contra el gobierno actual, y sobre todo contra figuras del peronismo, no solamente no ha cesado, sino que en ese viaje estas personas vinculadas a Juntos por el Cambio han incursionado explícitamente en delitos que están siendo investigados en algunos juzgados, a la luz de las muestras de los chats en whatsapp de los involucrados.

Pero todo esto, en general, ha pasado a un segundo plano a raíz del desarrollo del Mundial de Qatar donde el equipo argentino se coronó Campeón del Mundo. Con un equipo humilde, con el liderazgo de Leonel Messi, fue sumando organización, energía, actitud, un equipo funcionando como tal, y ha generado en el pueblo argentino una gran alegría popular expresada en las calles y plazas de toda la Argentina. Por primera vez un equipo campeón argentino del mundo de fútbol no se dirigió a la Casa Rosada para saludar desde allí. Fue toda una celebración circunscripta a lo privado y a lo futbolístico. Muchos asocian que si esta capacidad de voluntades se instalara en lo político sería algo muy provechoso para el país. Nadie lo dijo con estas palabras pero fue algo que sobrevoló en esos días los ambientes periodísticos y familiares, y también se hizo presente en las redes sociales. Quizás el inconsciente colectivo comience en este 2023 a tomar su lugar.

Esta es la situación; anomia social y política, y conflictos jurídico-políticos de difícil pronóstico, en el marco de un año electoral 2023, presidencial y legislativo.

El proceso uruguayo ha entrado en una crisis, que aunque faltan dos años para las elecciones a presidente, y de senadores y diputados, está a la vista que al gobierno actual le está yendo como le fue al equipo de fútbol uruguayo que participó en el Mundial de Qatar.

Las eliminatorias terminaron en marzo de este año; Argentina clasificado cómodo y Uruguay peleando hasta la última fecha. En Argentina un proceso virtuoso que terminó coronado con ser el Campeón Mundial en Qatar, y Uruguay eliminado en fase de grupos. No alcanzó el envión luego de la dejada de lado como Director Técnico del maestro Tabárez a fines del 2021.

Las promesas electorales del presidente Lacalle Pou no se han cumplido; la confirmación de que la Ley de Urgente Consideración, que fuera aprobada por la mayoría transitoria alcanzada en el 2019, pasando por encima la esencia de lo que es un tema-ley para tratarla urgentemente, incluyó una cantidad de reformas legislativas que abarcaron muchas Leyes de diferentes temáticas, sectores, ámbitos e incidencias; una suerte de golpe de estado legislativo blando, muy hábil, que caminó por el filo de la legalidad-legitimidad, modificando derechos alcanzados en décadas y luego de vastos debates parlamentarios. Ésa ley está vigente por un margen muy chico por el plebiscito del 27 de marzo de este año, convocado por todas las fuerzas sociales y políticas opositoras que propiciaban la derogación de 135 artículos de la misma. A la vista está que el gobierno multicolor blanco-colorado-cabildo abierto-independientes no ha sido capaz de instrumentar una gestión hacia el cambio que lograron con el instrumento de la LUC. O sea, promesas electorales incumplidas y gestiones no realizadas.

Pero si eso fuera poco, este año ha habido delitos realizados en el riñón de la seguridad presidencial, creando un lugar de ilícitos varios en la persona encargada de la seguridad presidencial, especialmente en la confección de Pasaportes a personas que no contaban con la legalidad como para alcanzar ese documento. Y últimamente se ha conocido en forma extraoficial, en proceso de investigación judicial, el seguimiento para averiguación de las actividades de la que fuera esposa del presidente uruguayo, por parte de funcionarios, altos funcionarios, por fuera de toda lógica institucional. O sea utilizando recursos públicos presidenciales para fines privados. ¿Será delito ó corrupción?

El humorista Quino, en una de las tiras de Mafalda ponía palabras que bien podrían ser dichas por muchos de nosotros: “paren el mundo que me quiero bajar”.

Hemos nacido y vivido, los que ya pintamos canas, en sistemas democráticos que no tienen nada que ver con estas situaciones en Argentina y en Uruguay.

Cabrían dos caminos: uno hacia retrotraer situaciones a través de los instrumentos institucionales que tenemos, con los corajes y las grandezas que ello implica, ó dejar que estas fuerzas disgregadoras del juego político logren sus objetivos con la instalación de los más fuertes, que son minoría, en desmedro de las grandes mayorías que siguen necesitando mayores derechos.

De esto se trata, ganar derechos, ó perderlos………….

Por Fabián Muñoz Rojo
Economista uruguayo. Buenos Aires, 30 de diciembre 2022

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