(Parte I: Eduardo Bonomi)
Comparto con los lectores el despertar en la noche siguiente a las elecciones del domingo, donde el pueblo uruguayo decidió que el próximo Presidente sea Yamandú Orsi.
Me despierto entre sueños mezclados, que se corresponden con nuestra historia y con los sueños surgidos el 24 de noviembre de 2024. Se envuelven entre realidades y potencialidades de construcción de nuevas situaciones para un Uruguay mejor; más justo, más equitativo y saludable.
Surgen tras de ellos estos pensamientos:
Unos días antes de las elecciones de primera vuelta, el 27 de octubre pasado, me cruzo con un gran amigo vinculado a la onda digital en un supermercado montevideano. Surge en la charla, como pera madura que cae del peral, el recuerdo de Eduardo “el Conejo” o “el Bicho” Bonomi y los dos coincidimos en que sentíamos su ausencia; de cuánto le debemos a Bonomi todo lo que ha hecho en sus gestiones por el Uruguay.
Bonomi fue el único ministro que estuvo ejerciendo su cargo durante los 15 años del gobierno del frente del 2005 al 2020, primero 5 años como Ministro de Trabajo y Seguridad Social, reconstruyendo las relaciones de salarios. A él le debemos que en el Uruguay hayan vuelto a estar vigentes ese instrumento de negociación social económica y política que se denominó Consejo de Salarios, que por Ley Nº 18.566, SISTEMA DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA del año 2009 fue creado bajo su gestión, creándose los Consejos de Salarios.
También le debemos que durante 10 años estuvo al frente del ministerio del interior y todo lo que ha logrado transformar en ese subconjunto organizacional tan importante para la convivencia entre los uruguayos. Entre otros logros: el establecimiento de las políticas de seguridad de los gobiernos del Frente Amplio entre 2010 y 2020; la Reforma Policial; las creaciones de la Dirección Nacional de Investigaciones y de la Guardia Republicana y de la creación del Instituto Nacional de Rehabilitación. En su gestión renovó no sólo la indumentaria de todo el plantel policial, sino que aplicó todas las innovaciones tecnológicas posibles, incluidas las cámaras de seguridad.
Desarrolló una vida donde, además de ser una de las principales figuras políticas del Frente Amplio y en particular del Movimiento de Participación Popular (MPP), fue futbolista, militante, escritor, preso, y hasta cura por unas horas, pese a ser ateo.
Todo lo ante dicho sobre la trayectoria de Bonomi está en el libro “Bonomi” de editorial Fin de Siglo; quizá la sociedad uruguaya necesitaría de una nueva reedición de ese libro.
Eduardo Bonomi tiene que ver con este presente, con este presente de articulación interna del Frente Amplio, derivando en la llegada de un compañero contemporáneo a su gestión a la Presidencia de la República, el ex intendente de Canelones durante 10 años: Yamandú Orsi.
La articulación nacional de la lista 609 con otros sectores generó en la población una adhesión inusitada tanto que superó su propio liderazgo de ser la lista más votada la 609 a nivel nacional. Eduardo hubiera adherido con las dos manos estas articulaciones, estas negociaciones, como lo fue aquella alianza electoral con la lista 1001 en una elección.
Entre los sueños pasados y presentes de esta noche transcurrida, en la mañana, siguiente él estaría levantando el teléfono de mañana para construir futuros, seguramente él como senador nacional que fue, pero además como un referente de esas ideas que conformó la base incipiente de construcciones y diálogos políticos, en bien de los uruguayos todos. Fue un gran articulador.
La oposición también lo estará extrañando, porque fue un gran negociador en el Senado; fue uno de los principales interlocutores que tuvo el gobierno que se va cuando presentó la ley de urgente consideración, porque se motivó ese diálogo necesario para transformar muchos artículos que hubieran sido mucho peores para la sociedad uruguaya.
En un principio él iba a presentar a nivel judicial una demanda de inconstitucionalidad de ese proyecto y de lo que él derivara, porque atentaba contra la historia legislativa uruguaya violando en un sentido diáfano lo que debe ser una ley puntual de urgente consideración, asumiendo una cantidad de situaciones que no derivaban en situaciones de declaraciones de urgentes. Así fueron las cosas, y lo fáctico le ganó al deber ser, y al final Eduardo se puso a negociar y logró cosas que hoy son intangibles.
Quizá por todo esto es que estamos extrañando a Eduardo en esta noche-mañana siguiente.
Economista uruguayo en Argentina
Autor de “El Departamento20 del Uruguay”
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