A dios no lo entiendo

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¡Llueve!
¡Llueve!
¡Llueve!

¡Sí!, ¡gracias a dios, llueve!, decía el ciudadano con cara de júbilo.

Yo: ¡Esperá!. Hay algo que no entiendo del criterio y funcionamiento de dios.

Decís «¡gracias a dios!» porque llueve, pero cuando no llueve y nuestra sed nos obliga a tomar agua salada o pacientes renales en riesgos que tienen restricciones en el consumo de sodio por ejemplo, ¿también es ¡gracias dios!?.

Cara de júbilo: Sí, también es ¡gracias a dios!.

Aunque su repuesta caprichosa lo incomodaba y dejaba silencios intermedios porque él mismo sabía que estaba en falta o no era un discípulo bien entrenado.

Yo: Pero entonces, explicame una cosa por favor. Hoy a los que viven y duermen en la calle o sus pies al llegar a sus casas deben transitar sumergidos en el barro por falta de infraestructura urbana o se les inunda la casa con la lluvia desequilibrada de hoy, ¿también es, ¡gracias a dios!?.

Cara de júbilo se silenció y mantuvo silenció permanente, mirándome fijo.

Yo: Lo miré esperando alguna repuesta que tenga fundamentos. Esperé.

Cara de júbilo: Los que duermen en las calles y los pobres no me importan.

Se terminó el tema.

Cara de júbilo se marchó con la falta de empatía, egoísmo y odio en sus ojos que caracteriza algunos humanos cuando les brota el fascismo interno.

Yo pregunto. ¿Dios es mal educador o mal educado?.

Porque según la creencia, dios hizo a las personas a imagen y semejanza de él.

¿Dios no debería querer lo mejor para todas y todos, donde la Tierra sea su perfecta construcción y Obra Maestra en armonía como cualquier buen escultor, más siendo él, el principal representante de todos los escultores?.

Gracias a la mezquindad y miserias queda claro que no.

Lo real y mejor, sería tener un gobierno y equipo de técnicos preocupados por la erradicación de la pobreza, salud, progreso y bienestar de la población.

Además deberían estar atentos a tiempo para evitarle a la ciudadanía tomar agua salada y no hacernos gastar más dinero que tanto nos cuesta generarlo y retenerlo.

También no perder el tiempo en que «haga efecto» rezar al dios de la lluvia o jugar con el clima a algún tipo de Tómbola.

No miremos al cielo, donde sólo podemos jugar a las formas con las nubes y encontrar estrellas, miremos bajo tierra ya que estamos sobre el Acuífero Guaraní. Siendo una de las mayores reservas de agua dulce del planeta.

Miremos este imprescindible recurso natural sobre el cual estamos parados antes de llegar al nivel del infierno, que por incapacidades, egoísmos y falta de perspectiva de futuro, sufrimos y/o padecemos en la actualidad.

La realidad es que hoy tomamos agua salada.

Si podemos, gastando más dinero, compramos el agua que teníamos hace un tiempo. Otro escalón que descendemos.

Hay algo seguro, es que a dios no lo entiendo, menos a sus educados semejantes.

Lo digo con todo respeto y educación.

Educación laica, libre, vareliana como la nuestra, la de cualquier libre pensador que quiere lo mejor para todas y todos.

El agua dulce potable hoy es libertad y democracia.

Por Andrés Legnani Lema

 

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