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“EL VIGÍA” Nº 6      

 

Ideas sin fundamento 2

Por Luis Fabre

El tren propuesto en el mismo nivel que los demás medios terrestres existentes hace innecesario argumentar sobre las interferencias de toda índole para su circulación. Y, sobre todo, las que atentan contra quienes se debería favorecer: los peatones. Para ellos, al riesgo de cruzar 18 de Julio, Avenida Italia y Giannattasio a las paradas se le agrega las mayores distancias entre ellas y desde las mismas hasta los lugares de destino alejados por el trazado propuesto en el territorio. Y al propio tren por las transversales calles, avenidas y rutas del trayecto en las que monopólicamente querrán preferencia…. en perjuicio de las mismas. Eso sin cuantificar la disminución de los carriles para los demás, ciclovías incluidas, en las mismas vías. Con una mirada abarcativa del sistema todo, redundará en mayor tiempo y dificultades en el saturado tránsito para la inmensa cantidad existente de rodados, que no decrecerá  dado  el incontenible paradigma de consumo actual.

Nobleza obliga: esta idea de alimentación de los flujos humanos en distancias medias se aplicó hace décadas en Curitiba sobre rutas pobladas en puntos separados. Las frecuencias eran optimizadas por cantidades convenientes de usuarios en paradas de salida destino. No es lo que está sucediendo con los buses de media distancia, incluso urbanos, en los que la ecuación empresarial disminuye las mismas fuera de horas pico. Esto en función de utilizar vehículos de muchos pasajeros, lo que hemos venido cuestionando a favor de buses más pequeños.

IDEA CON FUNDAMENTO

En la ciudad de Copenhague, la lentitud relativa, restringida, del tránsito vehicular de superficie ampara la movilidad de peatones y birodados. Para atender esa prioridad, se instaló un tren en otro nivel, este subterráneo. Dada la enorme diferencia en nuestro Montevideo, no únicamente por el subsuelo y la cuestionada demanda usuaria, hemos considerado los componentes para la posibilidad de un monorriel elevado.

Una interface integra dos sistemas distintos formando uno mayor. Un monorriel elevado es la interface entre sistemas de transporte automotores y humanos a “tracción a sangre”. Los principios rectores de esta propuesta atienden los paradigmas de energías renovables y mecanismos tecnológicos que no atenten contra el medio ambiente. Restaurar en una escala adecuada la motricidad humana es funcional a una vida más saludable. Es congruente con ello utilizar medios de transporte colectivos que igualen o superen a los individuales en todo sentido: eficiencia, seguridad comodidad y economía. Y con ellos garantizar la accesibilidad democrática a todo sitio del territorio. A este fenomenal objetivo de cambio apunta esta idea. Si habitamos fuera de la capital acceder, análogamente a un colector perimetral carretero, a cualquier estación de un circuito elevado de monorriel que nos conecte rápidamente a otra estación cercana al destino. El monorriel acopia y distribuye personas sobre la amplia trama urbana con frecuencias reguladas y escasos tiempos dados su monopólica circulación sin restricciones  a tres y medio metros sobre el nivel de suelo. Los sostenes del riel pueden instalarse hasta una distancia de 25 mts entre sí sobre tierra firme o medios acuosos, tanto en  espacios libres como densamente edificados. El desnivel para acceder en las estaciones se resuelve con rampas, escaleras o ascensores. (En Sídney el monorriel atravesaba una bahía y tenía una estación terminal en el primer piso de la Torre de las comunicaciones). Su previsible uso masivo con energía eléctrica y escaso personal de manejo y mantenimiento, consigue un bajo costo estimado por pasaje. Su seguridad por circular sin interferencia alguna y confort  garantizado con aire acondicionado en cabinas. Claro que las estaciones deben tener  acceso y estacionamiento sean birodados, automotores individuales o colectivos. El esquema de un circuito que exponemos es meramente descriptivo. Una configuración a construir debe integrar los flujos humanos de volumen variable  integrados a las estructuras viales existentes. Intervenir sobre la gran trama metropolitana para  ingresar y salir en cualquier punto de la misma en forma análoga a una red de energía eléctrica. Ello supera absolutamente mi condición técnica y me reduce a un mero outsider urbano sin más pretensión que la de imaginar una vida mejor para la sociedad en que vivimos.

 

 

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