Reunirse en Jeddah ofreció a Beijing la oportunidad de aplacar al sur global y limitar el daño con occidente por las relaciones con Rusia, y eso hizo China la semana pasada. El enviado chino Li Hui llegó a Arabia Saudita para unirse a las conversaciones internacionales sobre un acuerdo de paz para Ucrania, pero no lo hizo para expresar aspiraciones ni condiciones políticas al respecto.
A esos efectos, el resultado es el mismo cero que el de junio, cuando China eligió no asistir a un foro similar en Copenhague. “Los diplomáticos chinos estuvieron en Jeddah porque querían comprometerse con el sur global”, dijo Steve Tsang, director del Instituto Soas China, de la Universidad de Londres. China no quiere “aparecer tan partidario de Putin que permita que el sur global pase hambre”.
En la cumbre, una gran reunión de países del sur global que excluyó a Rusia, el líder de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, promovió su visión para poner fin a la guerra. Su plan de 10 puntos significaría la derrota total y humillante de Vladimir Putin, el principal aliado más cercano e importante de Xi Jinping. El representante de China, un funcionario de nivel medio sin poderes para formular políticas, no estaba allí para respaldar ese proyecto o incluso explorar opciones similares que abrieran un camino diplomático.
“El mejor escenario de Ucrania para el final de esta guerra es también el peor escenario de China. Beijing teme un cambio de régimen en Moscú y sus posibles implicaciones de seguridad para China”, dijo Alicja Bachulska, miembro de política del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores e investigador de Choice, Observadores de China en Europa Central y Oriental.
“El cálculo de costos y beneficios de China –agregó– es inestable, pero en general no quiere ver ganancias sustanciales de Ucrania, ya que fortalecerán tanto los intereses de EE. UU. como la capacidad de la OTAN para estabilizar la situación en Europa, al debilitar a Rusia”.
En cambio, la reunión en Jeddah ofreció a Beijing la oportunidad de reforzar los lazos con aliados en el sur global e intentar limitar el daño a la reputación de China en el oeste, donde ha habido crecientes críticas por su estrecha relación con Moscú.
La relación con los anfitriones, Arabia Saudita, también es importante para China, y presentarse les permitió reivindicar un golpe diplomático después de que la cumbre europea fuera rechazada.
La gran cantidad de delegaciones de países de África, Asia y América del Sur, que estaban allí para escuchar la posición de Zelensky, puede haber sido el aspecto más significativo de la reunión, que se llevó a cabo a puertas cerradas y no produjo progreso tangible.
Aunque Kiev cuenta con un fuerte apoyo de EE. UU. y sus aliados europeos, ha tenido problemas para obtener el mismo respaldo en el resto del mundo, donde el conflicto se ve con frecuencia como una lucha de poder entre superpotencias.
El legado del apoyo de la Unión Soviética a muchos países en sus luchas por la independencia de las antiguas potencias coloniales –muchos ahora respaldan a Kiev– también ha alimentado la reticencia a oponerse o criticar a Moscú.
Declaraciones que recoge The Guardian muestran que es obvia la conclusión de Bachulska. “Los diplomáticos chinos estaban allí porque querían comprometerse con el sur global”, dijo Steve Tsang, director del Instituto Soas, de estudios sobre China de la Universidad de Londres. Beijing “no quiere aparecer tan partidario de Putin que permita que el sur global pase hambre”.
El hecho es incontrovertible: las personas más pobres están pagando un precio cada vez mayor por la guerra en Ucrania, incluso cuando está a miles de kilómetros de distancia. Las duras batallas y el bloqueo de Rusia a las exportaciones de granos de Ucrania a través del Mar Negro han impulsado el aumento de los precios de los alimentos, una preocupación importante para muchos de los aliados de Beijing.
Por Gustavo Massei Bernier
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