Si Donald Trump pudiera, votaría el Oscar para “La sociedad de la nieve”. Los cuatro ejes argumentales de la película –heroísmo, drama, la lucha por supervivencia y la controversia, que marca la precisa valoración crítica del colega Hugo Acevedo– son los que Trump quisiera para sí y para controlar su reflejo. “Espejito, espejito mío”, le dice la bruja malvada a su imagen: “¿Quién es de este reino la más hermosa?”.
No se sostiene ni se sugiere aquí que la película fuera hecha con esa orientación proselitista o con ninguna otra, pero ya sobrevuela y subyace en el manejo publicitario de Netflix y en sugerencias políticas aquí y allá, la intención de adosarla a la desgraciada candidatura de Trump a la presidencia de EEUU.
La historia de la película tiene “un indudable componente emotivo, enigmático y hasta místico para quienes lo calificaron de ‘milagro”, señala Acevedo, y hoy Trump procura enconadamente un apoyo místico que lo libere todo lo posible para su acción personalista y antisistémica, por decir lo menos. El perfil de los accidentados, a los que se dirige a instrumentar en un acto claramente inmoral, es para él el adecuado para sus pérfidos designios: católicos, de un colegio privado llamado adecuadamente “Old Christian”, y deportistas de rugby en Uruguay, con la estampa de sector social que eso implica.
A Trump le tiene que que haber encantado el enfoque de la película: “Sin caer en inconvenientes truculencias, el film naturaliza la antropofagia como estrategia para aferrarse a la vida, partiendo de la premisa que sólo alimentándose de la carne de los cadáveres de los compañeros muertos era posible conservar la esperanza de la salvación”, señala Acevedo. Después de todo, Jesús compartió su pan con sus discípulos, señalando “éste es mi cuerpo”.
Acevedo hace bien en tomar distancia: “Me niego a calificar el hecho de hazaña. En realidad, hazaña es sobrevivir en la pobreza todos los días y durante varias generaciones, como sucede en el caso de miles de uruguayos, que actualmente suman 350.000. En efecto, estos hombres, que hoy son adultos mayores, eran deportistas sanos, bien alimentados y acostumbrados a una existencia confortable y sin privaciones, mientras muchos de sus compatriotas comen salteado y viven en condiciones infrahumanas en asentamientos irregulares, bajo techos de chapa y con pisos de tierra. Esto sí es un milagro”.
El accidente sucedió además en momentos en que un Uruguay convulsionado por la protesta social y los atropellos y violaciones a los derechos humanos desde el gobierno, se encaminaba hacia el golpe de Estado. La censura impuesta favoreció además que la tragedia fuese amplia e insistemente informada y detallada por los medios uruguayos, encubriendo la realidad institucional, política, social y económica imperante.
Qué más quisiera Trump que tener un tramo de sucesos que le permita que la realidad no estorbe sus planes. En lo que él es muy capaz de hacer de esto la definición misma de fake news, la realidad que propone está compuesta sólo de heroísmo, drama, lucha por supervivencia y la controversia. Quién sabe: hasta es posible que logre votar la película, si no logra que otros lo hagan por él. Se infiere que preferiría el Oscar a Mejor Película Internacional, y no en la categoría Maquillaje.
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