Brasil, progreso con receso

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Revista Crisis

El domingo se cumplieron 60 años del último golpe de Estado en Brasil, y según O Globo, el presidente Lula ordenó cancelar todo evento oficial, para no alterar a sus aliados oficialistas.

Los familiares de las víctimas de la dictadura quedaron consternados ante la medida, informó el corresponsal de The Guardian Ricardo Rangel. En una potente columna de opinión en Veja, Rangel sostiene que si no se democratizan de una vez los cuarteles, el peligro de un nuevo golpe de estado sigue vigente.

No es solo en el Planalto o en Itamaraty donde la moderación se impone. En una semana signada por importantes avances en el esclarecimiento del asesinato de la legisladora carioca Marielle Franco, la bancada de diputados y senadores nacionales del PT votó una ley que endurece las condiciones de detención en las cárceles federales, en un claro gesto de servilismo punitivo.

Uno de los míticos fundadores del partido oficialista, el ex preso político José Dirceu, publicó el miércoles un sentido artículo en el portal Metrópoles, explicando su desacuerdo.

Brasil volvió con Lula y algunos números los demuestran: la desocupación en baja, el crecimiento económico, y una reforma fiscal progresiva. ¿Pero, qué hay más allá de los datos duros?, se pregunta el editor de Opera Mundi (del que La Onda digital tiene derechos de reproducción) Breno Altman.

¿Hasta qué punto está cambiando Brasil y Lula logra encantar serpientes dentro y fuera del país? Enfrente a él está el bolsonarismo, más vivo que nunca y esperando su próxima oportunidad. Altman supo afirmar, antes del triunfo electoral de Lula, que si ganaba iba a ser “muchos lulas, como una especie de enigma de diferentes rostros”. Hoy confirma su pronóstico: esa es una visión adecuada sobre el gobierno de Lula. Su gobierno no es un gobierno de ruptura. Ni con el neoliberalismo ni con el bolsonarismo, porque Lula trata de hacer.

Segín Altman, Lula promueve cambios políticos en Brasil, pero sin atacar la principal estructura del bolsonarismo, que son las Fuerzas Armadas. Lula incursiona con el apoyo del de la justicia, promueve investigaciones sobre algunos oficiales que estuvieron involucrados en la tentativa golpista de Bolsonaro en 2022 y también el 8 de enero de 23 en el motín que hubo en Brasilia.

Pero Lula no trata de hacer una reforma militar. O sea, no trata de hacer cambios en la estructura de las Fuerzas Armadas. El suyo es un gobierno de cambios, y esa idea se consolida. Pero no es un gobierno con perspectivas de futuro. Y esto significa que la base material y política que permitió el surgimiento y la consolidación de Bolsonaro sigue intacta, y ese es el gran peligro que amenaza el gobierno de Lula.

En ese marco, se producen medidas positivas. Esta semana se anunció que en febrero fueron creados más de 300,000 puestos de trabajo.Y en lo que va del año, casi medio millón. También se anunció una reforma fiscal para que paguen los que más tienen y paguen y menos los que menos tienen, junto con una política de promoción de la política industrial.

Hubo importantes avances económicos y sociales en ese primer año, año y pico del gobierno de Lula, particularmente en comparación lo que representaba el gobierno de Bolsonaro. Pero esos números tiene que ser analizados con mucho cuidado. Porque son números de corto plazo; son números positivos, pero solo para la actualidad, porque el proceso económico del país no ha cambiado y no está cambiando.

Los guarismos como esos de la caída de la tasa de desempleo son importantes,

Pero no hay que perder de vista que es un proceso al cual el neoliberalismo condena Latinoamérica desde los años ’80. Aquí, está en marcha un proceso de desindustrialización del nuevo subdesarrollo. Es un proceso por el cual nuestra región y Brasil también como parte de nuestra subregión, es condenada en la división Internacional del Trabajo, a la exportación de productos agropecuarios, de ganadería y agricultura. O sea, un retroceso en relación al siglo XX, y eso tiene consecuencias muy profundas en nuestra sociedad.

Así, el PIB brasileño creció en 2022 2,9%, pero el 70% de esa tasa de crecimiento tiene que ver con la ganadería y la agricultura, que no generan renta para el pueblo y no generan empleos de calidad. La industria brasilera sigue cayendo; 1.3% en 2023. Hay empleos, nuevos empleos, pero no son empleos de calidad ni de acuerdo con la formación educacional de la gente; son empleos muy precarios.

La persona tiene formación en ingeniería o en biología o en química, y se va a trabajar en el comercio o se va a trabajar en servicios, entonces la estructura del nuevo subdesarrollo sigue intacta, y eso genera muchos problemas a medio a mediano y largo plazo.

El gobierno anuncia una nueva política industrial, consciente de que hubo un retroceso. Pero esa nueva política industrial no contiene nada

sobre la industria de la creación, que hoy tiene un peso muy grande en nuestras economías. Estoy acá hablando del cine, y no es solamente una industria sino de una base para el desarrollo cultural.

Eso lleva al tema de quién va a invertir en ese plan Y el gobierno confía en que lo haga el capital privado.Y que el capital privado tenga un rol por protagónico, un un rol de vanguardia en los procesos de industrialización no ha ocurrido jamásen nuestra Latinoamérica. Puede que ahora haya una primera vez, pero en el Brasil que estamos viendo, incluyendo 2023, hay una caída de la tasa bruta de inversión a su más bajo nivel; sólo 6% en los últimos 40 años.

Y el gobierno sigue en la trampa de la austeridad fiscal; en la trampa de la macroeconomía, del neoliberalismo a través de una nueva política fiscal, pero es una nueva política fiscal que se mantiene bajo los criterios de la antigua política fiscal. Ha cambiado la intensidad, pero sigue trabando las inversiones del Estado con una política de defensa cero en términos del presupuesto en términos del resultado primario del presupuesto del país. Parecería que el Estado no tiene capacidad de inversión.

En función de esa política es que se basa la confianza de que se pueda invertir en ese plan industrial.Está basada en que el capital privado va a ser la nueva locomotora del desarrollo personal y yo no creo en eso, no hay nada en la historia de nuestro país o de nuestro continente, que nos permite creer que la inversión privada sea capaz de cumplir esa tarea.

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