En este último período se hizo mucho esfuerzo y leyes importante para la cultura

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Entrevista a Héctor Guido, director de El Galpón.

El teatro El Galpón cumplió el pasado 2 de setiembre 50 años, transformándose en un referente de la cultura uruguaya. Por ese motivo La ONDA digital dialogó con el actor Héctor Guido, director de esa institución.

– ¿Qué es El Galpón? ¿Una institución cultural, una escuela, un servicio de teatro a la sociedad?

– Desde el punto de vista jurídico, es una asociación civil sin fines de lucro. Fue fundada el 2 de septiembre del año 1949 – por eso nuestros 60 años – y, esencialmente, es el fruto de un movimiento cultural muy importante de aquella época que – por supuesto – está enmarcado, también, dentro de un país muy particular y de un movimiento teatral también muy particular que ya había generado sus primeros frutos en el año 1937, donde se había fundado el “Teatro del Pueblo” que fue el primer teatro independiente. Sus fundamentos y sus principios – básicamente – sí, son de servicio a la comunidad, de desarrollo de sus integrantes, para poder luego brindarle a esa comunidad lo mejor – en este caso – del arte teatral y, a través del arte teatral – por supuesto – mejorar la calidad de vida de nuestra gente, pasando – por sobre todas las cosas – por un entendido de que el arte tiene la capacidad de transformar, también, ¿verdad? Entonces, podemos decir que sí, que su finalidad es hacer mejor a una comunidad.

– ¿Cuál es el teatro que hace hoy El Galpón?

– El teatro que hace El Galpón hoy y que hizo siempre, es un teatro comprometido con su realidad, que trata de darle un aporte al espectador para interpretarla y – cuando tenemos una buena interpretación del mundo en que vivimos – seguramente tengamos más capacidad de ser libres y mejores elementos para modificar los factores de esa realidad que entendemos que puedan ser negativos. Y – por sobre todas las cosas – entender que el teatro que hace El Galpón pasa por los principios de que un espectáculo tiene que ser – básicamente – un entretenimiento. También en esos fundamentos está el de que entretener, no necesariamente, implica o quizás sea lo contrario de distraer. El retener la atención del espectador, el mantenerlo entretenido, es un principio básico para que ese espectador preste atención a los contenidos. Y los contenidos que ha trasmitido El Galpón han sido siempre los contenidos de difundir la igualdad, la libertad, la justicia social y – fundamentalmente – un principio básico que es la “democratización de la cultura”, ya sea para quienes deseen desarrollar su creatividad, como para aquellos que deseen recibir o ser los destinatarios de los bienes culturales. Esa es una lucha muy difícil – quizás – de verla en teoría, pero muy fácil de verla en la práctica. El Galpón está desarrollando en forma permanente – lo escuchamos ahora en las escuelas que están entrando a la sala – la formación en los niños, ya que entendemos que desde muy pequeños, el teatro puede ser un ingrediente de formación del individuo. Por eso el trabajo con las escuelas, con los pre-escolares, pasando por secundaria, grupos universitarios y hasta llegar a la tercera edad, por supuesto.

– ¿Cómo eligen las obras ustedes?

– Nosotros estamos organizados en diferentes comisiones de trabajo. Hay una Comisión Artística que puede resolver o elegir obras de acuerdo a una proposición que pueda realizar un director, o un integrante, o cualquier compañero del movimiento teatral o – por el contrario – puede ser esa Comisión la que estudiando y leyendo o viendo obras en el exterior o en otros lugares de intercambio, entiende que son obras propicias para poner en escena. Luego de aceptar los contenidos y de entender que es una obra viable de realizar artísticamente, se hace una evaluación de las posibilidades económicas. Porque no todas las obras – más allá de que puedan ser muy interesantes – son realizables económicamente también, ¿no? Y, dentro de ese marco, El Galpón – así como todos los teatros independientes – está sujeto también a una economía muy débil y está muy limitado en sus producciones, justamente por la falta de recursos y la necesidad de ser muy austeros en todo su desempeño y sus inversiones. Y eso ha llevado a postergar – quizás – uno de los elementos esenciales de nuestros principios, que es la “profesionalización”. No tanto en el entendido de hacer nuestro trabajo profesionalmente, que sí entendemos que el producto es un producto absolutamente profesional, sino porque quien lo realiza, debería vivir exclusivamente de la profesión y – por lo tanto – debe tener una remuneración acorde que le permita dedicar su tiempo y su energía totalmente al teatro. Esa sí es una materia pendiente, más allá que está dentro de la base y de los principios de todo el movimiento teatral, independiente y – yo diría – de la base y los principios de todo artista.

– Comparativamente, ¿los uruguayos están participando más en el teatro? ¿Llegan más al teatro que en otras épocas? ¿Cómo es la relación con los espectadores?

– Hemos tenido – según las estadísticas – un potencial de público muy importante hasta la aparición de la televisión y la masificación de la televisión – que fue un factor que incidió mucho, según vemos históricamente, en los números. Eso ha influido.

– ¿Usted me habla del Uruguay?

– Del Uruguay, sí, específicamente. Se nota un descenso de espectadores. Luego – también – está acompañado por las crisis sociales y políticas que – finalmente – terminan castigando al ciudadano que – de pronto – se encuentra más coartado en su libertad, con menos teatros. No nos olvidemos que – en el caso de El Galpón – estuvo proscrito por la dictadura y que el resto de los teatros trabajaron también con muchas limitaciones. Y las crisis económicas que – por supuesto – también influyen en los espectáculos. Con relación concretamente a la pregunta, creo que sí, que actualmente existe un potencial muy importante de público y que varía también de acuerdo a la capacidad que tenemos nosotros de crear un buen producto, atractivo. Y, cuando hablamos de un buen producto, hablamos de que ese producto – ya sea en los contenidos, como en la forma – sean de interés.

– Ya que usted habló del período de la dictadura, en el cual El Galpón fue afectado porque se le quitó sus salas, se le impidió realizar su trabajo. Finalmente, el gobierno actual indemnizó al El Galpón por esos daños …

– Sí, en mayo del año 1976, un decreto de la dictadura ilegalizó la actividad de El Galpón, de todos sus integrantes y expropió todos sus bienes. Era la sala donde se fundó El Galpón – la sala “Mercedes” – que estaba en la esquina de Mercedes y Roxlo, la sala “18 de Julio”, todo su equipamiento, sus archivos, sus equipos técnicos, su vestuario. Utilizó esta sala durante un período de diez años hasta la apertura democrática y – al margen de eso – como comenté anteriormente, la persecución a sus integrantes que obligó que un núcleo muy importante de esos integrantes tuviera que marchar al exilio y – finalmente – esos compañeros funcionaron como El Galpón en el exilio, específicamente en México. Ese período de diez años culminó cuando – en el año 85, en el primer gobierno democrático del Dr. Sanguinetti – se nos devolvieron los bienes (a esa altura, los que quedaban) y se autorizó – mediante el restablecimiento democrático – la libertad de que El Galpón fuera nuevamente legalizado. Durante ese período – no obstante – las pérdidas fueron enormes – perdimos una sala entera de teatro – y, por supuesto, nunca percibimos nada por todo el saqueo de nuestros bienes. Se nos entregó una sala absolutamente desmantelada y en un estado imposible de funcionar y El Galpón, en aquel entonces y con sus propias fuerzas, trató de poner en funcionamiento la sala. Y así lo hizo, con un apoyo popular importantísimo – que eso es un común denominador en toda la historia de El Galpón – y se consiguieron y recaudaron fondos y aportes que – debido al conjunto de toda la ciudadanía – permitieron que El Galpón pudiera – mínimamente – restablecer la sala principal de “18 de Julio” y ponerla en funcionamiento. Pero se había perdido totalmente la sala “Mercedes” y, por supuesto, quedaba muchísimo por encontrarnos con una sala que pudiera satisfacer las necesidades técnicas que – hoy por hoy – cualquier teatro exige. Así fueron pasando los años, fue muy difícil para El Galpón en todo el proceso de estos años – del 84 al período que estamos hablando, 2007 – la realización de inversiones en la infraestructura edilicia – más allá de que tratamos de suplir la ausencia de la sala “Mercedes” con la sala “Atahualpa”, que creamos otro espacio de investigación como la sala “Cero”, que creamos espacios para otras instituciones culturales como el sello discográfico “Ayuí-Tacuabé”, como el espacio para la editorial “Ediciones de la Banda Oriental”. Hasta ahí es donde El Galpón pudo con sus propias fuerzas. Luego ya se detectaba un deterioro muy, pero muy importante en la sala principal, donde el techo estaba cediendo y donde ya se corría un riesgo que – de acuerdo a lo que nosotros entendíamos – no se podía seguir funcionando en esas circunstancias. Ahí fue cuando recurrimos al gobierno del Dr. Tabaré Vázquez, le expusimos nuestra problemática y – por supuesto – toda la comunidad sabe que se estaba en deuda con El Galpón, ¿verdad? Más allá que El Galpón nunca hizo un reclamo judicial y esto no se puede tomar como una reparación desde el punto de vista jurídico, pero desde el punto de vista ético y moral, lo que hizo este gobierno fue tener como antecedente los daños y perjuicios que le había ocasionado el Estado a la institución y – por lo tanto – el Ejecutivo tomó la iniciativa de enviar al Parlamento, un proyecto de ley por el cual se le destinaban a El Galpón, dos millones de dólares, que era la cifra que nosotros teníamos – según las evaluaciones técnicas – necesaria para que el edificio se pudiera preservar en las condiciones adecuadas. Para nosotros fue una satisfacción muy grande que – tanto el Ejecutivo como el Legislativo – discutieran públicamente el problema de El Galpón, ya que son fondos públicos. Creo que fue muy sabia la decisión del Ejecutivo de enviarlo a nivel del Parlamento, porque ahí es donde se “parla”, donde se habla y donde – públicamente – el ciudadano es informado a través de ellos. Porque bien podría haber sido un decreto o una transferencia de recursos. Pero creo que muy sabio el que fuese público y que – por supuesto – se discutiese y que nosotros – como contrapartida que nos parecía de rigor, además de que corresponde legalmente – debiéramos hacer una rendición de cuentas de cada dólar que recibimos. Y aquí estamos cumpliendo hoy 60 años, con una sala totalmente remodelada, equipada – desde el punto de vista técnico – con elementos de última generación en materia de teatro y eso nos permite hoy – como tenemos ahora donde estamos escuchando las carcajadas de los niños en el hall – tener la seguridad de que estamos en una sala confortable y sin ningún tipo de peligro, como podía – si nosotros no hubiéramos detenido el funcionamiento – haber ocurrido al estar en una sala sin la seguridad adecuada.

– Parecería que hoy son otras las generaciones que participan en El Galpón, con respecto a aquellas que lo fundaron.

– Si, creo que es lógico. Es un proceso histórico donde la evolución natural de aquellos compañeros que fundaron la institución, hace que – lamentablemente – no contemos con ellos. Quedan muy pocos de aquellos fundadores. Pero – por otro lado, dentro de esas leyes naturales – creo que generación tras generación, se han tomado los principios y la herencia que nos han dejado esos “maestros”. Y sí, son nuevas generaciones, pero las nuevas generaciones – creo que, como los jóvenes de ahora que nosotros hemos formado en la última etapa de la escuela – se están manejando con los valores y esos principios que son fundacionales, ¿no? Eso permanece intacto.

– Porque generalmente se dice que El Galpón es una comunidad de izquierda, o un teatro de izquierda, o un teatro vinculado a la izquierda.

– Y sí, y están en todo su derecho de verlo así, ya que El Galpón siempre estuvo del lado de la defensa de los valores y de la lucha de los trabajadores y de los más débiles. Y – cuando hablábamos hoy – de la lucha por una justicia, por una igualdad, por un mundo donde educarse y acceder al conocimiento no sea el privilegio de unos pocos. Quizás esos sean principios que puedan verse como de izquierda. Para nosotros, es la esencia, casi una filosofía – yo diría – humanista, como a veces se definía Atahualpa y que creo que así era, que era un gran humanista. Podríamos decir que nosotros aspiramos a lo mejor para el hombre y si otros se encargan de colocar eso en la izquierda o en el centro… Lo que sí, es que estaremos siempre en contra de toda tiranía. Hemos luchado y – por eso – hemos perdido también en el plano de bienes y hemos pagado muy caro con compañeros en la cárcel o en el exilio, cuando vino la ruptura institucional del país. En ese momento, El Galpón se sumó a la huelga general. Pasó a hacer teatro en las fábricas, estuvo al lado de los obreros, de los estudiantes, de los trabajadores y de los demócratas en su conjunto. Entonces, si por eso se nos ve como de izquierda, sí, somos de izquierda sin ninguna duda, si a eso se refieren. Con relación a la independencia, el movimiento que se llama “Movimiento de Teatros Independientes”, también corresponde a determinado momento histórico, donde existía la figura de un productor privado, donde – no olvidemos – que Montevideo era también una plaza utilizada habitualmente por un teatro porteño no siempre de buena calidad, ni mucho menos. Era una plaza movida – quizás – por intereses comerciales. Y cuando aparece la figura de los teatros independientes, que son colectivos, son equipos humanos que – en forma democrática – eligen sus autoridades y su repertorio. También se le llama “independencia” porque son independientes de ese productor e independientes de cualquier injerencia política, o filosófica, o religiosa. Y – por supuesto – que estamos hablando de que hay una independencia también en materia económica, dado que son instituciones que no tienen ningún vínculo ni tienen ninguna dependencia con el estado.

– De futuro, ¿Qué planes tienen? Ahora tienen la sala, tienen la parte edilicia en condiciones, usted me decía que hay innovación en equipos. ¿Qué teatro se proponen hacer de acá en adelante?

– Un teatro sin mayor novedad en cuanto a lo que vamos a seguir diciendo arriba del escenario. Vamos a seguir trabajando y difundiendo el teatro universal, haciendo mucho hincapié también en una de las que ha sido una característica de El Galpón, que es la difusión del teatro latinoamericano y del dramaturgo nacional.

– ¿Se escribe teatro en el Uruguay hoy?

– Si, si, se escribe, y hay muy y buenos dramaturgos y creo que uno de nuestros compromisos es hacer que el dramaturgo sea representado – es decir – estrenar obras de autores nacionales. Existen dramaturgos que – directamente – proponen su obra. Pero también existe un buen trabajo – hoy por hoy – de lo que puede llamarse el traslado de la novela o del cuento al teatro. Y la dramaturgia, ahí, también adquirió un valor muy importante que es la adaptación de otro género, como puede ser la novela. Eso ha sido muy interesante. Con respecto a lo que aspiramos en un futuro con El Galpón, no va a ser otra cosa que lo que corresponda a las consecuencias de un país que logremos construir entre todos. Nosotros aspiramos a que estas instituciones – no sólo El Galpón, sino que el resto de los teatros independientes – puedan tener una mayor contención a nivel legislativo, una mayor protección, que nos permitan llegar a un grado de profesionalización del artista. Y, finalmente, que nosotros logremos – luego de toda esta larguísima historia y de tantas luchas en donde tantos compañeros que dejaron todo – el llegar a un reconocimiento que pase por leyes que amparen a estas instituciones y que – sin perder la independencia – logremos sí el apoyo del estado. Creo que no es mala palabra, porque en el mundo – prácticamente – no existen estas instituciones sin subvención. Justamente, no es una mala palabra tratar de subvencionar este tipo de trabajo y de tarea cultural.

– ¿El teatro se puede asociar a la televisión?

– Quizás lo ideal es que el teatro esté complementado por el trabajo en las otras disciplinas, como puede ser: la radio, el cine y la televisión. Podríamos decir que – lo ideal – es que los artistas y los actores puedan incursionar en cualquiera de estas disciplinas que – creo – no sólo se complementan, sino que se nutren y le aportan muchísimo una a la otra. Creo que estamos – todavía – muy lejos de acceder a la televisión en forma regular y con las inversiones necesarias y las producciones con el rigor que – hoy por hoy – exige el mundo. Sin embargo estamos lejos a un nivel, que es el nivel de empezar a apostar a la producción. Pero estamos muy cerca en cuanto a que sí, tenemos los ingredientes de calidad para llegar al nivel que exige el mundo. Creo que lo ha demostrado el cine y que – en ese sentido – se han producido avances muy importantes con la Ley de Cine. Se está trabajando también en algunas leyes que tienden a apoyar la actividad teatral, como son: la Ley de Incentivo Cultural, que es una ley que incentiva – justamente – a las empresas a poner dinero en la cultura y el Estado, como contrapartida, le exonera de determinados impuestos.

– ¿Esta es la misma ley que ampara en el sistema jubilatorio a los actores?

– No. Por suerte, son varias leyes. Una de ellas es el reconocimiento del artista como trabajador y la necesidad de – luego de ampararlo – cuando se llega a una edad, reconocerle su actividad y que pasen a ser jubilados. Hoy es posible que un artista se pueda jubilar, aunque todavía es algo nuevo y creo que hay que mejorarlo.

– Porque todo esto se ha resuelto en el último período, ¿no?

– Sí, en este último período y – fundamentalmente – en el último-último. Yo diría que si nosotros observamos este gobierno, podríamos determinar como dos etapas: una primera etapa con un ministerio a cargo del Ing. Brovetto, donde estas iniciativas no surgieron en ese período – quizás por otras preocupaciones o que se entendió que existían otros problemas. Y una segunda etapa que le corresponde a la ministra María Simón y a la dirección del Prof. Hugo Achurar, aparecieron – más allá que ya – por supuesto, nada aparece en forma espontánea – estaba en estudio, se estaba trabajando – pero sí, se hizo muchísimo esfuerzo, muchísimo hincapié en que estas leyes salieran. Creo que son perfectibles, que hay que mejorarlas, pero estamos hablando de la Ley de Cine, de la Ley de Incentivo Fiscal – como estábamos diciendo – la ley de la jubilación del artista – donde intervino muchísimo también la voluntad del Banco de Previsión Social y el trabajo de su presidente Murro – pero también están los Fondos Concursables. Es decir que podríamos estar hablando de que la cultura ha sido una materia que ha estado en la agenda política. Yo no estoy diciendo con esto – para nada – de que estemos totalmente de acuerdo en cómo se ha gestionado. Creo que ahora viene el tratar de reflexionar sobre cómo se gestionó, sobre cómo se invierte y – por supuesto – siempre con un espíritu crítico pero con un objetivo de mejorar y creo que hay que mejorar muchísimo.

– ¿Queda algo que usted quiera decir y que mis preguntas no hayan recogido?

– No, en primer lugar, agradecerle a todos los medios el interés que siempre han demostrado por El Galpón. Ese ha sido un elemento que – de una u otra forma – nos mantiene vivos, porque son los puentes que tenemos para con nuestros ciudadanos, para con la comunidad. Agradecerles. Y, finalmente, que tengan siempre la absoluta certeza de nuestro compromiso de seguir luchando por un Uruguay más justo, donde la equidad no sea una reivindicación, sino que sea una manera de vivir y donde el conocimiento y la educación sean – realmente – un bien de todos.

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